Feminidad de lágrima y salón
Dirección: Gina Prince-Bythewood. Intérprete: Queen Latifah, Dakota Fanning, Jennifer Hudson, Alicia Keys, Sophie Okonedo, Paul Bettany y Nate Parker. Nacionalidad: USA. 2008. Duración: 110 minutos.
Aunque parezca mentira, el título del filme de Gina Prince-Bythewood no es un apaño de los distribuidores españoles para acercarlo a la película de Isabel Coixet, La vida secreta de las palabras . El best seller en el que se inspira, cinco millones de ejemplares vendidos lo respaldan, ya se titulaba así en su idioma original. ¿Coincidencia? Hay otra. En ésta, como en la película de la realizadora catalana, la mano femenina es altamente perceptible. Ahora bien, si cruzamos ambos filmes obtendríamos un inapelable ensayo sobre las dos caras que el término femenino convoca y proyecta. Lo que en la historia de una superviviente del infierno de los Balcanes se llenaba de hondura, fuerza y sentido poético, además de algunos tics inevitables en la personalidad de Isabel Coixet, en esta cinta americana rebosa impostura, blandura y rimas ñoñas que hacen de Mujercitas un relato de hardcore .
Basta con recorrer rostro a rostro, las miradas de los cinco principales personajes femeninos, para percibir que el responsable de casting posee un grave problema en la vista y el gusto. El mismo que convulsiona peligrosamente a su directora, una aturdida narradora afroamericana que confunde el cine con una función piadosa.
Las brasas que caldean la máquina de su relato daban para mover un tren de alta velocidad: maltrato de género, racismo en los EEUU del comienzo de los años 60, el asesinato de una madre por su hija de cuatro años, historias de amor y desamor, de vacíos y perdón, de rencor y violencia… y, sin embargo, estas abejas de cuya vida secreta nada sabremos, tienen el panal desocupado.
Me cuentan que algunas personas salen con los ojos empapados por lágrimas ¿de emoción? Ciertamente a ella apela este filme-cuento sobre una matrona negra que fabrica miel y una huérfana asesina que busca a su madre en la huella de su ausencia. Aquí había una fábula desgarrada y temible que clavaba sus colmillos en fundamentos oscuros. Pero Prince-Bythewood jamás roza algo que no suene a hueco. Tampoco las actrices consiguen eludir ese tono de telefilme dominical que tras mezclar La cabaña del tío Tom con La noche del cazador apuesta por una versión light de un resabiado acto femenino de malentendida autoafirmación.