El espía y el amor
Dirección: Ridley Scott. Intérpretes: Leonardo DiCaprio, Russell Crowe, Mark Strong, Golshifteh Farahani, Oscar Isaac, Ali Suliman y Alon Aboutboul. Nacionalidad: EEUU. 2008. Duración: 128 minutos.
No se dice, pero Ridley Scott se mueve al mismo ritmo de producción que Woody Allen. Como el neoyorquino, el británico trabaja de manera febril, a filme por año, como una especie de antídoto con el que vence el veneno del éxito y el zarpazo del fracaso. Como cuando estrena un filme, su cabeza ya está en la siguiente empresa, los premios o las malas críticas, afectan menos. De este modo, Scott alterna géneros, épocas y presupuestos con un único común denominador, su inconfundible no-estilo como director.
Por ejemplo, al comienzo deRed de mentiras , se nos da una lección de estrategia sobre el comportamiento terrorista y sus mecanismos de lucha. En la edad de la realidad virtual, se nos dice, cuando el enemigo se defiende con los métodos más simples y antiguos, resulta más difícil de vencer. ¿Significa eso que Scott va a penetrar en ese territorio de lo desconocido por arcaico? Definitivamente no. En el devenir de la historia que desgrana observamos que a Scott le interesa más hacer un filme de aventuras, que adentrarse en el entramado del terrorismo islámico y sus causas.
Como el hacedor de Blade Runner y Gladiator sabe mover a las masas y crear atmósferas tensas a golpe de grúa y solemnidad, aquí lo vuelve a demostrar. La historia de dos espías, el joven que empieza y que se mancha las manos en el corazón del conflicto y el veterano que lo escuda desde la retaguardia con manos todavía más sucias, arroja un oscuro diagnóstico sobre el escaso valor de la vida ajena. Entre medio, lo más débil; la quiebra del amor. Scott como Scorsese no sabe hacer creíble la escena primordial donde un hombre y una mujer se funden en un abrazo sexual. Su mejor película, Blade Runner , funcionaba perfectamente porque ella era, no lo olvidemos, una replicante con fecha de caducidad. Aquí, el final del conflicto lo representa una ingenua fusión ¿imposible? entre una enfermera musulmana y un espía cristiano mal contada y peor mostrada.
Y hay tanta espectacularidad y tanta y tan agitada acción que se diría que está tan lejos de la realidad como lo estaba El reino de los cielos . Por eso mismo, su desenlace sabe más de Las mil y una noches que de la desesperanza de John Le Carré.