Fantasía de carne y hueso
Dirección y guión: David Moncasi. Intérpretes: Carmen Sánchez. Fotografía: Josu Larunbe, Fernando Martín y D. Moncasi. Música: Gat & Madish. Nacionalidad: España. 2006. Duración: 76 minutos.
EL arranque de La muñeca del espacio , una película documental como diría Elías Querejeta, ya supone una declaración de intenciones. Un plano general muestra un carrusel de caballitos que gira con una única pasajera a bordo. Pero no es una niña, se trata de una mujer mayor, luego sabremos que ya ha cumplido 84 años. La escena se entrecorta con los títulos de crédito y a cada nuevo cambio, David Moncasi, su director, avanza la cámara para culminar con un primer plano de Carmen Sánchez. No cabe duda; el espectador ya lo sabe: ella es La muñeca del espacio . Ella es el origen, el texto y el pretexto de este documento. Un documento capaz de transcender lo anecdótico para trasformarlo en categoría. De ese modo, el álbum familiar deviene en crónica histórica, de forma que el proceso subjetivo deja paso al símbolo y a la fábula.
La vida de Carmen Sánchez es ejemplar. Era casi una niña cuando el circo la atrapó. Se convirtió en trapecista, volaba de ciudad en ciudad hasta que, a los 37 años, justo cuando alumbraba a su hijo, un error fatal en la medicación le arrebató la vista e incluso estuvo a punto de acabar con su vida. Casada con un payaso, madre de payasos y trapecistas, Carmen Sánchez todavía espera un milagro: que sus ojos recobren la vida y entonces ella pueda volver al trapecio aunque sea por un día.
Viendo La muñeca del espacio se comprende por qué David Moncasi se ha volcado en esta historia. Carmen Sánchez jamás ha renunciado a su esencia de muñeca. Coqueta y vital, el baile y la playa de Sitges dan sentido a su existencia. Sólo con esto, el documental ya merecería la pena, pero hay más. Bastante más. Moncasi, desde una distancia prudente, respetuosa con la ceguera de su protagonista, con la coartada de que está mostrando a una ex trapecista, termina por fotografiar el tiempo. Con la idea de recrear una vida, penetra en el vacío de la muerte. Con el semblante de esa madre de payasos, radiografía la esencia del circo y la vulnerabilidad de la estructura familiar. Y así, entre ese ir y venir de una muñeca, lo que se muestra es fantasía de carne y hueso, esencia de existencia.