MUJERES

Tenemos dos preguntas. Uds. pueden leerlas en “Ver todos mis artículos” Las preguntas se refieren a las mujeres.

Para tratar de responder debemos una vez más, hacer un cierto recorrido por los conceptos freudianos y lacanianos.

Venimos diciendo que el Complejo de Edipo es la manera como Freud trata de explicarse la introducción de la ley en el sujeto humano, la introducción de la prohibición. Lacan lo llamó después Operación de la metáfora paterna o Nombre-del-Padre. Es una operación que se hace en tres tiempos. En esquema, es de este modo:

1-En el primer tiempo la madre es tanto para el niño como para la niña la representación del todo poder. La primera identificación es a la madre, es al poder materno.

2- Hay un momento en que una decepción sucede, ella no tiene el poder de todo. La satisfacción plena está perdida. Entonces ambos dirigen su mirada al padre. Ya que alguna potencia “debe”o “debería de existir, “Él debe de serlo”…El niño y la niña, se identifican al padre, como nuevo portador de la potencia, del falo.

3- De quien acceda a este tercer tiempo podemos decir que es un sujeto en el que ha operado la castración En este tercer tiempo la potencia del padre cae. El padre es percibido como castrado…Se llega a la conclusión de que la potencia no existe….Entonces el niño quedará identificado al padre pero no del todo…Y la niña volverá la mirada hacia su madre para identificarse a ella como mujer.

Pero para que esto se lleve a cabo, el padre debe hacer bien su tarea. Debe reconocerse con falta, debe aceptar que le hace falta una mujer. Debe de ser un hombre que mire a la madre como mujer y tenga cuidado de sus hijos, y con ello se “gane” el título de padre. Lacan lo dice bonito “Un padre sólo tiene derecho al amor y al respeto, si hace de una mujer el objeto causa de su deseo. De lo que ella se ocupa es de otros objetos que son sus hijos.” “Ser padre pues es haber tenido la perversión particular de atarse a los objetos pequeños de una mujer” La formulación deja abierta la posibilidad de que puede ser o no, aquella con quien el padre ha tenido los hijos. “A estos objetos el padre debe darles un cuidado que se llama paternal, en el sentido más amplio». Es un cuidado que se podría decir que separa a la madre de los hijos de la buena manera “El que hace esta elección es un padre. Es una decisión de un orden distinto que la voluntad”

Pero puede suceder que un sujeto no pase del primer tiempo, también que no pase del segundo. Tanto lo uno como lo otro tiene consecuencias en la estructuración del psiquismo. Consecuencias que no vamos a estudiar ahora. Solo diremos que las diferentes estructuras clínicas tienen que ver con esas detenciones

Aquí nos vamos a interesar en una detención en particular; la de la niña en el segundo tiempo del Edipo. La niña queda identificada al padre pensado sin falta, queda amando al padre ideal, al padre del amor. La niña queda instalada en la histeria.

La histeria…..Es una categoría clínica. Aunque el DSM IV la ignore, la histeria existe. Sigue existiendo. Es un tipo de estructuración del psiquismo que se caracteriza entre otras cosas por el amor al padre ideal. Un padre del amor. Se caracteriza por un deseo loco de ser amada por ese padre, y luego por quien lo represente. Sus elecciones amorosas serán reediciones de ese padre. Ella inviste al hombre en cuestión libidinalmente, y eso lo convierte en objeto amable. Entonces puede hacer casi cualquier cosa para sostener la idea erotomaniaca de “Él me ama” En términos más coloquiales lo escuchamos decir con un “Sin mi no sería nada” Por eso se ofrece en sacrificio, para sentirse necesaria.

El amor aquí es como una suplencia, tapona el agujero que produce la falta de satisfacción. Eso que hemos venido llamando el objeto perdido y que Lacan termina por nombrar como “No hay relación sexual. El amor tiene la función de tapar esa herida. Pero aunque ese vacío es incolmable la histérica sigue trabajando por la creencia en Otro sin falla.

La paradoja es que aunque no reconoce la castración del Otro paterno, esa verdad “sabida sin saberlo”, esa verdad inconsciente, aparece en sus quejas. Quejas de amor. La introducción del amor en el deseo sexual ha sido una reivindicación más femenina que masculina. Han sido las mujeres las que con más fuerza han reclamado la unión de sexualidad y amor.

Podríamos pensar la histeria antigua (que en estos momentos convive con los modos modernos) como la que busca un sustituto del padre al que por un lado señalarle con la queja su insuficiencia, y por otro mantenerlo como ideal del amor. Paga el precio de la servidumbre amorosa ya que es una relación de sufrimiento de la que no se puede desprender. A veces hasta dejarse maltratar.

Hoy al discurso del Amo moderno y la caída del Otro corresponde un nuevo modo de posición. Las mujeres reivindican menos el amor. Están menos ocupadas en señalarle la falta al hombre, menos ocupadas en decirle “Te hago falta” Están más ocupadas en demostrarle un “No me haces falta” Es otra manera de negar la castración, aunque por distinta vía.

El resultado de este nuevo modo es el de una sociedad de mujeres libres pero solas, y de hombres libres pero solos.

La posición depresiva corresponde a que las mujeres tienen más dificultad que los hombres para “consolarse” con el “tener”, con el tener bienes. De ahí que muchas busquen el “tener” en “tener un hijo” Tener un hijo solas.

SOBRE LA VIOLENCIA DE GENERO (1)

Para una convivencia social se necesita domeñar la violencia, la agresividad, y el afán destructor, esto está en la base de la civilización y de la cultura.

Es evidente que el marco simbólico que aportan las leyes no puede subsumir y erradicar totalmente el mal. ¿Qué aparato judicial puede estar a la altura del enigma del mal humano? Esta es una cuestión con la que se enfrentan continuamente jueces, abogados y fiscales.

El estado, con la nueva ley sobre Violencia de Género, intenta poner un freno a esta violencia cada vez más desbocada. Pero si esta vía es necesaria, es evidente que se torna insuficiente.

Bajo la apariencia “pseudocientífica” se transmite y se aplica una ideología oscura y funesta. La concepción psicológica social que se desprende de lo cognitivo-conductual trata el problema focalmente. Trata de erradicar la conducta patológica sin contemplar sus causas. Con ello deja a los protagonistas del drama sin la comprensión necesaria para el cambio.

Freud conceptualizó como pulsión de muerte la tendencia destructiva del ser que habla. Hay un “algo” en el sujeto humano que lo arrastra más allá del principio del placer y que se expresa en fenómenos de destrucción.

El psicoanálisis no pretende incidir sobre la evaluación de la posible pena al agresor, pues ello excede su marco. Su función es otra; mostrar el entramado del acto criminal

Cuando una relación sentimental está presidida fundamentalmente por parámetros imaginarios y el amor se ha degradado en una identificación donde la diferencia queda reducida al mínimo y la dependencia mutua es extrema, el campo esta abonado. El contragolpe agresivo está asegurado. Se ataca en el otro a los rasgos de uno mismo. Por eso en muchos casos el criminal se suicida o se entrega.
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Cualquiera que indague un poco en sus experiencias vividas, en lo que acontece con el deseo, el amor, el goce, comprobará la diferencia imposible de soslayar entre hombres y mujeres, entre el goce masculino y el goce femenino, ya que para el psicoanálisis la posición sexuada no está dada por la anatomía. Son posiciones que están referidas a la particular manera de gozar.

Pero lo curioso es que aunque esta diferencia es innegable, está muy arraigada la idea de que el hombre y la mujer pueden mantener una relación armónica y de completud. ¿Pero qué supone esta aspiración a la completud y esta no aceptación de la inconsistencia de la que somos producto?

Esto nos da hombres y mujeres desorientados, padeciendo por sus síntomas y angustias, ocupados en el goce solitario que propone el mercado; Internet, la pornografía, drogas… etc. Hombres y mujeres cercenados del amor.

La elección de objeto, de partener, no se rige igual para lo masculino que para lo femenino. Del lado masculino está el temor a perder; dinero, poder, prestigio, potencia etc. Del lado de lo femenino lo valorizado es el don de amor. Podría explicarnos esto que no se de importancia a los primeros signos de violencia, pues supondría perder el amor.

El psicoanálisis abre a los sujetos la posibilidad de rectificar sus elecciones fatales que están abocadas a un destino funesto. Sólo siendo protagonistas de nuestras vidas y enfrentando la tendencia destructiva que nos constituye podemos encontrar vías más proclives a la vida.

(1) Extracto del artículo de Mercedes de Francisco miembro de la ELP

LAETOLI Y LA ÉTICA DEL PSICOANÁLISIS

Bajo la palabra “científico” se esconde una concepción adaptativa de la vida humana basada en la idea de que todo ser vivo-lo mismo humanos que animales- pretenden autoconservar su vida por encima de todo. No tienen en cuenta lo que nos enseña la literatura, el arte, la historia etc., y que Freud conceptualizó como pulsión de muerte. No tienen en cuenta que la subjetividad no puede ser abordada biológicamente.

Bajo la apariencia de “científico” se trasmite y se aplica una ideología que no dudamos en calificar de oscura y siniestra aunque esté vestida de optimismo.

Los señores C. Santamaría y A. Fumero, apadrinados por el Señor Armentia director de la colección LAETOLI publicaron en el mes de Abril del año que acaba de finalizar, un libro sobre el psicoanálisis que es una buena muestra de falta de rigor.

Ya en la introducción nos dicen:”Si elige acudir a la consulta de un psicoanalista se expondrá a escuchar las cosas mas desagradables sobre si mismo que haya oído nunca (…) En este libro trataremos de trasmitirle algo de tranquilidad” Como ven es lo opuesto al rigor de la ética del psicoanálisis; “Ir por la verdad fuere cual fuere”

El primer capitulo es un listado de conceptos freudianos. Pero hacer un listado no es entenderlos.

El segundo está dedicado a discutir la cientificidad del psicoanálisis. No sabemos con quien discuten, pues si no estuvieran tan obcecados se habrían dado cuenta de que tanto Freud como Lacan, si bien en sus inicios intentaron pensar el psicoanálisis como una ciencia, ambos renunciaron a ello, aunque trabajaron para que un psicoanálisis fuese una experiencia que proporcionase un saber transmisible.

Seguidamente se dedican a tratar de refutar la teoría edípica freudiana y las teorías sexuales infantiles, y lo hacen de la siguiente manera: “La alta consanguinidad aumenta el riesgo de enfermedades” “La propia biología se encarga de que no se den relaciones sexuales entre los miembros de la misma familia” “Se ha comprobado que los miembros de la misma familia presentan escasos niveles de atracción física” Nos dibujan pues, una familia basada en lazos meramente biológicos.

Después parecen recordar la gran cantidad de niños adoptados que existen hoy y cambian de opinión diciendo algo así como que cuando se convive con alguien desde bebé, no hay atracción sexual. ¡Vaya con el rigor científico¡

Vamos a hacer un análisis un poco más serio y tengamos en cuenta que somos seres de palabras. Por tanto, una vez que se tomó el lugar de padre, de madre, o de hermano, una vez que se simbolizó, aparece una barrera que es propiamente humana. La sexualidad queda reprimida, y podemos amar sin sentir deseo sexual. Cuando la prohibición edípica funciona, se lleva a cabo la operación de represión, y con ella la separación, entre amor y deseo sexual, cosa que no siempre sucede.

Continúan con la sexualidad infantil y nos describen una idea de sexualidad totalmente equivalente a genitalidad, y además en pareja (no dejan claro si heterosexual) Así tratan de ridiculizar también las teorías sexuales infantiles freudianas. En ese intento pierden de vista que incluso la cultura más popular de hoy, diferencia entre sexualidad y genitalidad.

Lacan decía que las neurociencias no han hecho ningún aporte en el terreno de la ética. Que las neurociencias lo que hacen es inyectar la idea de alma que tenía Aristóteles en la concepción del sistema nervioso. Es un tema que merece ser estudiado despacio, pero hoy vamos simplemente a señalar cómo los señores Santamaría y Fumero y por ende el director de la colección, se sitúan en la misma línea que la doctrina oficial de la Iglesia para la cual los niños son angelitos y no tienen sexualidad.

Libros como este sólo nos causarían una sonrisa si no fuese porque hoy asistimos a una convergencia de fuerzas entre el neoliberalismo, el cientifismo, y el utilitarismo para imponer una visión reductora de lo humano. Lo constatamos en la aplicación a los diferentes dominios de la educación, la investigación, las libertades, y el sufrimiento psíquico. Este falso cientifismo se ha propuesto arrinconar cualquier abordaje del sufrimiento que no sea el suyo, y sacar al psicoanálisis fuera de la ley. De la seguridad social, oficialmente, ya lo han echado.

La clínica de lo que llaman “Salud Mental” está en el punto de mira de los intereses tanto de los laboratorios como de una multitud de “investigadores” que han logrado colocarse en puestos de poder a través de las Universidades. Se han propuesto imponernos la evaluación cuantitativa y homogeneizante para todos. Estos artificios nos pueden conducir a una debacle de lo humano comparable a la debacle financiera…Replegarse sería mortal para el psicoanálisis nos dice Miller.

Por eso no vamos a cejar en el empeño de establecer una conversación con toda persona que desee expresar su opinión y hacemos de nuevo, una invitación a participar en este blog. Tenemos un gran interés en dialogar con Uds., sean cuales sean el punto de vista desde el que se posicionen.

Para mayor comodidad pueden dirigir sus preguntas y comentarios a …dialogosblog@terra.es.

FE, CREENCIA Y CERTEZA: ALIENACION-SEPARACION

Cuando Freud habla de fe, eso siempre está en referencia a la fe en el padre. Es por fe por lo que se cree en el padre. Es por fe por lo que un sujeto se siente hijo, se siente hija. Es por la fe por lo que funcionamos en la vida sin tener que correr a comprobarlo todo. Incluso para poder dormirnos nos es necesario atribuirle al mundo una dosis de buena fe.

Allain Miller en su curso “Donc” señala que es necesario un acto de fe incluso para sostener la creencia de que dos y dos son cuatro y no tener que ir a verificarlo cada vez. Cada vez que hacemos una generalización, un “Por lo tanto…” estamos poniendo en juego la fe. Es la aceptación de convivir con un punto de falta, de un no saber, en el cual viene a colocarse la creencia.

En la creencia, en la fe, hay una toma de decisión. Es la decisión de aceptar la responsabilidad en los actos que cada cual ha realizado. Darles creencia conlleva hacer un juicio…”He hecho esto…por lo tanto soy….”

Podemos poner como ejemplo un caso clínico publicado: En el curso de un análisis una mujer analiza un hecho de su infancia. Cuando tenía cinco años nació una hermanita y para ella aquello fue una catástrofe. La envidia la carcomía. En un momento determinado ella coge un mechero e intenta prender fuego en la cuna de la pequeña. En ese momento ve a su padre que viene hacia la habitación. Esconde el mechero. El padre no dice nada. No sabe si la vio. Pero la aparición del padre sirvió para que ella se viera a si misma haciendo eso. Aparece en ella un reproche interno, un juicio: “Soy una envidiosa” que conlleva un reproche, y con ello el malestar consiguiente….Este juicio le permitió poner en marcha otro mecanismo de defensa distinto a la proyección: la represión.

Si tomamos como ejemplo cualquier exceso. Exceso de ira, de lujuria, de avaricia, de soberbia, etc. Vemos que es necesaria la subjetivación de ese exceso con el displacer que conlleva, para que se constituya un “Soy….”irascible, lujurioso, avariciosa, soberbio.

El mecanismo de la proyección consiste en denegar creencia a ese reproche interno. Se deniega ese “Soy….” Pero el displacer no desparece. El sujeto ya se vio “siendo tal cosa” y el malestar sigue en el cuerpo. Y sabemos que lo rechazado en lo simbólico reaparece en lo real, es decir lo rechazado de las representaciones significantes, reaparece fuera, en forma de certeza alucinatoria… Si yo “Soy…inocente” los otros “Son culpables…” “Los otros son responsables de ese malestar que yo siento… algo me hacen”

Denegar la fe y la creencia en un reproche interno, es no dejar entrar en la cadena de las representaciones significantes una vivencia de exceso y expulsar el reproche fuera de la subjetividad colocándolo en el otro, en los otros.

La incredulidad de origen es una de las formas que tiene Freud de nombrar ese estado “anterior” al juicio. Podemos verlo en el ejemplo. Ella actúa y no llega a enjuiciar su acto, hasta que se percibe a si misma haciéndolo.

ALIENACION-SEPARACION

Vamos a estudiar hoy un concepto lacaniano que retoma el concepto freudiano de representación. Vamos a estudiar el concepto de cadena significante.

Venimos diciendo que hay algo en las experiencias humanas inasimilable para el juicio….que el juicio, los juicios, los hacemos con significantes, significantes encadenados los unos con los otros.

Lo vemos bien en el diccionario…para definir un significante son necesarios otros significantes…Vamos a escribirlo de un modo simplificado...S1…S2, S3, Sn El efecto de este encadenamiento es producir un efecto de significación. Incluso en la definición más simple, como: “Una piedra es una piedra” se produce un efecto de significación, un efecto de sentido.

¿Qué es pues un significante sin sentido? Es un significante fuera de la cadena. Por tanto no produce efectos de significación, produce otros efectos.

¿Qué podemos decir que es el sentido? En un primer acercamiento, en una primera lectura, podríamos decir que es aquello que siempre se escapa, siempre se fuga, pero que nos orienta. Podemos decirlo también de otro modo…. Con el esquema de Alienación-Separación. Un sujeto representado por un significante un S1….cuando queda enganchado a un S2, S3, Sn, algo se pierde en ese enganche, y eso pone en marcha el sentido.

Pongamos un ejemplo: Un profesor cuenta una historia: Tenía un alumno que no se integraba con los otros. Estaba bastante aislado…El profesor decía que “no tenía malicia” En una entrevista con la madre, ésta dice “Yo procuro inculcarle valores; que sea generoso, trabajador y que vaya con la verdad por delante”…Pasa un tiempo y el profesor observa un cambio en el chaval. Está más integrado, juega….Cuando el profesor tiene una nueva entrevista con la madre, ésta le cuenta que está muy enfadada por la actitud que tomó su marido con el hijo.

Resumiendo las cosas sucedieron así: El padre era entrenador del equipo en el que jugaba el chico -9 años- …Un día desaparece en el vestuario un reloj que le acababan de regalar a uno de los chavales. El entrenador les dice que esas cosas pasan, que no está bien hacerlas pero que a veces se cae en la tentación. El que lo haya cogido que lo vuelva a dejar en el vestuario cuando no lo vea nadie, y que con eso vale. Que se olvidará el tema.

Al llegar a casa la madre le enseña el reloj, lo había encontrado en la habitación del chico. Muy enfadada le grita a su hijo que se lo tiene que decir al amigo, el padre intenta calmarla pero ella insiste en que hay que decírselo al dueño del reloj, hay que ir con la verdad por delante. Coge el teléfono para llamar y en ese momento, el padre le da un manotazo al teléfono, y muy serio le dice a su mujer que las cosas se iban a hacer tal como él había dicho en el vestuario. El hijo dejará el reloj en el sitio acordado, ellos le impondrán un castigo al chaval en casa, y le prohíbe a ella, contárselo a nadie. La madre, a regañadientes, se aviene a lo que dice su marido.

Tenemos aquí un ejemplo de cómo, el S1 significante sin sentido “Ir con la verdad por delante” era encarnado, actuado por ese chico en su “No tener malicia”…. El padre, introduce otro significante, un S2…. “La verdad si,… pero no siempre” y ahí se despliega la cadena…S3 “Hay veces que decir la verdad solo sirve para daño”… (etc, etc,…) Sn. La intervención del padre, en este caso, pone en marcha la cadena significante. El chico deja de “ser” “El que va con la verdad por delante” deja de encarnar ese significante. Eso introduce su falta en ser, su división. Dirá la verdad, a veces, y nunca acertará del todo.

Pero esperemos que a partir de ese momento tenga la malicia suficiente para escapar a cualquier significante sin sentido ya provenga de la madre, del padre, o de cualquier otro lugar.

PELICULA….”LA OLA” Y EL CINISMO CONTEMPORANEO Y SUS EFECTOS

Hoy queremos hacer un comentario en dos partes; las dos están orientadas por el psicoanálisis, pero una será más teórica y nos servirá como base de la otra. Las dos son un comentario a la película alemana “La ola” de Dennis Gansel.

Repasemos el guión de la película: Un profesor de instituto debe de dar una asignatura que no le gusta durante una semana. El tema es “La autocracia” Unos cuantos alumnos se apuntan a su clase únicamente porque el otro profesor que da “El anarquismo” es aburrido.

El ambiente que reina en la clase es de desinterés y falta de orden…Casi nadie sabe definir que es autocracia, y cuando alguien lo define hay una idea general de que es algo del pasado, y no sólo en Alemania sino en nuestra sociedad accidental. El profesor hace una pregunta “¿Creéis que eso no podría volver a suceder en nuestros días?”

Cuando se marchan, el profesor se traza un plan, que en principio parece destinado a demostrarles lo contrario. Luego iremos viendo cómo él mismo va quedando enganchado en sus mismas redes.

Cuando al día siguiente llegan a clase encuentran las sillas en orden, les hace sentarse en los lugares que él ha programado para cada uno y les plantea un modo de funcionamiento consistente en llamarlo de Ud, levantar la mano para pedir la palabra, levantarse para hablar, terminar la frase con un “Señor” Una mezcla de divertido asombro hace que obedezcan.

La propuesta de ponerse un nombre como grupo es rápidamente aceptada y tras una votación se decide como nombre del grupo “La ola” Es decir, busca como despertar en ellos un efecto de pertenencia al grupo. Algunos se niegan a seguir las consignas y son echados de la clase, argumentando que la decisión es libre.

Rápidamente, ese sentimiento de pertenencia, se convierte en una mirada hostil hacia los otros. Les propone un cierto modo de marcar el paso y aunque primero se resisten, cuando les dice que debajo está la clase de anarquía y los invita a que les hagan sentir su fuerza, el edificio tiembla con la fuerza de sus golpes…

El siguiente paso es proponerles un tipo de uniforme, una simple camisa blanca. A partir de ahí todo se precipita…Un logotipo, un saludo…Una sensación de fuerza se va apoderando de ellos. Son “La ola” y eso los convierte en amigos, frente a los otros, los que no lo son.

Los chicos, que hasta entonces eran un mosaico de vestimentas, comportamientos, y actitudes, se van unificando. Una actitud desafiante ante el resto del mundo se va apoderando de ellos…llenan la ciudad de pegatinas y pintadas con el logotipo, se enfrentan a quienes no quieren continuar con ello…

En ese momento se van perfilando tres modos de reacción ante esa dinámica de unificación. Alguien que se niega a entrar, una chica que ha mostrado una personalidad fuerte, aunque la negativa le cuesta perder a su novio, que se encuentra muy cómodo en esa situación. Por el otro lado hay un chico, que muestra una personalidad dependiente e insegura. Para él, “La ola” se convierte en su vida, hasta el punto de comprarse una pistola para defender a cualquier miembro del grupo.

En el centro de los dos polos, el resto de los chicos, están completamente implicados. Llegando hasta ser capaces de atacar a otro grupo durante un partido de waterpolo. Incluso, al final de la película, atacan a su propio compañero que quiere dejarlo todo.

¿Y el profesor? La sensación de poderío le atrapa, acaba por gustarle, se apodera de él, y hace emerger “eso” que llamamos “siniestro”, y que aquí consiste en mostrar la envidia y la rabia hasta entonces inhibida, hacia su mujer y el resto del profesorado.

Tenemos una película que nos muestra como un Significante Amo, un S1 sin significación; “La ola”, tiene el efectos de alienar, a todo un grupo, a un significante sin sentido. Y como esa identificación tiene, como efecto un imperativo de obediencia ciega, que solo deja una respuesta posible: “Señor, si señor»

El final de la película se lo dejamos para que la vean, merece la pena.

EL CINISMO CONTEMPORANEO Y SUS EFECTOS

La tesis que planteamos es que la proliferación actual de las tribus urbanas, así como de todo movimiento de corte fascista, se asienta sobre un modo de sociedad cínica. Una sociedad en la que el discurso del nuevo amo, el Discurso del Amo moderno, toma la forma del cinismo, pero no del cinismo antiguo que prescindía de los oropeles, sino de un cinismo que hace de la palabra algo sin valor, algo vacío.

Esa falta que venimos nombrando como falta en ser, falta en el saber, falta en el gozar, acompaña al sujeto de todos los tiempos y de todas las culturas. Y todas las culturas de todos los tiempos, han tenido y tienen, su forma de intentar taponar esa falta. Durante siglos las religiones del Padre han protagonizado el intento de conseguirlo. Pero a ese modo, que Lacan llama el Discurso del Amo antiguo, algo se le escapa siempre.

Ese agujero, en el centro mismo del ser, que en el artículo anterior llamamos extimidad, no es un agujero vacío, está lleno de algo que nos desborda siempre y que retorna, muchas veces, bajo una forma siniestra.

El Discurso del Amo moderno tampoco puede evitar que el agujero siempre nos desborde aunque hoy lo hace de otra manera, y produce otros efectos. Esta película nos muestra con que facilidad la forma siniestra de la autocracia puede seducirnos hoy.

Nuestro conciudadano Juan Zapater resume su visión de esta manera: “Lo que esta Ola trae en su seno, no son sino experimentos sobre la seducción del grupo y la fuerza del colectivo, el irresistible atractivo de la disolución de la individualidad en el cuerpo común de la secta o el partido (…) Gansel hunde sus manos en el poder de seducción de las ideologías fascistas (…) El rostro amable del poder del grupo, día a día, gana a adeptos en la clase. Y bajo esa suave pero eficaz influencia, el profesor Rainer y sus seducidos alumnos avanzan gradualmente en esa espiral por la que el individuo se disuelve en la nada (…) Apunta a la fragilidad psicológica de una población susceptible de ser alienada por el confort del grupo y la fuerza de la disciplina -nosotros diríamos por un Significante Amo, un S1 carente de significación, es decir, reducido a la categoría de signo- Es un film que incita al debate y que mira frontalmente a un público joven desde la responsabilidad” En términos psicoanalíticos, estamos hablando del concepto de alienación lacaniano, que incluye la identificación.

Vamos a hacer un repaso sobre el cinismo contemporaneo para situarnos y para ello pediremos ayuda a Silvia Ons, y otros psicoanalistas, así como al sociólogo Bauman

En la sociedad actual la gente tiene una gran avidez por estrechar lazos- nos dicen- pero al mismo tiempo, desconfía de una relación duradera, que despierta la sospecha de una dependencia paralizante. Así el arte de romper relaciones y salir ileso de ellas, con pocas heridas profundas, supera el arte de componer relaciones. El otro deviene objeto consumible, desechable, y evaluado según la cantidad de placer que pueda ofrecer.

El Otro, que no existe, como nos enseñan Miller y Laurent, podemos vincularlo con la muerte de Dios anunciada por Nietche. El Otro ya no es el lugar desde donde una verdad puede emitirse. La incredulidad para con el valor de la palabra, corre paralela con la certitud de que la palabra no tiene contenido, ya que invocamos constantemente los valores de la justicia, el bien, la verdad, la unidad, pero nuestras actitudes y conductas no se orientan por ellos.

La sospecha de que existe un abismo infranqueable entre lo que se dice y lo que se hace gobierna nuestra mirada frente a los otros. La palabra se ha quedado vacía y eso da ocasión a que cualquier palabra pueda llenarse con el significado más absurdo. Es lo que sucede en la película, como vemos.

Asistimos a un momento en que los otros pueden transformarse súbitamente en enemigos, porque son potencialmente adversarios. Cualquier indicio basta para levantar sospechas, y generar la seguridad de que el mundo está habitado por intenciones malévolas. Se evapora así la confianza en uno mismo, en los otros y en la comunidad.

Pero el cinismo moderno, aunque no cree en las máscaras sociales, las utiliza a sus anchas con fines utilitarios. Se busca poder, dinero, fama, al contrario que Diógenes; el mejor representante del cinismo antiguo.

Esto genera la paranoia social. Lacan nos dice, que la paranoia está regida por lo que Freud llamaba “La incredulidad de origen” que corresponde a la negación de la fe y la creencia. Se deniega la creencia a un reproche interno, y se le atribuye al otro el displacer que el reproche hacia uno mismo produce. Este es el mecanismo de la proyección.

La proyección implica no fiarse del inconsciente, rechazar lo que emerge, rechazarlo, y al no creer al reproche, el yo se instala en la certeza. Así no hay creencia sino certeza. Certeza relativa a la malignidad de los otros. Cuanta menos creencia hay, mayor certeza se instala

Para que exista creencia es preciso que exista división subjetiva, es decir, que el yo admita que existe un orden que lo traspasa. Que admita un no saber sobre si mismo. Que admita no saber si se es tan inocente como uno se cree.

La incredulidad contemporánea es paralela al rechazo de la culpa. Así la incredulidad posmoderna puede darse la mano con el fundamentalismo más extremo

Silvia Ons, Allain Miller, Enric Laurent, son miembros destacados de la AMP

PELICULA COMENTADA….”LA OLA”

Hoy queremos hacer un comentario en dos partes; las dos están orientadas por el psicoanálisis, pero una será más teórica y nos servirá como base de la otra. Las dos son un comentario a la película alemana “La ola” de Dennis Gansel.

Repasemos el guión de la película: Un profesor de instituto debe de dar una asignatura que no le gusta durante una semana. El tema es “La autocracia” Unos cuantos alumnos se apuntan a su clase únicamente porque el otro profesor que da “El anarquismo” es aburrido.

El ambiente que reina en la clase es de desinterés y falta de orden…Casi nadie sabe definir que es autocracia, y cuando alguien lo define hay una idea general de que es algo del pasado, y no sólo en Alemania sino en nuestra sociedad accidental. El profesor hace una pregunta “¿Creéis que eso no podría volver a suceder en nuestros días?”

Cuando se marchan, el profesor se traza un plan, que en principio parece destinado a demostrarles lo contrario. Luego iremos viendo cómo él mismo va quedando enganchado en sus mismas redes.

Cuando al día siguiente llegan a clase encuentran las sillas en orden, les hace sentarse en los lugares que él ha programado para cada uno y les plantea un modo de funcionamiento consistente en llamarlo de Ud, levantar la mano para pedir la palabra, levantarse para hablar, terminar la frase con un “Señor” Una mezcla de divertido asombro hace que obedezcan.

La propuesta de ponerse un nombre como grupo es rápidamente aceptada y tras una votación se decide como nombre del grupo “La ola” Es decir, busca como despertar en ellos un efecto de pertenencia al grupo. Algunos se niegan a seguir las consignas y son echados de la clase, argumentando que la decisión es libre.

Rápidamente, ese sentimiento de pertenencia, se convierte en una mirada hostil hacia los otros. Les propone un cierto modo de marcar el paso y aunque primero se resisten, cuando les dice que debajo está la clase de anarquía y los invita a que les hagan sentir su fuerza, el edificio tiembla con la fuerza de sus golpes…

El siguiente paso es proponerles un tipo de uniforme, una simple camisa blanca. A partir de ahí todo se precipita…Un logotipo, un saludo…Una sensación de fuerza se va apoderando de ellos. Son “La ola” y eso los convierte en amigos, frente a los otros, los que no lo son.

Los chicos, que hasta entonces eran un mosaico de vestimentas, comportamientos, y actitudes, se van unificando. Una actitud desafiante ante el resto del mundo se va apoderando de ellos…llenan la ciudad de pegatinas y pintadas con el logotipo, se enfrentan a quienes no quieren continuar con ello…

En ese momento se van perfilando tres modos de reacción ante esa dinámica de unificación. Alguien que se niega a entrar, una chica que ha mostrado una personalidad fuerte, aunque la negativa le cuesta perder a su novio, que se encuentra muy cómodo en esa situación. Por el otro lado hay un chico, que muestra una personalidad dependiente e insegura. Para él, “La ola” se convierte en su vida, hasta el punto de comprarse una pistola para defender a cualquier miembro del grupo.

En el centro de los dos polos, el resto de los chicos, están completamente implicados. Llegando hasta ser capaces de atacar a otro grupo durante un partido de waterpolo. Incluso, al final de la película, atacan a su propio compañero que quiere dejarlo todo.

¿Y el profesor? La sensación de poderío le atrapa, acaba por gustarle, se apodera de él, y hace emerger “eso” que llamamos “siniestro”, y que aquí consiste en mostrar la envidia y la rabia hasta entonces inhibida, hacia su mujer y el resto del profesorado.

Tenemos una película que nos muestra como un Significante Amo, un S1 sin significación; “La ola”, tiene el efectos de alienar, a todo un grupo, a un significante sin sentido. Y como esa identificación tiene, como efecto un imperativo de obediencia ciega, que solo deja una respuesta posible: “Si señor, señor”

El final de la película se lo dejamos para que la vean, merece la pena.

EL CINISMO CONTEMPORANEO Y SUS EFECTOS

La tesis que planteamos es que la proliferación actual de las tribus urbanas, así como de todo movimiento de corte fascista, se asienta sobre un modo de sociedad cínica. Una sociedad en la que el discurso del nuevo amo, el Discurso del Amo moderno, toma la forma del cinismo, pero no del cinismo antiguo que prescindía de los oropeles, sino de un cinismo que hace de la palabra algo sin valor, algo vacío.

Esa falta que venimos nombrando como falta en ser, falta en el saber, falta en el gozar, acompaña al sujeto de todos los tiempos y de todas las culturas. Y todas las culturas de todos los tiempos, han tenido y tienen, su forma de intentar taponar esa falta. Durante siglos las religiones del Padre han protagonizado el intento de conseguirlo. Pero a ese modo, que Lacan llama el Discurso del Amo antiguo, algo se le escapa siempre.

Ese agujero, en el centro mismo del ser, que en el artículo anterior llamamos extimidad, no es un agujero vacío, está lleno de algo que nos desborda siempre y que retorna, muchas veces, bajo una forma siniestra.

El Discurso del Amo moderno tampoco puede evitar que el agujero siempre nos desborde aunque hoy lo hace de otra manera, y produce otros efectos. Esta película nos muestra con que facilidad la forma siniestra de la autocracia puede seducirnos hoy.

Nuestro conciudadano Juan Zapater resume su visión de esta manera:

“Lo que esta Ola trae en su seno, no son sino experimentos sobre la seducción del grupo y la fuerza del colectivo, el irresistible atractivo de la disolución de la individualidad en el cuerpo común de la secta o el partido (…) Gansel hunde sus manos en el poder de seducción de las ideologías fascistas (…) El rostro amable del poder del grupo, día a día, gana a adeptos en la clase. Y bajo esa suave pero eficaz influencia, el profesor Rainer y sus seducidos alumnos avanzan gradualmente en esa espiral por la que el individuo se disuelve en la nada (…) Apunta a la fragilidad psicológica de una población susceptible de ser alienada por el confort del grupo y la fuerza de la disciplina [i]-nosotros diríamos por un Significante Amo, un S1 carente de significación, es decir, reducido a la categoría de signo- Es un film que incita al debate y que mira frontalmente a un público joven desde la responsabilidad”[/i]

En términos psicoanalíticos, estamos hablando del concepto de alienación lacaniano, que incluye la identificación.

Vamos a hacer un repaso sobre el cinismo contemporaneo para situarnos y para ello pediremos ayuda a Silvia Ons, y otros psicoanalistas (1), así como al sociólogo Bauman

En la sociedad actual la gente tiene una gran avidez por estrechar lazos- nos dicen- pero al mismo tiempo, desconfía de una relación duradera, que despierta la sospecha de una dependencia paralizante. Así el arte de romper relaciones y salir ileso de ellas, con pocas heridas profundas, supera el arte de componer relaciones. El otro deviene objeto consumible, desechable, y evaluado según la cantidad de placer que pueda ofrecer.

El Otro, que no existe, como nos enseñan Miller y Laurent, podemos vincularlo con la muerte de Dios anunciada por Nietche. El Otro ya no es el lugar desde donde una verdad puede emitirse. La incredulidad para con el valor de la palabra, corre paralela con la certitud de que la palabra no tiene contenido, ya que invocamos constantemente los valores de la justicia, el bien, la verdad, la unidad, pero nuestras actitudes y conductas no se orientan por ellos.

La sospecha de que existe un abismo infranqueable entre lo que se dice y lo que se hace gobierna nuestra mirada frente a los otros. La palabra se ha quedado vacía y eso da ocasión a que cualquier palabra pueda llenarse con el significado más absurdo. Es lo que sucede en la película, como vemos.

Asistimos a un momento en que los otros pueden transformarse súbitamente en enemigos, porque son potencialmente adversarios. Cualquier indicio basta para levantar sospechas, y generar la seguridad de que el mundo está habitado por intenciones malévolas. Se evapora así la confianza en uno mismo, en los otros y en la comunidad.

Pero el cinismo moderno, aunque no cree en las máscaras sociales, las utiliza a sus anchas con fines utilitarios. Se busca poder, dinero, fama, al contrario que Diógenes; el mejor representante del cinismo antiguo.

Esto genera la paranoia social. Lacan nos dice, que la paranoia está regida por lo que Freud llama “La incredulidad de origen” que corresponde a la negación de la fe y la creencia. Se deniega la creencia a un reproche interno, y se le atribuye al otro el displacer que el reproche hacia uno mismo produce. Este es el mecanismo de la proyección.

La proyección implica no fiarse del inconsciente, rechazar lo que emerge, rechazarlo, y al no creer al reproche, el yo se instala en la certeza. Así no hay creencia sino certeza. Certeza relativa a la malignidad de los otros. Cuanta menos creencia hay, mayor certeza se instala

Para que exista creencia es preciso que exista división subjetiva, es decir, que el yo admita que existe un orden que lo traspasa. Que admita un no saber sobre si mismo. Que admita no saber si se es tan inocente como uno se cree.

La incredulidad contemporánea es paralela al rechazo de la culpa. Así la incredulidad posmoderna puede darse la mano con el fundamentalismo más extremo

(1) Silvia Ons, Allain Miller, Enric Laurent, son miembros destacados de la AMP

NOSTALGIA, PASION Y ANGUSTIA

“La pasión es un deseo acompañado de dolor. Es la relación con un objeto (persona o cosa) de la que creemos que puede llenar por completo nuestro vacío”

Vamos comentar estas palabras del artículo publicado debajo de este.

Venimos diciendo que la vivencia de satisfacción quedó como algo inasimilable para el juicio, y puesto que el juicio se hace con significantes, quedó fuera del sistema significante. Vamos a llamar al sistema significante; el registro de lo Simbólico

Para explicar nuestro aparato psíquico Lacan -apoyado en Freud- nos habla de tres registros: el registro de lo Simbólico, el registro de lo Imaginario y el de lo Real. Los tres deben de estar entrelazados, es decir que haya zonas de intersección.

Que algo esté en nosotros fuera de lo simbólico no quiere decir que no esté. La huella de la vivencia de satisfacción está. Está en nosotros, Lacan dice que de un modo extimo. Lo extimo es aquello que está pensado como un no-yo, como un “yo no soy eso”

Un modo de visualizarlo es usando la topología. Si miramos una rueda de camión ¿Dónde está el hueco central? ¿Dentro de la rueda? ¿Fuera? ese vacío es consustancial a la rueda. Es un exterior en el interior

Del Yo hemos venido diciendo que se construye con los juicios que vamos haciendo, juicios que se van repitiendo de la siguiente manera. placentero=bueno para mi=yo …displacentero=malo para mi= no yo, “yo no soy eso”

Ser un objeto a merced del Otro es nuestra primera posición como vivientes. En las primeras vivencias de satisfacción nuestra posición es la de ser un objeto a merced del Otro. Esto es una ley general. El modo en que eso se plasmó, es lo particular de cada uno.

Ser un objeto a merced del Otro debemos de decir que tiene un “tinte de pasividad». Pero nos guste o no, se gozó de eso. Ser el objeto que satisface al Otro causó nuestra satisfacción. Ser lo que le faltaba al Otro, lo que le hacía falta.

Un hijo es uno de los objetos privilegiados susceptible de ser esperado como lo que vendrá a colmar el vacío de la madre, del padre o de ambos. Es más, para que las cosas marchen debe ocupar ese lugar para alguien. Ya habrá tiempo de ser desalojado de ahí.

Toda pasión arranca de ahí. Apasiona repetir esa experiencia. Colocarnos como objeto para que el Otro lo tenga todo. La pasión es un deseo que duele. Freud diría que está más allá del principio del placer, está en el terreno del goce

La vivencia de satisfacción de la que venimos hablando, está en ese terreno, en el terreno del goce. El hecho de haber sido recibida sin haber sido pedida ni esperada, es decir sin ninguna representación psíquica, produce en nosotros la posición de objeto.

Es una posición que se desea y que duele. Es deseada y rechazada al mismo tiempo. Por eso la huella que esa vivencia dejó en nosotros es evitada por el pensamiento y sólo puede ser abordada como un “yo no soy eso”, yo no soy ese objeto ofrecido al Otro.

En la pasión podemos percibirlo . Nos colocamos a merced de algo o alguien a quien atribuimos rasgos o cualidades que lo hacen único. Rasgos muchas veces “inventados” o incluso “alucinados” Nos desposeemos de atributos y se los adjudicamos a alguien. Son los ropajes que disimulan ese lugar de objeto en el que nos ponemos. Argumentos que tratan de sostener el “yo no soy eso” Son ropajes que visten el mal trato que nos damos o que nos dejamos dar.

La angustia está siempre cerca en este tipo de relaciones. Emerge en los momentos en que los atributos con los que adornamos a ese algo o alguien no se sostienen, y cae la máscara que le habíamos puesto.

LA NOSTALGIA (*) Extracto del artículo

Existe una versión romántica de la nostalgia que nos remite al recuerdo entrañable. Es la nostalgia que nos remite al recuerdo dulzón del pasado.

Pero la nostalgia, en su sentido más profundo, es otra cosa. El término nostalgia proviene de la suma de nostos, regreso, retorno, y algos, dolor. La nostalgia no es sólo un recuerdo, sino un recuerdo doloroso de aquello que se añora. Por lo tanto, si el recuerdo mira hacia el pasado, la nostalgia nos trae la presencia dolorosa de algo ya ausente. Reúne en ella pasado y dolor.

Dolorosamente se echa de menos lo que se ausentó, lo que se perdió. Y este dolor es el signo de que lo recordado fue, en su momento, algo único Este dolor en la memoria, nos hace preguntarnos, qué fue ese algo, o ese alguien, que se perdió.

Si el dolor acompaña al recuerdo nostálgico, es porque el dolor acompañó al deseo cuando aún se tenía lo que ya no está. ¿Cómo llamar a ese deseo acompañado de dolor que se tuvo? Tiene un nombre preciso: pasión. La pasión es un deseo acompañado de dolor.

De una relación así, una vez acabada, lo que importa es la huella que dejó. Aquella relación fue vivida como singular, es decir única, y queda a parte de todas las otras. Fue vivida con pasión. La pasión es lo que sentimos por quien creemos que puede llenar nuestro vacío.

Pero la nostalgia también extiende su sombra hacia el futuro. Lo doloroso no es sólo pensar que lo que fue, ya no es. Lo doloroso es tener la certeza de ya nunca podrá haber otra relación así.

Si para el nostálgico el pasado aparece habitado por el dolor, el futuro aparece deshabitado de toda esperanza.

Pero la nostalgia se sostiene en un engaño y un error. Engaño porque Freud ya nos advirtió que toda relación es una sustitución de un primer paraíso soñado. Y error porque los paraísos, solo son paraísos porque se perdieron, o porque nunca se llegaron a tener. Por eso a un sujeto afectado de nostalgia le parecerá siempre, que aquello que no tiene es único.

Si no logra dejar de imaginar al objeto perdido como alguien o algo más normal. Si no deja de imaginar que tenía “eso” que lo hacía único, nunca podrá desprenderse de ese dolor que le impide vivir el presente y valorar lo que si está a su alcance.

Anular el presente e hipotecar el futuro es un precio demasiado alto por pensar que una vez se fue feliz, o que se podía haber sido. La ética del dolor no modifica en nada ni el pasado, ni el presente, ni el futuro

(*) Manuel Fernandez Blanco. “La voz de Galicia” 12-2-2006
Manuel Fernandez Blanco es miembro de la ELP

“ACELERACIÓN Y TIRANÍA DEL PRESENTE” (*) resumen T. Monreal

Tenemos en nuestra ciudad pensadores que nos interesan. Intentaremos traerlos paraUds a nuestro blog. Hoy tenemos para presentarles a Josetxo Beriain.

Aceleración y tiranía del presente” es un ensayo publicado por el sociólogo Josetxo Beriain en el que hace un estudio sobre el tiempo. Estudia el modo y el porqué el tiempo ha sufrido una aceleración en nuestros días. Y lo estudia a la luz de numerosas publicaciones de pensadores del siglo pasado, muchos de ellos de la segunda mitad. Vamos a destacar algunos como Bauman, Virilio, Luhmann, Simmel, o Ramón Ramos.

Las metáforas del círculo, la flecha y el punto, para representar el tiempo a lo largo de la historia. Estas metáforas nos muestran, como el discurso social de cada momento histórico, determina la idea que una sociedad dada tiene del tiempo. Beriain, se detiene especialmente, en el momento actual, y en el punto como su metáfora. Así nos explicar muchos de los fenómenos sociales del presente.

El autor coloca las causas en el capitalismo y su premisa: “El tiempo es oro” Pero apunta a una causa más potente, que nosotros vamos a nombrar como: el intento de hedonismo generalizado. Si la idea de salvación, ya sea religiosa o profana desaparece, lo que viene a sustituirla es el imperativo a disfrutar, a gozar. Nos muestra, cómo lo que se deshecha con una mano, nos rebota en la otra con efectos de sufrimiento. Les animamos a leer el libro publicado en la Editorial “Anthropos”, Barcelona, 2008, del cual les ofrecemos el siguiente resumen:

La realidad está constituida por una pluralidad de tiempos conectados los unos con los otros según articulaciones sutiles y múltiples…la historia de un ser humano o de una civilización, no puede ser reducida a la sencillez monótona de un tiempo único…el tiempo social es un producto de la vida social, y más concretamente, del conjunto de relaciones significativas…como la alternancia justo-injusto; bueno-malo, etc. Las relaciones son una construcción humana productora de temporalidad…ninguna cosa tiene significado intrínseco o fijo, sino que su significado, emerge de la relación con otras cosas o eventos…

Estas son las tesis que J.B. va a defender en su libro, y lo hace de la siguiente manera: De las metáforas para representar el tiempo entresaca tres: El círculo, la flecha y el punto. El punto será la metáfora que representa en tiempo en el presente. La metáfora del tiempo como circular, corresponde a la idea de una renovación cíclica de todas las cosas. Da ejemplos: la cultura tradicional china, o la Grecia antigua, entre otros. Para Platón, tanto los procesos cósmicos, como el tiempo de nuestro mundo, se desarrollaba en un círculo de generación-degeneración. La metáfora de la flecha corresponde al tiempo de la Edad Moderna, basada en la idea racional del mundo. Esa idea del mundo, que tiene sus raíces en la tradición judeo-cristiana, interpreta la historia como la caída del hombre y su redención, y tiene como significación, la salvación de la humanidad. Esta idea de salvación, se conservará después, pensada como destino de la historia. Las utopías de un futuro radiante son una versión secularizada de redención humana.

Hoy vemos disolverse los grandes mitos de la modernidad. Vemos desaparecer la certidumbre de un futuro salvador para la humanidad, y con ello, la idea del tiempo como un comienzo y un fin. En la medida en que nuestro futuro deviene más incierto, nuestra experiencia del tiempo experimenta una creciente fragmentación. Nada vale como algo seguro y permanente en el tiempo. Aparece una aceleración entendida como incremento de la velocidad de desplazamiento de personas, mercancías y mensajes, que van a condicionar la experiencia de la vida humana. En muchos casos, se manifiesta, como una tiranía del presente, despegado de cualquier carga de tradición y de cualquier concepción utópica. La ruptura con el pasado nos lleva a un cambio permanente y acelerado. Hay una exigencia de rapidez. Pero cuanto más tiempo ganamos, gracias a la aceleración tecnológica, menos tiempo tenemos. Esta sociedad, basada en una intensificación del presente, amputado del pasado, nos arroja a un futuro inasible. Se vive al día, a la hora, al minuto, y, una sociedad así, es propensa a los accidentes y desastres. Si el futuro aparece borroso, pues no pensemos en él. Disfrutemos ahora, paguemos más tarde. Vivimos a crédito. ¿Para qué retrasar la gratificación?

La aceleración que produce la tecnología nos lleva a una tele-presencia, que incrementa el olvido. Es una sociedad en directo, tele-presente en la totalidad del mundo. El espacio se contrae virtualmente y pierde su significación para orientarnos. La sociedad también se acelera. Los trabajos cambian a mayor velocidad que las generaciones. Cada persona se ve obligada a remodelar su profesión constantemente con cursos de reciclaje para un mercado de trabajo extremadamente flexible y volátil.

Una forma de esclavización moderna es la dictadura de la prisa. La locura de la rapidez se pone de manifiesto en todos los ámbitos: En el deporte lo vemos en los esfuerzos sobrehumanos exigidos al deportista, o, en el cambio, de un fútbol bello, por un fútbol resultado. Los jóvenes creen más en el mundo de las imágenes, disfrutan con las imágenes, sobre todo, aquellas que exaltan las sensaciones. La aventura, como estilo de vida, es un buen ejemplo de este individuo que vive el presente del antes y el después. El tiempo se convierte también en un signo de status. Aunque parezca contradictorio, cuanto más rico es uno, menos tiempo se tiene.

Bajo todo esto, subyace una conciencia fatalista de tipo nihilista hacia la propia vida, basada en la creencia de que poderes externos a uno mismo controlan nuestra vida. La convicción, de que el futuro no lo construye uno, sino que le viene dado. Se observa una ampliación de la conciencia fatalista. El miedo al infierno, gestionado por la religión, ha sido sustituido por el miedo a morir y el empeño en alargar la vida, en un peligroso coqueteo con la inmortalidad.

La fuente más obvia de la aceleración es el capitalismo y su premisa: “El tiempo es oro”. El derroche del tiempo es el pecado más importante. Si se puede ganar diez en un día y se emplea medio, paseando, se han perdido cinco. Pero si el tiempo es dinero, la velocidad es voluntad de poder. El capital no puede parar a descansar, no puede detener la carrera y asegurar su posición, por la razón de que, o asciende continuamente, o desciende. No existe un punto medio de equilibrio, debido a que la parada es equivalente a la caída.

Más potente aún que el capitalismo como fuente de aceleración, J.B. plantea la idea de un imaginario profano, que trata de traer el reino de Dios a este mundo. Sería pues, el resto de una idea de salvación. Si el pecado ya no es pecado; si el futuro ya no es salvación, solo nos queda una vida “realizada”, es decir, rica en cantidad (que no en calidad) de experiencias. Si vivimos a doble velocidad duplicaremos lo que podemos hacer en una vida. La cuestión es experimentar más, en el menor tiempo posible. La introducción del reloj, como artefacto mecánico, anunció la victoria de un nuevo orden cultural y político.

Como tercera fuente de aceleración tendríamos la diferenciación de funciones. La política, la ciencia, el arte, la economía, el derecho, el sistema educativo etc., no pueden ser controlados simultáneamente, como un único ritmo social, a causa de su creciente complejidad y contingencias. La necesidad de sincronización, introduce una aceleración en el proceso. Al introducir mas aceleración, introducimos más contingencias, y con ello, nuevas incertidumbres. El resultado en el sujeto humano es una creciente angustia. La angustia de ganar posiciones, y sobre todo, de no perderlas.

Esta vorágine de la velocidad ha hecho surgir un nuevo tipo de identidad; la del jugador situacional el sujeto humano sin atributos. Se ha incrementado la conciencia de la contingencia; se trabaja profesora, ya no se es profesora; se vive con Maite, no se es el marido de Maite. Sin atributos significa vivir sin garantías, con solo una certeza provisional. Hemos pasado, de una identidad sustancial a priori, a una identidad situacional a posteriori. El Self es hoy un vacío para ser llenado con nuestras fantasías, es decir, permite un elenco infinito de posibilidades.

La reacción individual, en la modernidad tardía, es un movimiento frenético, que de hecho, es una forma de inercia. El individuo está aquejado por la melancolía y una cierta ansiedad depresiva.

Mención especial merece la tesis de Virilio: “Hacemos las cosas más rápidamente porque la velocidad es divertida, llama nuestra atención. Produce excitación y nos saca del aburrimiento. Nada es aburrido si es lo bastante rápido. La velocidad es una nueva forma de éxtasis, amamos la velocidad, la amamos hasta que nos produce miedo, porque produce una descarga de adrenalina, una intensificación de la existencia”

Se manifiestan algunos signos de desaceleración dice J.B. reducido a grupos concretos, grupos isla. Hoy los grupos progresistas son los que tienden a simpatizar con los que propugnan una contención, una desaceleración.

(*)Josetxo Beriain; Ed., “Anthropos”, 2008, Barcelona

A día de hoy estamos inmersos en una crisis que preveemos va a poner en cuestión este modo de funcionamiento. No sabemos que nuevo modo de tiempo se nos avecina. Si sabemos que este modo de “disfrutemos ahora paguemos más tarde” tiene un caro precio. También sabemos que tratar de eliminar el tiempo de la espera, es un intento loco. Es un modo de “alucinar” aquella vivencia de satisfacción mítica de la que nos habla Freud.