McClane se reinventa
Dirección: Len Wiseman. Intérpretes: Bruce Willis, Timothy Olyphant, Justin Long, Maggie Q, Cliff Curtis, Mary Elizabeth Winstead, Cyril Raffaelli y Kevin Smith. Nacionalidad: EEUU. 2007. Duración: 130 minutos.
Lo mejor, lo esencial de esta cuarta entrega, posee, más que nunca un nombre propio: Bruce Willis. En buena medida, la aceptación o no de lo que el filme propone, residirá en la mejor o peor disponibilidad del espectador ante el protagonista. Un prejuicio secular entre cierta cinefilia hispánica, insiste en maltratar a los actores y actrices norteamericanos como si la mayor industria del mundo estuviera en manos de iletrados rufianes empeñados en escoger como intérpretes a gentes sin talento. Les mueve la misma razón científica por la que creen que en EE.UU. sólo comen hamburguesas y votan a Bush. Como sabemos que estos últimos, son sólo la mitad de los que votan y vota la mitad de la población, apenas rozamos un 25% de verdad, aunque a veces ésta se imponga.
Existe pues una duda razonable para deducir que también algunos de los más capaces histriones que en el mundo hay, provienen de allí. Bruce Willis tal vez no esté entre ellos, pero desde luego en el cine de acción resulta de lo más convincente y carismático. Como Kitano, su sola presencia carga de significado cualquiera de sus apariciones por fugaces que éstas sean. Por cierto, él mismo apadrinó a Wiseman, autor de la estimable Underworld , para que supliera al entumecido John McTiernan, como director de este 4.0.
A juzgar por el resultado, acertó. Tanto que Willis ha comprometido su participación para una quinta entrega, siempre y cuando repita Wiseman.
Pero si la realización ha sido eficaz, lo notable de esta nueva incursión del agente McClane lo hallaremos en su guión; en la reescritura del personaje que ha sabido envejecer sin perder su magnetismo y en el concurso de una serie de secundarios en estado de gracia. Por supuesto que es cine de baja intensidad dramática y de alta parafernalia escópica. Aquí, Willis se muestra divertido. Se sirve de su ¿futuro yerno en la ficción? como alivio humorístico y se mueve como un bailarín en una coreografía de destrucción y salvajadas. Ése más difícil todavía lo convierte en un filme estimable en su falta de pretensiones, divertido en su ritmo, aceptable en su ejecución y memorable en su negocio. ¿Es esto incompetencia?