MIS ITINERARIOS – NUMERO 03 – GALLIPIENZO.
He pasado infinidad de veces por la Carretera de Tafalla a Sangüesa, y siempre lo veía a la derecha de la misma, en un alto, como que «ahí estaba» pero sin más.
El pasado día 28 de septiembre se me ocurrió, después de que el sábado 27 hiciese la 1ª etapa del Camino de Santiago, acercarme a Gallipienzo, ya que había leído, en algún sitio, que existe una interesante calzada romana que baja desde el pueblo hasta el río.
Pues bien, a las 9,00 horas de la mañana estaba en Gallipienzo, con un día radiante, aunque algo fresco, y como quiera que llevaba un pequeño, y esquemático plano, me dispuse a buscar la citada calzada.
El plano me indicaba un recorrido que discurre por la citada calzada. El recorrido parte de la fuente que hay en el centro de la localidad, luego baja hacia el Sur, y sale del pueblo y empalma con la Cañada de Murillo el Fruto al Salazar. En este espacio entre el pueblo y la cañada debería de aparacer la calzada.
Se nota que Gallipienzo no es un sitio muy visitado por las «hordas domingueras», por lo tanto tiene sus ventajas, pero también tiene sus inconvenientes.
A mí me gustan estos sitios aislados en los que precisas con mayor atención todos los detalles, que en otros casos se te escaparían.
Pues bien, el inconveniente, en este caso, es que tardé una hora en buscar la dichosa calzada. Seguía las marcas indicadas como SL (Verde y Blanca), y llegaba otra vez al pueblo en el que un letrero me indicaba que la cañada estaba en la dirección opuesta a la que yo había tomado. Tres veces hice lo mismo, y para colmo un perro me estaba poniendo de los nervios con sus ladridos, hasta que por fín, y a punto de tirar la toalla, encontré el camino que bajaba, y que no es otro que la «buscada» calzada. La razón de no haberla visto a la primera era que, está tan poco transitada, que la vegetación, tanto vertical como horizontal, se había comido el inicio de la misma.
Una vez encontrada comencé a bajar, y la verdad es que mereció la pena ya que se trata de una calzada bien conservada, en la que predominan las «tiras» de piedra en vez de las losetas. Estas tiras están perpendiculares al camino, y están separadas por otra tira longitudinal a modo de linea continua (Como en las carreteras actuales). En estos casos, siempre pienso lo mismo ¿Como podían acarrear semejante volúmen de material, en lugares tan dificultosos?. Sería complicado hacerlo ahora conque en aquellos tiempos. En fin, alguien, algún día, me lo explicará. Al hilo del tema, es curioso observar que a lo largo de toda la calzada existen una serie de piedras verticales (Lápidas), en las que el tiempo ha borrado toda inscripcíón, que recuerdan a las personas que fueron asesinadas por los bandoleros a lo largo de todo el siglo XIX.
Una vez has bajado al río abandonas la calzada y ya vas, en dirección norte, por un camino normal y corriente paralelo al mismo. Nada más bajar, y al otro lado del río, tenemos la [Enlace roto.], muy rica en flora y fauna, donde encuentras especies difíciles de ver en otros puntos de Navarra e incluso de la Península.
Dejamos el camino paralelo al río para encarar, en sentido oeste, el cementerio, donde se encuentra la Cruz de Idoia, flanqueada por una lápida conmemorativa.
Pasas la carretera y volvemos a coger otra vez la calzada romana (Otro tramo), ya más señalizada y mucho más cuidada que la otra. En este tramo, que asciende al pueblo, la calzada está señalizada con unos hitos de hormigón en los que se puede leer Cd (Calzada en abreviatura).
Vuelves al pueblo, al punto de partida, pero no te puedes ir sin visitar la Iglesia de San Salvador en lo más alto del pueblo (Y mira que Gallipienzo asciende). Como ocurre en casi todos los sitios, la encontré cerrada, y no pude contemplar, seguramente, alguna maravilla que esconde en su interior, pero de todas formas merece la pena subir, pues desde esa altura se divisa toda la zona de Sangüesa magníficamente. Esta Iglesia tiene, también carácter de fortaleza. Es un edificio gótico del siglo XIV.
Disfruté durante un buen rato de las vistas. Ya habían pasado tres horas y para mí, quitando la búsqueda inicial de la calzada, parecía que habían sido tres cuartos de hora.
Tal es mi grado de ignorancia que, posteriormente, y revisando cosas, he descubierto que Gallipienzo fue atalaya de vigilancia frente a las incursiones musulmanas, y a partir del siglo X adquiere importancia, ya que el rey Sancho el Mayor se lo asignó a su hijo Ramiro y se convirtió en un espacio de referencia sobre la frontera con el reino de Aragón. ¡Ignorante de mí!.
En fin, seguiremos dando la «tabarra».