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La dignidad de la comedia

viernes, 17 de julio de 2009 Dejar un comentario Ir a comentarios

Dirección: Borja Cobeaga. Guión: Borja Cobeaga y Diego San Jos. Intérpretes: Gorka Otxoa, Sabrina Garciarena, Óscar Ladoire, Kiti Manver, Julián López, María Asquerino, Michel Brown, Bárbara Santa Cruz. Nacionalidad: España. 2009. Duración: 88 minutos.


Pocos debutantes lo hacen con una experiencia tan curtida como la de Borja Cobeaga. Nació en San Sebastián, 1977, pero su biografía parece propia de EEUU. Se escribe en ella que comenzó a hacer cine cuando apenas tenía 9 años, en el jardín de su casa, con sus amigos del colegio. O sea, estamos ante una precoz querencia propia de gentes como Shyamalan. ¡No! No se está comparando a Cobeaga con el cineasta de Filadelfia, todavía estamos ante su primer largometraje; simplemente se subraya algo importante: Borja Cobeaga posee sangre de narrador y querencia de director. Pagafantas es una prueba irrefutable de que pertenece a una generación nueva y, como tal, su apuesta resulta renovadora.

Más cercana al tono de Éramos pocos que a Limoncello , Pagafantas aparece como una comedia con instinto letal, un divertimento con traje de neopreno capaz de bucear en aguas contaminadas. Dicho de otro modo, es un pretexto que se viste de frivolidad cuando en realidad habla de algo tan extraordinariamente complicado como el sexo, el deseo y el amor. Para ubicar al lector resulta obligado dotarle con referencias reconocibles, que no siempre hacen justicia a la verdadera naturaleza de lo definido. Pero si se dice que Cobeaga mezcla el buen tono de la mejor tradición de la comedia española en su vertiente más pantanosa e inquietante con el gesto postmoderno del primer Alex de la Iglesia y el desenfado de su propia cosecha de ¡Vaya semanita! , establecemos los límites del mapa en el que se contiene Pagafantas sin traicionar su sentido último. En ella hay un actor, Óscar Ladoire, felizmente unido a su personaje en una operación/resurrección que, desde el hacer de Santiago Segura con Tony Leblanc, no se había visto. Hay una actriz imparable y un protagonista capaz de bailar en el filo que separa el patetismo de lo sublime. Hay una buena historia y tan solo falta, algo impensable en alguien de tanto duende como Cobeaga, una pizca de ambición y algo más de trabajo. Eso hace que algunos personajes se diluyan sin que aflore su razón de ser y que lo que ya de por sí resulta notable no llegue a lo sobresaliente.

Nada que no se pueda remediar en su segundo asalto. Este lo gana con fuerzas sobradas.

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