I EL APARATO PSÍQUICO
INTRODUCCIÓN
En este momento en que tanto se habla de la neurociencia, la neurociencia cognitivista, la cual trata de redefinir todo el pensamiento aportado por las Humanidades de todos los tiempos, puede resultar interesante volver a repasar las enseñanzas freudianas sobre el aparato psíquico. Queremos analizar, comparar, y dialogar para formarnos un criterio propio. Llamaremos en nuestra ayuda a psicoanalistas conocedores de la obra de Freud; como Jacques Lacan y Allain Miller. También acudiremos a sociólogos, filósofos, periodistas, etc., y a cualquiera de Uds. que desee aportar nuevos puntos de vista con sus preguntas y sus opiniones. Vamos a comenzar por estudiar la concepción freudiana de la memoria. Trataremos de no ser demasiado exhaustivos y dejaremos, que los más interesados, se remitan a los textos originales, o, planteen preguntas concretas en sus intervenciones. Nos proponemos presentar una lección quincenal. Contaremos con la orientación de psicoanalistas pertenecientes a la Asociación Mundial de Psicoanálisis.
Nota: Las palabras en “negrita” contienen un concepto, que será acompañado, cuando lo consideremos necesario, con una nota explicativa a pie de página.
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.- Lección 1: LAS HUELLAS DE MEMORIA
En la concepción freudiana de la memoria, la cuestión fundamental, es la idea de la falta, de inadecuación. Su tesis (bien entendible por cierto) es que con nuestro aparato perceptivo tenemos acceso solamente, a representaciones de las cosas, a imágenes mentales. A estas percepciones les damos una significación. Son representaciones de lo visto, lo oído, lo tocado, lo olido, lo gustado. Representaciones, que almacenamos en nuestro aparato de memoria. Son hechos sí, pero significados e interpretados por nosotros de una forma inexacta. Interpretados, como “placentero” (bueno para mi); “no-placentero” (malo para mi)
Veamos el proceso: Las percepciones de cada bebé son significadas, esto es, pasadas a significantes. En ese pasaje van a ser catalogadas. El primer nombre que se les va a poner será: “placentero; no-placentero”. Otros matices, adquirirán significado a posteriori.
El tono, los modales, los cuidados y descuidos; es decir, todo lo que proviene de los cuidadores (lo que vamos a llamar“Otro materno-social”) van a formar el primer sistema de huellas de memoria que va a quedar ordenado en dos polos opuestos: placentero-no placentero.
Como podemos deducir, lo placentero no coincide necesariamente con lo que es bueno para el “sujeto”. Mamar a todas horas, o, estar en brazos todo el tiempo nos impediría desarrollarnos. Para crecer hay que perder. Lo placentero, (lo que Freud llamaba “el principio de placer”) prolongado, nos lleva a un displacer. Pasado un cierto punto, todo placer gira al sufrimiento,. Eso es lo que Freud llama “pulsión de muerte”, es decir lo que va más allá del principio de placer.
Todo exceso es un problema. Lo podemos percibir en la vida diaria: disfrutar de algo, llevado al extremo, produce sufrimiento. Se trate de lo que se trate. Hoy vemos, que la tendencia al exceso preside nuestro modo de vida. El hedonismo, como ideal de felicidad, se convierte en tiranía, en culpa. Nos culpamos de ser incapaces de conseguir esa “felicidad” Que nos venden como posible
Bauman, pensador actual inglés, plantea, que cualquier adicción es autodestructiva, ya que destruye la posibilidad de que el sujeto se encuentre satisfecho alguna vez.
Tenemos aquí, la primera distorsión producida en nuestro aparato psíquico: lo placentero, en exceso, no coincide con lo bueno para el sujeto. Esta distorsión es el origen básico de nuestra división existencial. De lo que vamos a llamar: nuestra “división subjetiva”. La introducción de un imposible.
El planteamiento que se hace desde el psicoanálisis es bien diferente del que nos presenta el neurocognitivismo. Este último, asegura poder modificar las cogniciones (huellas) erróneas, para instalarnos cogniciones acertadas. Prometen lo imposible.
El discurso de la ciencia, con su promesa de eliminar el sufrimiento humano, proporcionándole objetos producidos por la técnica, introduce en el sujeto una compulsión a librarse de la división arriba descrita. Esto desemboca en el objeto farmacológico generalizado, que nos propone la neurociencia. El discurso de la ciencia
nos conduce a otros problemas de los que seguiremos hablando.
Hasta la dentro de quince días
(Se responderá a preguntas y comentarios)
Bibliografía:
– “Proyecto de psicología para neurólogos” Sigmun Freud , Ed. Amorrortu Obras completas, tomo I, Argentina, 1982
[b]
He leído sus lecciones, me parecen interesantes pero no consigo concebir el modo en que podríamos aceptar con temple, como usted dice, aquello que nos hace sufrir, los humanos mas bien tendemos a deshacernos del sufrimiento.
¿Podría hacer alguna aclaración al respecto?