Nada de nada
Dirección: Ramón Costafreda. Intérpretes: Manuela Pal, Félix Gómez, María Bouzas, Celso Bugallo, Javier Lombardo, Pablo Tamayo y Cristina Ramallal. Nacionalidad: España. 2007. Duración: 90 minutos.
En el recién clausurado festival de Cannes, el cine español se dejó sentir por todos los rincones. Anuncios, stands bien servidos, fiestas de todo tipo, saraos varios, enviados especiales, distribuidores independientes,… había de todo menos películas españolas. Sólo un filme sobre los reyes magos en clave de risa hiperrealista y nada más. No existe el cine español o, si se produce, al resto del mundo en Cannes no le importa. ¿Tienen razón? No lo sé, pero películas como la de Ramón Costafreda dan argumentos para que el cine español abandone toda ambición de internacionalidad. Y es que Abrígate compone un tratado modélico que ejemplifica por qué no funciona el cine español. La película de Costafreda se alza como una magistral lección de cómo filmar una película que sólo interese a su realizador.
Abrígate , cuyo título enigmático puede ser tema de conversación al final de la película, parece un cruce entre Felipe Vega y David Trueba. Arranca con un fallecimiento y culmina con una traca sentimental. Hay personajes de gracia pretendida en un hermanamiento entre Galicia y Argentina. Quizá con otra actitud la película podría haber sacado adelante alguna virtud, algún motivo para justificar su existencia. Pero quien esto firma no lo pudo o no lo supo encontrar.
Fundamentalmente porque el realizador está más interesado en filmar atractiva a la joven protagonista, Manuela Pal, que en profundizar en cuestión alguna. De esa manera, penosa manera, la película avanza como una revista de cualquier tiendecilla de moda en la que vemos a la misma modelo luciendo diferentes tipos de shorts , en medio de paisajes bucólicos y paseando con altos tacones en medio de rocosas estribaciones a riesgo de romperse la cabeza. Por fortuna no le pasa nada a Manuela Pal, salvo que el director le obliga -a ella y al resto del reparto- a declamar increíbles diálogos que nadie consigue sostener. Rodada en gallego y español, este último con préstamos argentinos en algún caso, la película quema muy pronto su escasa pólvora y naufraga por completo a la hora de imprimir humor y ritmo a lo que nada tiene, salvo la desfachatez de hacernos perder hora y media y lo que cada uno haya pagado.