Hermanos raros, celos fratricidas
Dirección: George Ratliff. Intérpretes: Sam Rockwell, Vera Farmiga, Celia Weston, Dallas Roberts, Michael McKean, Jacob Kogan, Nancy Giles, Linda Larkin, Alex Draper. Nacionalidad: USA. 2007. Duración: 105 minutos.
Nada hay en esta pulcra e inteligente película que afirme o niegue la existencia de lo fantástico. Ésa es su gran virtud. Que pueden converger en ella con total convicción tanto la mirada agnóstica como la metafísica; ambas se sentirán sacudidas por el espíritu demoníaco que en ella descansa. O si se prefiere, unos y otros pueden inquietarse ante la insanía que parece anclarse en el corazón de un niño prodigio tan capaz de interpretar con dulzura una bella partitura de Beethoven como de perpetrar un plan maquiavélico.
No faltarán las voces que enclaven el primer largometraje de ficción de George Ratliff en la estela de obras como La semilla del diablo ,La profecía y La maldición . Y aunque comparte con todas ellas la presencia de un niño maligno, El hijo del mal , lejos de arrojarse en brazos de la exaltación genérica, permanece sólido en los límites de lo real. De ahí que sea doblemente perturbadora, por su condición de posible.
El filme de Ratliff disecciona con frialdad la decadencia afectiva de una pareja feliz en apariencia. Sus protagonistas, un matrimonio acomodado, son jóvenes con éxito y dinero que poseen una lujosa y espaciosa vivienda en Manhattan. Su hijo de 9 años es un portentoso y modélico niño cuya inteligencia y talento lo hacen singular. El nacimiento de una hermanita llamada Lily pondrá de relieve primero la fragilidad psíquica de la madre, luego la fragilidad del padre y, poco a poco, irá arrastrando al resto de la familia: abuela, cuñado… ante la mirada impasible del hierático Joshua.
Frente a la visión angelical de la infancia, cierta literatura y cine fantástico han abundado en su capacidad para sublimar lo maléfico. Lo mismo acontece con la música y su naturaleza abstracta. Música e infancia son, pues, materia moldeable y aquí son las dos fuentes que nutren este recipiente fílmico capaz de navegar en el terreno del cine comercial con elegancia, inspiración y una estremecedora capacidad de sugerencia. Como sus ingredientes: fotografía, intérpretes y puesta en escena son de notable calidad, el resultado se reviste de obra clásica, un filme de los que intuimos que no se olvidarán.