Vamos a contar mentiras…
Dirección: Adam Shankman. Guión: Matt Lopez y Tim Herlihy. Intérpretes: Adam Sandler, Keri Russell, Guy Pearce, Russell Brand, Richard Griffiths, Jonathan Pryce y Courteney Cox. Nacionalidad: EEUU. 2008. Duración: 99 minutos.
Dos apuntes sobre el realizador de este filme, Adam Shankman. Se trata de dos pinceladas y una duda. Primero: Shankman llegó a la dirección gracias a sus enormes talentos para la coreografía. Segundo: no contento con hacer un remake del Hairspray de John Waters, ahora prepara la segunda entrega. La duda, es malévola: ¿hasta qué punto es relevante que alguien haya dirigido esta película? Pero no nos pongamos exigentes en tiempo de cuaresma porque, entre otras cosas, si no hay error en las cuentas, esta película ha costado casi lo mismo que Watchmen por lo que, aunque parezca una nadería, se trata de una nada costosa.
En principio parece cine navideño, cine vacacional para tíos complacientes que llevan a sus sobrinos a una sala con la quimérica esperanza de no perder la jornada. Si la presencia de Adam Sandler puede entenderse como una señal de esperanza, la réplica que le da Guy Pearce roza la provocación. De hecho, hay algo en esa fantasía desparramada que recrea escenarios épicos al estilo del Dennys Arcand de La edad de la ignorancia . Como en la última entrega del autor de El declive del imperio americano , aquí la fantasía épica del hombre contemporáneo, sus sueños húmedos de rubias espléndidas y caballos de pura sangre, devienen en alegorías de un fracaso. Pero esperar que Shankman, celebrado autor de Un canguro superduro , número uno en los video-clubs de las ¿bibliotecas? públicas, pretenda adentrarse en esas aguas pantanosas es tarea condenada de antemano. Todo es más simple y directo, se trata de una «pijamada», en la que un hombre sin norte inventa cuentos para sus sobrinos en medio de una situación desesperada. Tan mal está, que llega a creer que sus cuentos pueden influir en la realidad, lo que le lleva a tratar de manipularla.
Comedia blanca y rosa con olor a Disney y moraleja familiar, de exaltación «buenista» y brochazo social en donde se mezcla la salsa rosa, homenaje a Paris Hilton, con la enseñanza edificante sobre la necesidad de saber comer hamburguesas sin por ello echar a perder una dieta equilibrada. O sea, un nuevo número uno en nuestras ¿bibliotecas? públicas.