DIVERSOS ROSTROS DE LA PULSIÓN…LA VILOLENCIA CONTEMPORANEA

DIVERSOS ROSTROS DE LA PULSIÓN DE MUERTE

Tras un periodo de vacaciones continuamos con la tarea de difundir el psicoanálisis lacaniano desde la perspectiva de la Escuela Mundial de Psicoanálisis.

Nos han llegado algunas preguntas que trataremos de ir respondiendo. Vamos a comenzar por una pregunta que resumo para Uds. y que pueden leer en Última réplica sobre las razones que esgrimen las personas para justificar sus acciones. Tomando como ejemplo la película “Expediente Anwar” la pregunta plantea la siguiente cuestión: si toda la humanidad es potencialmente capaz de hacer daño hasta la muerte, si se tuvieran razones poderosas para hacerlo. También sobre si hay seres capaces de hacer daño sin razonamiento comprensible para la mayoría y si en ese caso se trata de “perversos”

Comencemos por recordar que Freud y Lacan nos enseñan que la pulsión de muerte está en la sociedad y en cada uno de nosotros y no es algo eliminable, sólo reductible.

Sabemos que los niños aprenden a decir que no, antes de aprender a decir que si. Este no está vinculado a lo que les resulta desagradable. Este no sitúa afuera, en el exterior, lo insoportable como si se tratara de algo ajeno. Es decir, que tratamos de atribuir al otro la responsabilidad de nuestro malestar. La primera posición del sujeto es paranoica. Si el otro tiene la culpa de las vicisitudes de mi vida, yo no soy el responsable. Luego vendrán los argumentos para justificar nuestros actos como respuesta a los actos del otro. Eso malvado de cada uno queda extranjero, extimo, como lo más extraño irreconocible aunque es lo más íntimos a cada uno de los otros.

La película que Ud. cita nos muestra una situación donde vemos la escalada de la pulsión de muerte en plena actividad. Como telón de fondo tenemos el miedo y el rechazo de una civilización hacia otra, un deseo de exterminio. Los otros son crueles, malvados – nosotros no- y eso justifica todos los actos.

Las “razones” que se argumentan son unas, la lógica que subyace es otra. Las “razones” de los unos y de los otros podrían resumirse en “Matar para que no nos maten” pero la lógica que subyace es la prepotencia “No perder poder, no perder prestigio” aunque para ello haya que saltarse el principio ético de poner límite a todo lo que implique reducir al sujeto a objeto, incluidos ellos mismos.

Bajo el argumento de sus “poderosas razones” vemos gozar a cada uno. Si el odio en sus distintas manifestaciones es goce, la película nos muestra como el goce es pegajoso, embadurna cuanto toca, aunque se intente mostrar como aséptico. Pero eso siempre vuelve. Cada uno se va a encontrar con que los efectos de lo que hizo le rebotan. La película nos lo muestra sobre todo con la muerte de la hija del torturador.

La reacción tardía de Jake el agente de la CIA nos muestra también que siempre se elige y siempre hay responsabilidad en las elecciones.

Sí; todos somos potencialmente capaces de hacer daño y sobre todo, si no revisamos lo que creemos “nuestras poderosas razones” si no revisamos nuestros Ideales, ya sean personales o colectivos.

La segunda parte de la pregunta la iremos contestando poco a poco en siguientes artículos. Hoy vamos a incluir un artículo sobre otro tipo de violencia al que asistimos y que va desde el vandalismo sin sentido hasta las agresiones gratuitas.

LA VILOLENCIA CONTEMPORANEA *

Uno de los síntomas de nuestra contemporaneidad es la violencia. Ella se acrecienta día a día, pulula por doquier. Violencia callejera, violencia doméstica, escolar etc.

Se dirá que la violencia ha existido siempre. Basta recordar a Hobbes diciendo que el ser humano es un lobo para el ser humano y que es necesario refrenar la impulsividad que hace de la sociedad humana una formación de seres con ambición de mando y de dominio.

En el Levitán (1651) se habla del Estado como lo único capaz de crear las condiciones para que pueda existir una sociedad, que mediante el pacto, pueda hacer cesar las hostilidades. Una autoridad que esté por encima de los sujetos y a la cual se sientan identificados. Esto implica una creencia en la autoridad en la que se delega.

Quizá tal requisito nos permita pensar en la violencia “posmoderna” esa que se infiltra dondequiera. En este caso, no emerge como medio para otros fines, ya sea ganar una guerra u obtener un bien con el robo. Esta violencia estalla como “la violencia por la violencia” y suele navegar en el sin sentido pues está desprovista de lo que imaginariamente podría otorgarle una razón. Desprovista de los encuadres que la acotarían la vemos dirigirse hacia el semejante y por momentos volverse contra el propio sujeto.

La ética de los comienzos del siglo XX era una ética del sacrificio y de la renuncia que funcionaba como regulación, que exige al individuo renuncias a la agresión y a las satisfacciones pulsionales. Un cierto contrato social con una cierta regulación.

El discurso actual es el de la ética capitalista, es decir, el consumo y la diversión. La cuestión de la diversión marca una ética distinta a la del sacrificio. El discurso actual no exige renuncia, exige más bien consumir, gozar, deportes extremos, adrenalina etc., en el marco de un vacío de sentido.

En ese contexto podemos colocar los actos de violencia juvenil, de agresiones y vejaciones a otros chicos o de violaciones que son grabadas, incluso colgadas en Internet “para divertirse”

La satisfacción directa de la pulsión “me apetece; lo hago” está presente en ese tipo de actos. No hay otra razón que la satisfacción de la pulsión, la cual no esta regulada por ningún sentido.

(Nos gustaría abrir con este tema un debate entre nuestros lectores. Les animamos a escribir a la dirección de correo dialogosblog@terra.es)

* Extracto de los artículos de Silvia Ons y Mario Goldenberg en la revista digital Virtualia nº 18

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