Un viejo western muy extraño
Dirección: Ed Harris. Intérpretes: Ed Harris, Viggo Mortensen, Renée Zellweger, Jeremy Irons, Timothy Spall, Lance Henriksen, Tom Bower, James Gammon y Ariadna Gil. Nacionalidad: EEUU. 2008. Duración: 114 minutos.
Hace un par de años, Albert Serra construyó Honor de caballería respondiéndose a una pregunta: De haber existido, cómo hubieran sido de verdad Don Quijote y su inseparable Sancho. El resultado era un riguroso y cínico ejercicio sobre la monótona vida de un loco y un lelo. En Appaloosa , Ed Harris se interroga por la realidad del far west , ¿cómo hubieran sido los héroes que dibujaba John Ford? Difícil respuesta a la que Ed Harris se enfrenta sin caer en el delirio de lo real; no puede hacerlo con un reparto en el que están Viggo Mortensen, Renée Zellweger, Jeremy Irons y él mismo. Pero tampoco es preciso repetir el experimento de Serra que,como algunas manifestaciones del arte contemporáneo, para aprehenderlas basta con verlas una vez; sufrirlas a menudo no es ni recomendable ni necesario.
Appaloosa no se sufre, al contrario. Resulta insólita en su propuesta y, por eso, su propuesta provoca ese hormigueo propio del extrañamiento. Todo en ella se adorna con un aire iconoclasta, pese a que sus modelos sean arquetípicos: El tren de las tres y diez , El hombre que mató a Liberty Valance … hablamos de cine clásico. En ese paisaje, Appaloosa propone re-mitificar la verdad simbólica. Es decir, volver a esculpir la figura del héroe ahora desde un realismo irónico. En consecuencia, Ed Harris se autorregala un personaje, impagable en sus intentos por dominar el diccionario, y coloca a su lado a Mortensen, el mejor jinete de la galería de héroes del siglo XXI.
Bajo el aspecto de un realismo sucio, Ed Harris, que por edad es un espectador cuya juventud transcurrió en el tiempo en el que el western era querido, juega a recrear algo que llevaba dentro. Ese algo es el imaginario de un género ante el que las nuevas generaciones no muestran interés alguno. Harris, como Eastwood, ama el western aunque su tono no es crepuscular sino neoclásico. Por eso se nos recuerda que el Oeste no era lugar para mujeres, aunque ellas sean tan supervivientes como el desvergonzado personaje de Renée. Hay diálogos de altura y un tono extraño, crispado y contrahecho. Alberga ideas precisas e interpretaciones legítimas… pero lo que descansaba en el guión exigía más precisión y mejor acabado.