Viaje sin sentido
Dirección: Juanjo Elordi y Asisko Urmeneta. Guión: Edorta Barruetabeña y Unai Iturriaga; basado en la novela ‘La vuelta al mundo en 80 días’, de Julio Verne. Nacionalidad: España. 2008. Duración: 87 minutos.
Si esta historia hubiera sido producida en Shinjuku o Broadway tendríamos millones de pins , miles de muñecos, infinitas ilustraciones y todo tipo de merchadising emanados de este filme. Y se venderían bien, porque sin duda son atractivos, actuales y hasta simpáticos en su buscada deformidad. Pero no es el caso y, hoy por hoy, estamos ante un filme construido con ese esfuerzo artesano y socarrón que por razones no analizadas reitera que la cultura euskaldun resulta especialmente permeable al mundo de los dibujos animados.
La capacidad abstracta del dibujo que lo sostiene, la fuerza expresiva y expresionista del cartoon que lo alimenta y esa demanda de trabajo, mucho trabajo que este noble lenguaje exige, goza aquí de buena salud. Pero si han sido muchos los autores que, incluso en otro tiempo, creyeron posible forjar una sólida industria de la animación en Euskadi, son mucho más los espectadores adultos despreciativos y refractarios al mundo de la animación. Sólo para los niños, sólo en los niños, la animación encuentra alguna salida posible y rentable entre nosotros.
Esa insalvable dificultad mercantil hace doblemente meritorio el esfuerzo de este equipo liderado por Juanjo Elordi y Asisko Urmeneta, dos enérgicos y singulares creadores que destrozan con impunidad absoluta y ningún asomo de contrición el viaje alrededor del mundo ideado por Julio Verne. Se trata de un simple pretexto sazonado por cierta bravuconería gamberra sobre un hipotético nuevo viaje alrededor del mundo motivado por una apuesta y con una condición: hacerlo sin pagar un euro. Como acontece con los textos que hacen del desprecio al dinero su leit motiv , el dinero acaba proyectando la sospecha de su poder, pero para adentrarnos en esa cuestión necesitaríamos más espacio. Aquí sólo cabe confirmar que este filme podía haber sido importante de haber contado algo. La verdad es que cuenta poco, arranca como si fuera a durar diez minutos y dura noventa sin que en todo ese tiempo sea posible, salvo tres o cuatro puyas emponzoñadas, agarrarse a algo que merezca ser recordado. En mi caso, sólo recuerdo la feliz plasmación de unos dibujos demasiado anclados en la imagen de marca de Kukuxumusu.