Espléndido fracaso
Dirección: David Silverman. Guión: James L. Brooks, Matt Groening, Mike Reiss, George Meyer y Matt Selman, entre otros; a partir de los personajes creados por Groening. Nacionalidad: EEUU. 2007. Duración: 87 minutos
Cuando Matt Groening decidió llevar al cine a sus Simpson , la serie de televisión que desde hace 400 episodios y veinte años arrasa en todo el mundo, sabía que corría un gran riesgo. Sabía que la naturaleza de la serie y la complicidad de millones de espectadores con sus personajes hacía imposible la elaboración de un largometraje que no acabara pareciendo un episodio largo. Y sabía bien porque, pese a sus esfuerzos, este largometraje no consigue jamás eludir la sensación de que es una especie de capítulo especial en la ya de por sí especial serie de animación.
Sin embargo Groening ha tratado de ser honesto. Una mirada a la larga relación de guionistas presentes en la realización del filme revela que Los Simpson , la película, es un prestigioso party de talentos. Hay en su guión más poderío, potencialidad e historial que en el 99 por ciento de la producción de Hollywood de este año. Un examen al currículum de su director, David Silverman, (Monstruos S.A. ) habla también de la serena actitud de Groening y de la importancia de su papel como maestro de ceremonias de este proyecto abonado al fracaso. Dicho de otro modo. Los Simpson es un espléndido e innecesario largometraje que jamás consigue eludir el peso de la serie, porque desde su mismo inicio comprende que no puede dar lo que su naturaleza no tiene: autonomía narrativa e independencia argumental. Toda la sabiduría de sus guionistas se han centrado en pulir los chistes, elaborar situaciones divertidas, imprimir ritmo y agilidad… pero eso es todo.
¿Suficiente? Depende de las expectativas de cada espectador. Las de la mayoría se colman con creces, porque el largometraje atesora algunas de las ideas más brillantes de esta familia convertida en emblema de la sociedad del bienestar del siglo XXI. Y un emblema, como un periódico, como un logotipo o la camiseta de un equipo, no soporta grandes cambios. Basta con permanecer fiel a lo que representa aunque en este caso sea a costa de no aportar nada nuevo. De ahí que Groening rechazase desde el principio el uso del 3D o la tentación de que fuesen actores reales los que representasen a los Simpson . Y es que los Simpson son los Simpson , ni más, ni menos.