Al servicio de los actores
Director: Rob Reiner. Guión: Justin Zackham. Intérpretes: Jack Nicholson, Morgan Freeman, Sean Hayes, Rob Morrow, Beverly Todd, Alfonso Freeman, Rowena King. Nacionalidad: EEUU. 2008. Duración: 97 minutos.
Familiarmente to kick the bucket significa algo así como estirar la pata. De manera que Bucket list , título original de lo que entre nosotros se titula Ahora o nunca , vendría a ser la relación de cosas que uno desearía hacer antes de morir. Una vieja idea. No hace muchos años, Isabel Coixet la utilizó para dar pretexto argumental a su emotiva Mi vida sin mí . Y como ella, Rob Reiner (La princesa prometida , Cuando Harry encontró a Sally , Misery , Algunos hombres buenos ) se adentra en el territorio de la gran herida emocional para regatear a la muerte a golpe de humor sutil y con un par de sujetos bondadosos en extremo.
Pero nada de lo que se diga tendría sentido sin acudir a sus dos principales protagonistas: Morgan Freeman y Jack Nicholson. En realidad, lo que permanece tras la visión de Ahora o nunca es la certeza de que el filme es el vehículo para que ambos actores (los dos nacidos en 1937) tuvieran la ocasión de trabajar por primera vez juntos.
En esta percepción metafílmica se proyectan, además, algunos rasgos que emanan de la biografía personal de los actores, para empapar el perfil de sus personajes. Freeman fue mecánico, como mecánico es su personaje en el filme y Jack Nicholson, con tres Oscar en su haber y una carrera extraordinaria, bien puede llevar una vida como la que se pega su personaje. Por lo demás, Reiner se complace en confrontar sus dos estilos interpretativos. Es decir, hace que sus personajes se adecuen a lo que de los actores se espera.
Por eso su argumento es lo más vulnerable. En una habitación de hospital, en la planta oncológica, coinciden dos pacientes en fase terminal. Uno es un multimillonario dueño incluso del citado recinto sanitario. El otro, un buen mecánico todavía en activo que ha criado a una familia arquetípica. Mientras esperan sus fatales diagnósticos nace entre ambos algo así como una extraña amistad al estilo de lo que Billy Wilder cultivó a lo largo de su vida.
Reiner, infinitamente menos ácido, dosifica a sus gruñones con toneladas de positivismo, se pega un periplo por medio mundo y da un recital de cómo morir con dignidad. Un cuento ejemplar al servicio de dos actores geniales que aquí se pasean intercambiando autocomplacencia, carisma y talento.