Anillos y compromisos
Dirección: Richard Attenborough. Intérpretes: Shirley MacLaine, Christopher Plummer, Mischa Barton, Stephen Amell, Neve Campbell, Pete Postlethwaite. Nacionalidad: Reino Unido y Canadá, 2007. Duración: 118 minutos.
DESDE su mismo título, explícito a la vista de su argumento, hay algo evidente en el último filme de Richard Attenborough: su vocación por subrayar un doble sentido, su obsesión por retorcer las apariencias para desvelar lo que a primera vista no se dice, no (a)parece. En inglés las palabras anillo y círculo poseen el mismo término: the ring y, con ese juego, crece un filme sentimental revestido del tono y los haceres de otros tiempos y con un anillo de compromiso como vehículo argumental. En Cerrando el círculo , Attenborough, un cineasta sólido especializado en el biopic y el drama, utiliza un guión folletinesco en el que, como un puzzle imposible, todas las piezas acabarán por ocupar su sitio aunque el sentido común ceda su lugar al capricho y la casualidad.
Narrada en dos tiempos que se intercalan despejando una serie de incógnitas que a mitad del filme ya no lo son o no son creíbles; Cerrando el círculo parece una convención de grandes actores, una de aquellas producciones de los años 70 que atraían al público por la riqueza de su reparto. Dos tiempos marcan su texto: el de la segunda guerra mundial y el del comienzo de los años 90. Medio siglo de diferencia para recomponer un relato de amor trufado por la ausencia y el dolor.
Un romance a cuatro bandas: tres amigos y una mujer deseada y querida por los tres y con los que ella tendrá un tiempo para cada uno, suministran el enredo sentimental. Hace años, Ettore Scola con parecido planteamiento alumbró una fascinante, inolvidable y agridulce comedia, Una mujer y tres hombres . Scola radiografiaba, con el pretexto de la divergencia de tres hombres unidos en la guerra y alejados en la paz, el proceso histórico de la Italia contemporánea. Attenborough no sale de la casa que un día unió a sus protagonistas.
Al mismo tiempo, de manera tangencial y artificiosa, Cerrando el círculo esboza un cordón umbilical que une las simpatías pro-nazis del IRA de los años 40 con las bombas de los años 90 en un quiebro político que podría haber sido muy interesante pero que apenas es tratado por este círculo en el que, al final, sólo parece importar la necesidad de cuadrar un argumento lleno de altibajos narrativos y resuelto con una gélida corrección formal.