Love story de almas de metal
Dirección y guión: Andrew Stanton. Producción: Jim Morris. Música: Thomas Newman. Montaje: Stephen Schaffer. Nacionalidad: USA . 2008. Duración: 99 minutos.
Ya sabemos cuáles son los nuevos textos que tomarán el relevo a los cuentos de Charles Perrault, a los de Jacob Karl y Wilhelm Grimm y a los de Hans Christian Andersen; las mil y una películas de Pixar. En ellas; en Toy Story y Buscando a Nemo ; en Cars y en Los increíbles ; en Monster S.A. y Bichos y, por supuesto, en Wall·E se dibujan los modelos simbólicos que sujetarán los temores y desconocimientos de los millones de aquellos hipotéticos espectadores que dentro de un tiempo serán niños, los niños del futuro.
Más allá de operaciones comerciales y de haber salvado a la Disney de la desaparición; Pixar, película a película, ha sabido formular los grandes temas de nuestro tiempo. Entre ellos, la crisis de valores de Occidente y la desorientación del hombre masculino y sus roles, cuya formulación parece golpeada por la crisis. Lejos de las tontadas de un ogro verde y un burro atorrante, la gente de Pixar escribe de verdad bajo la apariencia de jugar al moderno juego del guiño y el préstamo.
En Wall·E , el espectador iniciado podrá recitar una letanía de referentes. En la era de Internet, no estar bien informado, es un gesto de grosero primitivismo y en Pixar no son ni groseros ni primitivos y en Wall·E se pronuncia una lección magistral de su talento. Wall·E plantea un salto cualitativo en el mundo de los seres vivos. Al mismo tiempo que su arranque se parece mucho al de la odisea de Soy leyenda , protagonizada por Will Smith. Como el científico Robert Neville, el último hombre vivo en la Tierra; Wall·E , un robot fabricado para empaquetar desechos metálicos en un planeta convertido en un estercolero, vive solo en compañía de una mascota; una cucaracha.
Pero lo que el filme plantea se introduce en aguas profundas y muestra un despliegue de sabiduría e inspiración que convierten esta obra amable y conmovedora en una de las piezas más nobles y complejas del año. Imposible acotar aquí todas sus excelencias. Andrew Stanton y todo su equipo han construido un filme poderoso que habla del día en el que los robots aprendieron a amar, el mismo día que los seres humanos regresaron a una Tierra que habían arruinado no por la fuerza de las bombas, sino por el peso del consumismo.