Escenas de una pareja detestable
Dirección: Steve Buscemi. Guión: David Schechter y Steve Buscemi, según el guión de Theodor Holman para el filme de Theo Van Gogh. Intérpretes:Sienna Miller y Steve Buscemi. Nacionalidad: EEUU, 2007. Duración: 83 minutos.
De no ser porque Theo Van Gogh, sobrino-nieto del célebre pintor, fue asesinado a tiros, probablemente Steve Buscemi jamás hubiera rodado esta película. Pero un cortometraje contra el fundamentalismo dirigido por el combativo Van Gogh hizo que un descerebrado criminal lo asesinara. En reacción a su muerte, sus amigos y productores han llevado a cabo un viejo sueño suyo, re-hacer tres de sus más celebradas películas en un ambiente norteamericano. Interview es pues, la primera que se estrena.
Interview debe ser comprendida como un acto de reivindicación de la figura de Theo y en consecuencia Steve Buscemi, paradigma del cineasta indie, guionista, actor y director, debe ser visto como el maestro de ceremonias de este homenaje. Así, en un guiño hitchcockiano, Buscemi hace que el taxi en el que el personaje interpretado por él se aleja de Sienna Miller, sufra un accidente al chocar contra un camión rotulado con el nombre de Van Gogh. ¿Intuye Buscemi que se está dando un trompazo con esta historia? Sin duda, pero hay vida más allá de su lectura metafórica.
Así, gracias al golpe que recibe en la cabeza el personaje de Buscemi, se produce un reencuentro y el entrevistador es invitado a casa de la actriz para desarrollar, regado por el alcohol y la cocaína, un duelo perverso e histérico sobre la manipulación y la mentira. Interview es cine de cámara con pulsión teatral. En ella, un entrevistador y una actriz famosa, parecen impelidos a hacerse daño en un juego de súbitos cambios y de manipulaciones oscuras. Construida en ese cruce entre el filme originario de Van Gogh y la mirada recreadora de Buscemi, la historia acontece en Manhattan, en un loft de amplios espacios y múltiples trampas. Rodada en apenas semana y media, con tres cámaras y una enfermiza voluntad diseccionadora, los dos personajes resultan inquietantes y vacuos, a medio camino entre un Bergman epidérmico y un confundido LaBute. La pena es que, pese a que Buscemi y Miller se dejan la piel para sacar adelante sus diálogos, los bruscos cambios de humor resultan demasiado mecánicos, demasiado forzados como para implicar y emocionar plenamente a quien los mira.