Kar Wai USA.07
Dirección: Wong Kar-Wai. Intérpretes: Norah Jones, Jude Law, David Strathairn, Rachel Weisz, Natalie Portman y Chan Marshall. Nacionalidad: Francia. 2007. Duración: 111 minutos.
HAY un par de inquietantes circunstancias que acompañan a este bello, arrebatado e irregular filme ante las que no caben respuestas convincentes. La primera: ¿por qué llega casi año y medio después de su estreno en el festival de Cannes de 2007? Y la segunda: dado el carácter de propuesta para públicos iniciados en su contenido, ¿qué sentido tiene hacerlo en versión doblada cuando es evidente que, por más que aquí se dé cita media docena de excelentes y reconocidos profesionales de la interpretación, no se trata de un filme de mayorías? Son cuestiones cómo éstas las que preocupan a sus espectadores, pero de las que los negociadores de la ley del cine español jamás se ocupan.
A estas alturas, buena parte del público afín al cine de Wong Kar Wai hace meses que de modo legal o alegal ya ha sabido de este filme. De hecho, ya suenan a viejas las noticias referentes al nuevo proyecto del cineasta hongkonés, una versión libre de La dama de Hong Kong de Orson Welles. Pero hasta ver cómo Kar Wai se las entiende con el autor de Sed de mal , este My Blueberry Nights aparece como la versión americana de Deseando amar y 2046 . Lo que para Wenders fue París, Texas , un admirable ejercicio de traslación geográfica de Europa a EE.UU. donde era perceptible el universo del cineasta alemán, es para Wong Kar Wai esta película de personajes que se encuentran pero no se ven y que se ven cuando sólo la ausencia permanece.
Se dirá que apenas hay novedad con respecto al universo del realizador de Chungking Express y se dirá bien. En ese sentido, su estructura triangular se cruza con la estética del road movie , con los ecos del reino del azar y con la agridulce soledad del perdedor orgulloso de serlo. Del experimento fluye una encrucijada de relatos y de personajes, de rostros que se confunden porque en el cine de este peculiar narrador importan más las sensaciones que los individuos y las emociones que los apellidos. El seductor envoltorio musical acuna con hipnótica armonía historias tristes y soledades inmensas y en ellas, con ellas, hombres y mujeres bailan como si fuera su último suspiro, como si se tratase del último vals.