LA DEPRESION *

La clínica psicoanalítica cuestiona la existencia de una entidad que se pueda denominar depresión. Pero puesto que está presente en el lenguaje de la psiquiatría e invade el discurso común contemporáneo debemos tomarlo en consideración y hacer algunas matizaciones.

Es una clasificación apoyada por el cognitivismo y las neurociencias, que nos hacen la promesa de llegar a descubrir la causa bioquímica del pensamiento, de los afectos, y de los sueños y poder incidir en ellos. El problema es que los investigadores y los investigados están afectados de subjetividad pues están irremediablemente afectados por el lenguaje. Esto hace inviable la objetividad que es la base del propio método científico.

En los sujetos afectados por el lenguaje queda introducida una perturbación esencial en su cuerpo.

En los animales el programa del instinto orienta a cada especie respecto a lo que tiene que hacer para alcanzar el objeto con el que satisfacerse, ya sea sexualmente o alimenticio.

El sujeto humano desde que nace no tiene otro remedio que utilizar la mediación del lenguaje, es decir pasar por el lenguaje del Otro. Esto hace que el instinto se transforme en pulsión. Pulsión que se concentra en ciertas zonas corporales y que no tiene un objeto de satisfacción prefijado. Además, la pulsión puede y debe encontrar ciertas vías de satisfacción indirecta a través del deseo y los ideales. Es decir, renunciar a su satisfacción directa. Y es que el ser humano inserto en la civilización se ve confrontado con la necesidad de definir su lugar en ella, la necesidad de buscar sentido y encontrar ideales para orientarse

Freud, en “El malestar en la civilización” nos dice que la civilización implica una renuncia pulsional y que eso es la causa de los mayores logros de la humanidad, pero también de sus malestares. También señala que el ser humano, ante el dolor de existir, siempre ha buscado adormecerlo con diversas sustancias en lugar de afrontarlo. Hierbas medicinales, sustancias tóxicas, son usadas desde siempre.

En los últimos 20 años se ha llamado depresión a cualquier malestar producido por el “dolor que implica existir” En los años 80 los investigadores farmacológicos crearon la expectativa de que podían curar al sujeto de cualquier malestar con los antidepresivos. Y puesto que la llamada depresión suele ir acompañada de angustia añaden los ansiolíticos. Hoy se sabe del fracaso de esta expectativa y de cómo se produce una cronificación cuando es ese el único tratamiento.

A nosotros nos conviene discriminar los distintos afectos y no meterlos todos bajo un mismo nombre. Aburrimiento, tristeza, mal humor, ira, apatía, entusiasmo, angustia, etc. y nos conviene distinguir, de todos ellos, la angustia como un afecto que no engaña. No engaña porque toca el corazón del ser que la padece, es decir, toca aquello que le falta. Toca lo que constituye el motor del deseo y que con los avatares de la vida se desestabiliza con facilidad

Freud nos dice también, que el trabajo de duelo que se produce por una pérdida, es un trabajo destinado a simbolizar dicha pérdida, y a operar una redistribución de la libido pulsional. Cuando un sujeto no logra realizar ese trabajo, la mayor parte de las veces sufre efectos de depresión. El los llamaba efectos de melancolización.

Es importante por lo tanto, diferenciar el afecto de tristeza que acompaña a una pérdida con su correspondiente trabajo de duelo, diferenciarlo de la posición depresiva- melancólica- que es casi lo contrario, en la cual, el trabajo de duelo, no se ha realizado. La posición depresiva implica apatía, desinterés hacia el saber. Es un no querer saber nada de la pérdida que conlleva la vida. Por eso Lacan habla de cobardía moral. Es una renuncia al deseo para instalarse en el goce.

* Extracto del artículo de Clara Bardón en Freudiana 53
Clara Bardón es miembro de la AMP

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