Extracto del artículo publicado por Manuel Fernandez Blanco en “La voz de Galicia” / 4-4-2008
Max Moley, presidente de la Federación Internacional de Automovilismo, ha sido filmando poniendo en práctica sus fantasías sexuales de contenido sadomasoquista y escenografía nazi. Es sabido que su padre fue el fundador de “La unión de fascistas británicos y que Adolfo Hitler fue testigo en la boda de sus padres. No parece aventurado entender que su modo de goce tiene que ver con sus identificaciones inconscientes y con la interpretación del deseo de sus padres.
Mosley en público se distancia de la ideología nazi y critica los insultos racistas. No hay por qué dudar de la sinceridad de estas críticas. Tener fantasías perversas no implica necesariamente ser un perverso. Si a todo el mundo se le juzgara por sus fantasías sexuales, pocos saldrían indemnes. El modelo de Mosley es antiguo, clásico. Responde al esquema de “virtudes públicas, vicios privados” Por eso resulta atacable, porque sus ideales entran en conflicto con su modo de satisfacción sexual
Mucho menos clásica es la sexualidad de Thomas Beatie, el transexual embarazado. El no se ha hecho conocido por su actividad pública, sino por su posición sexual. Tomhas Beatie es un adelantado. Lleva a la práctica la aspiración más radical del sujeto hipermoderno: poder decidir y elegirlo todo, sin limitaciones. Por eso no entra en conflicto por haber hecho una reasignación de sexo y luego quedarse embarazado.
La aspiración de abolir cualquier determinismo, incluso el sexual, es una de las características del sujeto actual. Por so cada vez será más frecuente que el sexo sea una cuestión de elección y de circunstancias. Un sexo variable dependiendo de la preferencia del momento. El sujeto de la hipermodernidad pretende autodeterminarse al margen de cualquier criterio preestablecido.
El no es atacado por escándalo sexual, aunque el no aceptar ninguna norma, nosotros lo podamos calificar de escandaloso.
M. Fernandez Blanco Miembro de la ALP