La muerte clonada
Dirección: Eric Valette Guión: Andrew Klavan según la novela de Yasushi Akimoto Intérpretes: Shannyn Sossamon, Edward Burns, Ana Claudia Talancón, Ray Wise, Azura Skye y Johnny Lewis Nacionalidad: EEUU, Japón, Reino Unido y Alemania. 2008 Duración: 87 minutos.
Mike no hace películas, vive en un rodaje permanente. Su producción cinematográfica resulta febril, dislocada, salvaje… Pero en ella, Llamada perdida no ocupa un lugar emblemático. Al contrario, se trataba de una incursión en el cine de terror japonés al estilo de The Ring , Dark Water y La maldición bajo el prisma de la ironía. Takashi Miike durante la primera mitad de su Llamada perdida fabricaba un divertimento de orfebrería del terror. Con lo menos sugería lo más. Daba la espalda al artificio y, con un control impensable en el cineasta que ha dado vida a delirios como Dead or Alive , Visitor Q , The Happiness of the Katakuris , Ichi the Killer y Audition , Miike se las ingeniaba para mostrar con qué facilidad podía recrear lo canónico. Ciertamente lo logró durante media película. En su segunda parte surgía el Miike de pesadilla y locura para retorcer la sensibilidad del público adicto al terror de diseño y sobresalto.
El equipo liderado por Eric Valette, un cineasta nacido en Tolouse que la industria norteamericana pone a prueba, nada sabe de Miike. En consecuencia nada hay en su remake de su venganza contra lo académico al servicio de lo comercial. Al contrario, allí donde Miike derrochaba frescura y desvergüenza, Valette busca contención, claridad e incluso una cierta lógica causa-efecto. Precisamente eso es lo que Miike, inspirado en la misma novela de Yasushi Akimoto, despreciaba.
La historia se alinea en la explotación de los nuevos soportes tecnológicos como material narrativo para regenerar lo terrorífico. El objetivo fundamental es simple: los sueños de la nueva tecnología crean nuevos monstruos. Nuevos fantasmas para miedos eternos. Hay un referente brillante, Cure de Kiyoshi Kurosawa, fruto de un insulsoremake : Pulse . Y no hay que renegar del citado The Ring , filme que actuó como ariete de lo que algunos han (des)calificado como moda filo-oriental de injustificada admiración. Injusta sospecha. Basta con ver cómo Hollywood destroza los precedentes japoneses para hacer aconsejable la degustación de las obras primigenias. De hecho, pese a la sosa corrección de esta Llamada perdida , Valette no hace sino revalorizar lo que hizo Takashi Miike en un momento de broma.