La verdad y la representación
Dirección: Silvia Munt Intérpretes : Silvia Munt, Ramón Madaula, Laia Marull, Francesc Garrido, Marcè Llorens, Álvaro Cervantes y Àlex Brendemühl Nacionalidad: España. 2008 Duración: 90 minutos.
La directora Silvia Munt y la coguionista, Silvia Munt, hacen bien su trabajo. Lo mismo acontece con la actriz protagonista, Silvia Munt. En resumen, dirección, guión e interpretación resultan competentes. Así, Pretextos cultiva el deseo de escapar de esa puesta en escena perezosa tan abundante en nuestro cine. La película se abre con una discusión conyugal, el plano está cortado por un escenario poliédrico, fragmentado, artificial. Más que el interior de una vivienda parece un teatro. Una suerte de espejo distorsionado que refleja la tragedia existencial de nuestra sociedad del bienestar. ¿Qué tragedia?: la del aburrimiento.
A la directora Munt le basta con un leve movimiento, para una vez verbalizado el conflicto de la pareja introducir un micrófono de jirafa sostenido por un joven operario. Como el tono del duelo retórico entre los dos personajes encarnados por Silvia Munt y Ramón Madaula desprende gestos histriónicos, surge la duda de creer que lo que se ve no es sino una representación, una suerte de rodaje cinematográfico. Cuando se (re)descubre que quien escucha es el hijo y que lo que oye es el naufragio de la relación sentimental de sus progenitores surge el verdadero texto del que quiere ocuparse esta película: de lo auténtico.
Si en sus primeras incursiones como cineasta Silvia Munt se servía del documental para, al contar lo que no le pertenecía, acabar encontrándose consigo misma; en Pretextos se diría que se establece un viaje en dirección contraria. En Pretextos , teatro y vida, cine y realidad, amor filial y pulsión sexual tejen una red espesa. Sus personajes parecen varados en una estación terminal, sus existencias y sus reflexiones se pertrechan en un conocimiento aprehendido. Viven la vida de otros, repiten diálogos de otros, se entierran en el trabajo y la vida se les escurre sin dolor como revenants desbrujulados. El verdadero texto que aguarda en el interior de este filme es oscuro e inquietante. En suma, notable y difícil. Es cierto que Pretextos no consigue la magia de la emoción. Busca autenticidad para exorcizar el tedio existencial, pero a menudo parece un artificio hueco y, por momentos, provoca la sensación de que todo se ha parado. Pero es honesto y no hace concesiones.