Modelos de ayer, amores de ahora
Dirección: Peter Hedges Guión: Peter Hedges y Pierce Gardner Intérpretes: Steve Carell, Juliette Binoche, Dane Cook, Dianne Wiest, John Mahoney, Emily Blunt y Alison Pill Nacionalidad: EEUU. 2007 Duración: 98 minutos
Con las comedias Disney en franca retirada y el cine indie neorromántico de los 90 en absoluto declive, Como la vida misma cubre ese hueco de cine familiar, adulto y sentimental con el que el cine norteamericano aspira a llegar a todos los públicos. De hecho, hace todo lo posible. Para ello cuenta con un guión construido con oficio. Es decir, aplica en él todos esos recursos de personajes secundarios y cabos sueltos, -el policía de tráfico, la ocultación de un encuentro previo, la sorpresa que prepara la hija pequeña…-, para desembocar en un sólido cierre final: cada oveja con su pareja. Dicho de otro modo, su estructura argumental bebe de una fórmula repetida desde que el cine narrativo se encontró con cineastas tan solventes como Lubitsch, Leisen, Hawks y Wilder. O sea, Como la vida misma sabe lo que hace y hace lo que necesita.
Desgraciadamente Peter Hedges, director y coguionista de Como la vida misma , no puede rivalizar con ninguno de ellos porque pone en su filme muchas cosas de todos pero ninguna propia, ninguna que dé a su filme la sensación de asistir a una película singular verbalizada con voz propia. Son tiempos distintos, de eso no cabe duda. Pero Hedges, guionista de Retrato de April ,Un niño grande , Mi mapa del mundo , ¿A quién ama Gilbert Grape? se refugia en un esquema clásico que se alinea en la orilla contraria en la que los nuevos cineastas yanquis, Charlie Kaufman, Wes Anderson, Spike Jonze o Paul Thomas Anderson tratan de (re)inventar la comedia del siglo XXI. Aquí no hay riesgo ni sorpresa. Al contrario. De puro convencional, Hedges hace parecer muy transgresoras obras como Juno y Pequeña Miss Sunshine , películas de las que, sin duda, se encuentra mucho más cerca.
Entre otras cosas porque su principal actor es Steve Carell, un cómico que tampoco podría hacer sombra sobre el legado de Cary Grant, James Stewart y Jack Lemmon pero que, desde un rostro neutro y olvidable, trasmite una eficaz y conmovedora sensación de sinceridad.
Sobre su personaje pivota esta historia que nada tiene que ver con la vida tal y como es. A esa teatralidad contribuye poderosamente una Juliette Binoche capaz de infundir solemnidad y tragedia incluso en medio de un desayuno en familia.
Sin entender qué hace Binoche en esta comedia, la historia de un padre viudo con tres hijas entretiene. El padre, todavía con las heridas supurando la muerte de una esposa querida y perdida hace cuatro años aprenderá un par de lecciones. Una; aceptar que sus hijas ya empiezan a no ser niñas. Otra; que todavía puede encontrar una nueva historia de amor. Con ese mensaje/masaje , Carell interactúa bien con los más jóvenes y con él la dirección de Hedges no encuentra dificultad para sacar alto rendimiento a unos gags previsibles y mejor escritos que filmados.
Su estructura familiar parece una colmena de melosa miel. Todos se quieren, todos juegan, todos hablan y cantan, todos pululan de un lado a otro ante la perpleja angustia del personaje de Carell y las carcajadas ¿estentóreas? de Juliette Binoche.
Él es un columnista cuyos acerados comentarios guían la vida de cientos de lectores, mientras su vida parece despeñarse en medio de la incapacidad para comunicarse con sus hijas y aceptar su propia existencia. Ella… ¿quién es ella? Además de una veterana en forma, que practica aerobic y que lee con discutible criterio todo tipo de libros, nada se concreta salvo, eso sí, que cae muy bien a toda la familia, condición indispensable para que nadie ni nada falte en la boda.