MUJERES

Tenemos dos preguntas. Uds. pueden leerlas en “Ver todos mis artículos” Las preguntas se refieren a las mujeres.

Para tratar de responder debemos una vez más, hacer un cierto recorrido por los conceptos freudianos y lacanianos.

Venimos diciendo que el Complejo de Edipo es la manera como Freud trata de explicarse la introducción de la ley en el sujeto humano, la introducción de la prohibición. Lacan lo llamó después Operación de la metáfora paterna o Nombre-del-Padre. Es una operación que se hace en tres tiempos. En esquema, es de este modo:

1-En el primer tiempo la madre es tanto para el niño como para la niña la representación del todo poder. La primera identificación es a la madre, es al poder materno.

2- Hay un momento en que una decepción sucede, ella no tiene el poder de todo. La satisfacción plena está perdida. Entonces ambos dirigen su mirada al padre. Ya que alguna potencia “debe”o “debería de existir, “Él debe de serlo”…El niño y la niña, se identifican al padre, como nuevo portador de la potencia, del falo.

3- De quien acceda a este tercer tiempo podemos decir que es un sujeto en el que ha operado la castración En este tercer tiempo la potencia del padre cae. El padre es percibido como castrado…Se llega a la conclusión de que la potencia no existe….Entonces el niño quedará identificado al padre pero no del todo…Y la niña volverá la mirada hacia su madre para identificarse a ella como mujer.

Pero para que esto se lleve a cabo, el padre debe hacer bien su tarea. Debe reconocerse con falta, debe aceptar que le hace falta una mujer. Debe de ser un hombre que mire a la madre como mujer y tenga cuidado de sus hijos, y con ello se “gane” el título de padre. Lacan lo dice bonito “Un padre sólo tiene derecho al amor y al respeto, si hace de una mujer el objeto causa de su deseo. De lo que ella se ocupa es de otros objetos que son sus hijos.” “Ser padre pues es haber tenido la perversión particular de atarse a los objetos pequeños de una mujer” La formulación deja abierta la posibilidad de que puede ser o no, aquella con quien el padre ha tenido los hijos. “A estos objetos el padre debe darles un cuidado que se llama paternal, en el sentido más amplio». Es un cuidado que se podría decir que separa a la madre de los hijos de la buena manera “El que hace esta elección es un padre. Es una decisión de un orden distinto que la voluntad”

Pero puede suceder que un sujeto no pase del primer tiempo, también que no pase del segundo. Tanto lo uno como lo otro tiene consecuencias en la estructuración del psiquismo. Consecuencias que no vamos a estudiar ahora. Solo diremos que las diferentes estructuras clínicas tienen que ver con esas detenciones

Aquí nos vamos a interesar en una detención en particular; la de la niña en el segundo tiempo del Edipo. La niña queda identificada al padre pensado sin falta, queda amando al padre ideal, al padre del amor. La niña queda instalada en la histeria.

La histeria…..Es una categoría clínica. Aunque el DSM IV la ignore, la histeria existe. Sigue existiendo. Es un tipo de estructuración del psiquismo que se caracteriza entre otras cosas por el amor al padre ideal. Un padre del amor. Se caracteriza por un deseo loco de ser amada por ese padre, y luego por quien lo represente. Sus elecciones amorosas serán reediciones de ese padre. Ella inviste al hombre en cuestión libidinalmente, y eso lo convierte en objeto amable. Entonces puede hacer casi cualquier cosa para sostener la idea erotomaniaca de “Él me ama” En términos más coloquiales lo escuchamos decir con un “Sin mi no sería nada” Por eso se ofrece en sacrificio, para sentirse necesaria.

El amor aquí es como una suplencia, tapona el agujero que produce la falta de satisfacción. Eso que hemos venido llamando el objeto perdido y que Lacan termina por nombrar como “No hay relación sexual. El amor tiene la función de tapar esa herida. Pero aunque ese vacío es incolmable la histérica sigue trabajando por la creencia en Otro sin falla.

La paradoja es que aunque no reconoce la castración del Otro paterno, esa verdad “sabida sin saberlo”, esa verdad inconsciente, aparece en sus quejas. Quejas de amor. La introducción del amor en el deseo sexual ha sido una reivindicación más femenina que masculina. Han sido las mujeres las que con más fuerza han reclamado la unión de sexualidad y amor.

Podríamos pensar la histeria antigua (que en estos momentos convive con los modos modernos) como la que busca un sustituto del padre al que por un lado señalarle con la queja su insuficiencia, y por otro mantenerlo como ideal del amor. Paga el precio de la servidumbre amorosa ya que es una relación de sufrimiento de la que no se puede desprender. A veces hasta dejarse maltratar.

Hoy al discurso del Amo moderno y la caída del Otro corresponde un nuevo modo de posición. Las mujeres reivindican menos el amor. Están menos ocupadas en señalarle la falta al hombre, menos ocupadas en decirle “Te hago falta” Están más ocupadas en demostrarle un “No me haces falta” Es otra manera de negar la castración, aunque por distinta vía.

El resultado de este nuevo modo es el de una sociedad de mujeres libres pero solas, y de hombres libres pero solos.

La posición depresiva corresponde a que las mujeres tienen más dificultad que los hombres para “consolarse” con el “tener”, con el tener bienes. De ahí que muchas busquen el “tener” en “tener un hijo” Tener un hijo solas.

2 comentarios en «MUJERES»

  1. Estimada Teresa

    En esa determinación para definir la posición de los sujetos, de su goce, el hombre queda situado en el lado del miedo a la pérdida y por lo tanto del que tiene. En cambio la mujer es situada en el lado del deseo de amor, del deseo de tener, o sea, del lado de la falta. Ahí no se tiene en cuenta la modificación social que a lo largo de la historia ha construido diferencias entre los sexos y que la información que tenemos de la mujer se obtiene, principalmente, desde un orden patriarcal,(envidia del pene y no-toda) por lo tanto sospechosa de tirar para su lado en una pretensión, que de un modo mas sutil y solapado, vuelve a situar a la mujer en el mismo lugar de siempre, reservándose a los hombres las capacidadades (acceso a lo simbólico, al orden) a las que no tienen acceso tan completo las mujeres.

    Yo me pregunto ¿por qué se contempla el pene como un tener y el clítoris como un no tener?… los dos se sienten, es evidente para cualquiera que lea esto y por tanto, se es consciente, desde el mismo momento en que se siente, de tener algo, algo potente, tanto por parte de la niña como por la del niño. Puestos a elucubrar ¿por qué no se podría percibir y ver, desde los ojos de la infancia, al pene como una excrescencia, como algo que sobra?

    Quizá haya que establecer la identidad de las mujeres desde conceptos que tengan una dimensión histórica, que tengan en cuenta la posición que mantienen las mujeres en una red social y cultural determinada. ¿Sería posible que, el psicoanálisis tuviera en cuenta al hablar de nosotras que, el aplicar puntos de vista desde construcciones esencialistas, no les deja reconocer que la mujeres estamos constituidas, no solamente por condicionantes internos, si no también por elementos externos con capacidad de modificarnos estructuralmente?

    Un saludo Pepa Puncel

  2. Contestación

    Voy a tratar de responder desde conceptos psicoanalíticos que a mi entender tienen que ver con las preguntas planteadas. Hacerlo en este lugar y no en el blog general responde a que si bien hay conceptos que han sido tratados, otros no lo han sido:

    En psicoanálisis se habla de estructuración. Dado que la realidad en si, es inalcanzable, sólo podemos acceder a una realidad estructurada, significantizada. Eso elimina la idea de factores internos y externos. La cuestión que se plantea es cómo se ha estructurado un ser hablante. Es decir cómo en un determinado encuadre se significa lo real.

    En el Homo Sapiens los sexos se reparten en dos clases de individuos que se distinguen. No es que ellos se distingan a si mismos, sino que se les distingue. La primera manera de nombrar a alguien que nace (ahora antes de nacer) es: si tiene; niño. Si no tiene; niña.
    El efecto estructurante de esas palabras es que los hablantes quedan repartidos en hombres y mujeres de entrada. Que el tener o no tener pueda quedar asimilado a mejor o peor es otra cuestión. Situar las cosas en términos de mejor o peor no deja de ser el intento humano de eliminar lo inasimilable para el juicio, es decir la diferencia. Que no haya nada imposible de entender, que al menos sea comparable.

    Otro dato de lo real por el que se les distingue a hombres y mujeres es por la evidencia del goce en uno de los sexos. Es un dato a simple vista. La significación que a eso se le va a dar es otra cuestión.

    La envidia de pene es un concepto freudiano muy diferente del no-toda lacaniano.
    Freud constataba que el final de un análisis había algo irreductible. Había una incomodidad irreductible ante la falta de gozar. Falta en el gozar que las mujeres atribuían a la falta de pene y provocaba su envidia. Hay que decir que con Freud los análisis se detenían en un punto inatravesable, según él. El punto sería lo que después Lacan llamó el fantasma. Lacan dedicó sus investigaciones hacia cómo poder atravesar ese fantasma que enmarca el modo de gozar de cada uno.

    En no-toda lacaniano tiene que ver con que el goce en las mujeres tiene la posibilidad de un más. Tiene la posibilidad de desbordar los genitales y tomar también el cuerpo. Dice la posibilidad, no dice que todas lo consigan.

    El acceso a lo Simbólico lo da la estructuración edípica, es decir el Nombre del Padre, o como dice el último Lacan “Ese algo que haga su función” El acceso a lo simbólico supone siempre una pérdida de goce. Una pérdida que queda imputada al Otro; “El Otro me lo robó” “Lo tiene el Otro”. Reconciliarse con el “No hay” es una tarea difícil, al igual que el Edipo, nunca bien terminada.

    Vemos que hablar de estructuración no es un esencialismo. El psicoanálisis plantea que aquello a lo que tenemos acceso por la palabra es sólo representado. Lo que no entra en las representaciones, nos queda extimo.

    En la estructuración intervienen todos los saberes de una época dada en una cultura determinada. Pero lo que orienta esos saberes es el no-saber, es la falta en el saber y en el gozar, irreductible e incómoda.

    Teresa M.

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