Un 007 incorrecto e imposible
Dirección: Dennis Dugan Intérpretes: Adam Sandler, John Turturro, Emmanuelle Chriqui, Nick Swardson, Lainie Kazan, Rob Schneider, Ido Mosseri y Dave Matthews Nacionalidad: EEUU. 2008 Duración: 113 minutos
Actor antes que director, Dennis Dugan lleva veinte años haciendo comedias cada vez más disparatadas. Ahora bien, lo que fue decisivo para concebir un filme tan psicotrónico y desopilante como Zohan fue su entente con Adam Sandler. Sandler, un cómico forjado en la fragua yanqui, practicante del nonsense y destacado exponente de ese plantel de humoristas empeñado en renovar los mecanismos del humor, fue quien diseñó la nave; suya es la idea y suyo el protagonismo; Dugan se limita a conducirla hacia la dirección establecida.
Zohan , el filme, parece una estupidez y tal vez lo sea, pero entre delirio y delirio, entre una barbaridad y dos tonterías, se escuchan en los intersticios de su celuloide algunos sonoros cachetes dirigidos contra el conflicto árabe-israelí, la clase política y cierta ñoñería censora que se pone nerviosa cuando se verbalizan groserías. En ese sentido Zohan es deudor de Borat , el demencial reportero creado por Sacha Baron Cohen y cuya propuesta levantó grandes controversias. Como a Borat , a Zohan le preceden sus urgencias genitales y se debe a sus proezas sexuales. En ese sentido, el filme no duda en exagerar la nota, tanto de tamaño y frondosidad como de resistencia.
Pero a Dugan, y por supuesto a Sandler y sus amigos -el filme abunda en cameos y colegueos-, lo que les preocupa no estriba en echar mano a la sal gruesa y el humor verde sino esa colección de retorcijones a la corrección social y política. Sandler, como los Farrelly, Ben Stiller, Owen Wilson, Wes Anderson y esa larga nómina de cómicos de la milla americana pertenecen a la quinta de SouthPark . Si, en su tiempo, Jerry Lewis representaba a la generación de los cartoons de Tex Avery, en el siglo XXI, Sandler se debe a Futurama . En armonía con su edad biológica, Zohan da muchos golpes al aire y se pierde en artificios irrelevantes pero, de vez en cuando, surge un relámpago de brillantez y una convocatoria oxigenante contra la estupidez humana. La vieja lección: las tonterías de un tonto pueden encerrar valiosas enseñanzas e incluso alumbrar una desarmante genialidad aunque no sean suficientes para detener guerra alguna.