Asesinos y policías
Dirección y guión: Todd Robinson. Intérpretes: John Travolta, James Gandolfini, Jared Leto, Salma Hayek, Scott Caan, Laura Dern, Michael Gaston y Dan Byrd. Nacionalidad: EEUU. 2006. Duración: 110 minutos
Raymond Fernández y Marta Beck fueron menos famosos que Bonnie y Clyde pero sus delitos fueron más monstruosos, más oscuros, más crueles, más mezquinos. Se les contabilizaron veinte asesinatos, algunos de una ferocidad inquietante. Mientras el mundo se preparaba para la guerra fría y se restañaban las heridas del nazismo; estos dos psicópatas sembraban la muerte. Ha habido dos importantes acercamientos cinematográficos a su historia. Uno respondió al título de Los asesinos de la luna de miel . Lo rodó Leonard Kastle -nunca más volvió a dirigir largometrajes- en 1969. Empapado de realismo y deudor del free-cinema , Kastle miraba fríamente el proceso de estos amantes asesinos, mostrando con desnudez la crudeza de sus crímenes. Años después, en 1996, Arturo Ripstein en Profundo Carmesí impregnaba esa crónica negra con el exceso propio de su radical y surreal universo.
Ahora, Todd Robinson, nieto del detective Elmer C. Robinson encargado del caso -aquí interpretado por John Travolta- alumbra una ilustración esforzada de su detención.Todd Robinson, sin perder de vista a la pareja de asesinos, dedica un espacio propio para retratar a su abuelo, un policía con bastante sentido del humor pero que jamás superó el sinsentido homicida de estos dos asesinos.
Ni la frialdad realista de quien fuera compositor y músico, Leonard Kastle; ni la extrema perversidad de quien aprendió de Luis Buñuel, se asoman en esta cita. Robinson divide su crónica entre el recuerdo-homenaje a su propio abuelo y un retrato bastante improbable de la pareja de asesinos. Ray y Martha compusieron una pareja venenosa cuyos delirios eran alimento de locura. Pero basta confrontar una foto de la pareja real con la cinematográfica para entender que, aunque Salma Hayek hace esfuerzos por ocultar su belleza, todo es demasiado inverosímil, demasiado forzado, demasiado improbable. Sin suspense narrativo ni capacidad de traspasar la piel de sus actores para palpar la verdad de los personajes, todo se vive como un estrenos TV. Sólo que interpretado por actores de primera que aquí se limitan a no perder la compostura.