De lobos y lobas
Dirección: Katja von Garnier. Intérpretes: Agnes Bruckner, Hugh Dancy, Olivier Martinez, Bryan Dick, Katja Riemann, Tom Harper. Nacionalidad: Reino Unido, Alemania, Rumanía y USA. 2007. Duración: 98 minutos.
¿Qué se puede esperar de un filme capaz de titularse Sangre y Chocolate ? La distribuidora española, al parecer, nada. Por eso ha cambiado rápidamente el título original por el más gris y funcional, La marca del lobo . Pero no es ésta la única excentricidad de esta modesta película de hombres lobo nacida bajo el paraguas del éxito de Underworld . Inclasificable resulta la realizadora, Katja von Garnier, una cineasta alemana que ganó premios de prestigio como cortometrajista y que es de las pocas cineastas abonadas al fantástico. Tampoco es frecuente que la Rumanía real sea escogida como escenario, por más que sea allí donde convencionalmente, pero en la ficción, se ubica el territorio del conde Drácula. Por cierto, ver al fondo algunas imágenes de esa Rumanía real hecha de duros contrastes entre el esplendor y la pobreza constituye lo mejor de la película.
En fin, que La marca del lobo , aunque se deba a su naturaleza y su reino pertenezca al de las estanterías de los videoclubes, evidencia una querencia estimable por articular un discurso original. Su comienzo, por ejemplo. Una subversión del final del cuento de Caperucita Roja por la que los cazadores matan a los lobos. Aunque esta Caperucita no es humana, tiene sangre de loba.
Hay también en esta película dirigida con mucho ensimismamiento y sobredosis de estética de anuncio de gel y coca (cola) viejas ideas recicladas. Hace años, en Jóvenes ocultos , Schumacher convocaba una metáfora feliz. Los vampiros, debilitados por la luz del día, se comportaban como toxicómanos en pleno proceso de angustia y necesidad de droga.
Ahora, la mujer lobo de esta historia, una pastelera sensual que se pasa el día entre chocolate y que intenta controlar su naturaleza bestial, entra en agonía cuando respira polvo de celuloide porque en él hay nitrato de plata. Y es que Katja poseía un argumento con algunas ocurrencias felices. Pero ha preferido el chocolate a la sangre y evidencia que está más hecha para el mundo de la publicidad que para el reino de las tinieblas. En consecuencia, dilapida todo el capital de su guión a cambio de un puñado de caras guapas y poses de gimnasio. Un despilfarro y una pena.