Claves de ayer, llave de mañana
Dirección: David Hackl Intérpretes: Tobin Bell, Costas Mandylor, Scott Patterson, Betsy Russell, Mark Rolston, Carlo Rota, Julie Benz, Greg Bryk y Laura Gordon Nacionalidad: EEUU. 2008 Duración: 92 minutos.
CADA tiempo acuna su miedo, cada geografía sus fantasmas. Así, el terror que nos aguarda en esta serie de éxito, dignifica la venganza y pone en la picota a la Justicia. Esencialmente, Jigsaw, el (in)feliz protagonista monstruoso de Saw , está más cerca de Harry el sucio que de Freddie Krueger. Se trata de una especie de Charles Bronson terminal al que un cáncer le corroe las entrañas, al tiempo que él desarrolla trampas con las que tortura, ejecuta y/o libera a culpables a los que el sistema nunca juzga. Ésa era y sigue siendo la idea fundacional de esta franquicia que ahora dirige quien durante los cuatro capítulos anteriores fue su director artístico, David Hackl.
Saw ha sabido emblematizar el terror del público occidental de este comienzo de siglo repitiendo la misma fórmula: Una habitación claustrofóbica llena de artilugios hirientes de los que para escaparse se paga un tributo de piel, sangre y entrañas. En su concepción original había bastante del Seven de Fincher y algo del Cube de Natali. En su última entrega, las fuentes nutricias de su argumento beben ya sin disimulo del viejo Edgar Allan Poe. De hecho, ya estaban allí en su primera entrega, sólo que entonces no nos parecieron tan evidentes.
El terror de El pozo y el péndulo se agita sobre esta quinta entrega que muestra las claves que justifican e incluso heroifican a Jigsaw a lo largo de todas sus entregas. Parece inevitable que los cineastas acaben seducidos por sus protagonistas psicópatas, quienes acaban por imponer su maligna fascinación. Triste tiempo éste donde en el lugar de los héroes habitan asesinos y/o psicópatas.
El otro objetivo de Saw V, más irregular que el uno y el tres, aunque con instantes notables, era asegurarse la descendencia. Y sí; Saw V certifica que, pese a que Jigsaw ha muerto, habemus heredero y con él, como un nuevo Drácula en su ataúd, se despide el filme con la promesa de una sexta entrega. Lo paradójico es que en EEUU Saw sirve de reclamo para las campañas de donación de sangre. Según los productores, Saw ha salvado más de 125.000 vidas. Raro tiempo éste en el que los que dan sangre disfrutan al ver cómo se derrama la de los demás en la ficción de una pantalla.