Dos solteros y una adopción
Dirección y guión: Vincent Garenq. Intérpretes: Lambert Wilson, Pilar López de Ayala, Pascal Elbé, Anne Brochet, Andrée Damant, Florence Darel, Marc Duret y Liliane Cebria. Nacionalidad: Francia. 2008. Duración: 98 minutos.
A la pregunta ¿de qué trata Como los demás ? la respuesta más simple afirmaría que describe las dificultades de adopción que en la Francia del siglo XXI sufren las parejas homosexuales. Y en verdad ése es el paisaje que dibuja su argumento. Una pareja gay, abogado uno, pediatra el otro, entra en crisis cuando el médico manifiesta su deseo y su necesidad de tener un hijo. A partir de ese conflicto, el debutante director Vincent Garenq, con mejores intenciones que rigor conocimientos, desarrolla una comedia tibia en torno a un triángulo escaleno en el que se impone la mirada heterosexual en un universo homo.
En Como los demás se profundiza en el tema pretextual, las graves dificultades que sufren las parejas homosexuales para adoptar niños, con la misma actitud con la que Matrimonio de conveniencia de Peter Weir describía el tema de las bodas para obtener la nacionalidad estadounidense. Es decir, no traspasa lo anecdótico. Ciertamente no lo pretende y para los diez minutos, queda claro que la reivindicación de Vincent Garenq apenas irá más allá de lo testimonial.
Si se asume que el argumento es el pretexto y que su devenir se debe al deseo del guión y nunca a la necesidad de la historia ni a su adecuación con lo real, todo aparecerá transparente. Despejada esa niebla, Como los demás muestra su condición de película de actores en donde su mejor virtud descansa en ellos. Su devenir resulta tan inverosímil y su argumento se toma tantas libertades y respeta tan poco el principio causa-efecto que lo que ocurra o deje de ocurrir a los personajes del filme carece de rigor narrativo.
En su defecto se impone el estado de gracia de sus principales actores. Y entre ellos, dos. Lambert Wilson, con una actuación precisa, contenida y brillante; y Pilar López de Ayala: verídica, inteligente y carismática. Por ellos se justifica el placer de contemplar una película menor que aparenta poseer el toque de la Agnès Jaoui de Para todos los gustos pero que deviene en la gestualidad patoso-paternal de la Coline Serreau de Tres solteros y un biberón . Lo que convierte al filme en un dulce testimonio sentimental y una reivindicación revestida de caramelo.