Esencialismo fraternal
Dirección y guión: Tamara Jenkins. Intérpretes: Laura Linney, Philip Seymour Hoffman, Philip Bosco, Cara Seymour, Peter Friedman y Gbenga Akinnagbe. Nacionalidad: EEUU. 2007 Duración: 113 minutos.
La presencia de Alexander Payne, uno de los productores de este filme (autor de obras tan personales como Election , A propósito de Schmidt y Entre copas ) ya supone una declaración de intenciones. Payne cultiva la comedia desde un inteligente compromiso con la renovación. De manera indefectible, sus películas provocan un regusto amargo. Salpican sonrisas pero acunan escalofríos, un vaivén que tiene mucho que ver con la tragicomedia, o sea, con el patetismo de la existencia. Esa querencia de Payne encontró un alma gemela en Tamara Jenkins. ¿Quién es Tamara Jenkins? Una debutante de cuya biografía da noticia, debidamente filtrada por la recreación ficcionada, este filme difícil de ubicar. Sus personajes bien podrían compartir con Schmidt su perpleja soledad, de hecho, es el propio cine de Payne quien más se le aproxima.
Hace pocas semanas se estrenaba un filme titulado Como la vida misma . Aquella crónica familiar, un cuento romántico empeñado en insuflar optimismo, no era sino un cuento, una fábula de tonos rosas que no pintaban la vida sino una proyección idealizada de la misma.
La familia Savages probablemente tampoco debe ser presentada como una película realista, pero hay en ella reflejos de pura verdad. Su arranque, un grupo de¿majorettes? que olvidaron la adolescencia hace mucho tiempo, da paso a una cerrada y enfermiza relación. Dos hermanos con inquietudes artísticas e intelectuales deben enfrentarse al deterioro mental y físico de un padre que nunca fue amable. Ni siquiera mereció tal título. En ese cuadro, los hermanos se reencuentran para encontrarse con sus respectivos fracasos, con sus incuradas heridas. Para remediarlas, Tamara aplica una terapia de choque. Poco a poco el filme, alimentado por reflejos que sólo quien los ha vivido puede recrearlos, avanza en un desenlace de alborada y reconciliación. Tamara dirige con austeridad, controla el gesto y apunta hacia una inteligente llamada a la liberación. Su declaración de intenciones se condensa en una única frase espetada ante un cuerpo muerto: «Eso es todo». Y, como «eso es todo», los Savages nos invitan a querernos más y ser coherentes con lo que se quiere ser.