La Contaminación Lumínica , Maika
La Contaminación Lumínica
La contaminación lumínica es un problema que nos afecta a todos y no solo a aquellos que gusten de admirar las maravillas que el cosmos les ofrece,desde las ya de por si limitadas posibilidades de sus telescopios, prismáticos o la simple vista.
La contaminación lumínica es sinónimo de desperdicio energético e irresponsabilidad administrativa. Desde los gobiernos, se nos acusa a los ciudadanos de falta de concienciación en la correcta utilización de los recursos energéticos, cuando la realidad (que a veces supera a la ficción) es que son estos y solo estos, los responsables directos de la mala gestión de, entre otras cosas, los alumbrados públicos.
Las actuales farolas y casi toda la red de alumbrados públicos (ya sean las susodichas farolas, los postes luminosos de las entradas a las urbes, los famosos letreros de neón y todo aquel artefacto que sirve para iluminar la vía pública) están diseñados, como norma general más que por funcionalidad, por estética. La luz de estos artefactos, no está dirigida hacia el suelo para poder cumplir su función (que por supuesto es la de iluminar la cuidad y no el cielo), sino que es dispersada alrededor del foco iluminador, con la misma intensidad hacia el suelo que hacia el cielo. Esto provoca que la luz que ilumina por encima del horizonte, no cumpla con su cometido y, por consiguiente, es lanzada hacia la atmósfera, con el consecuente desperdicio energético.
Las observaciones astronómicas, se ven seriamente afectadas por este tipo de contaminación. Los aficionados a la astronomía cada vez deben recorrer distancias más largas, con sus equipos a cuestas, para poder realizar observaciones de calidad.
Recientemente (durante las noches del día 11 y 12 de Agosto), fué la famosa lluvia de estrellas (llamadas Perseidas). Una perseida, tan brillante como las estrellas de mayor brillo del cielo, pesa tan sólo 0,07 gramos y entra en la atmósfera a 61 kilómetros por segundo. Debido a ese choque con la atmósfera, se desintegran a unos 80 kilómetros de altura y dejan ese trazo luminoso característico cuyo nombre científico es meteoro.
Como desde las ciudades es imposible observar ya la inmensidad del cielo y la gran cantidad de estrellas que existen, tuve que alejarme de Pamplona, debido a la alta contaminación lumínica que existe actualmente.
Esto me hace reflexionar sobre los siguientes puntos:
Primero. El gran derroche energético que se produce en nuestra ciudad por las noches.
Segundo. Da la impresión de que la ciudad está dentro de una burbuja y que irradia un color naranja hacia el espacio… Esto impide contemplar el cielo, su inmensidad. Se pierde la visión de muchas estrellas.
Tercero. Nuestro mejor aliado es la protesta, debemos concienciarnos y concienciar a todo el mundo de que una mala gestión del alumbrado no sólo nos impedirá observar el cielo con claridad, sino que esta mala optimización de recursos nos perjudica a todos, ya que estamos desperdiciando fondos del sistema público. Esos fondos, que todos pagamos, deben ser optimizados para su utilización en otros bienes de derecho común.
Cuarto. La solución es más sencilla de lo que parece. Hay que fabricar sistemas de alumbrado que economicen las emisiones lumínicas y que aprovechen al máximo su poder de iluminación.
Quinto. Por último, conseguí ver la «lluvia de estrellas Perseidas». Eso si alejándome de la comarca de Pamplona.
«Foto de la lluvia de estrellas»
«Foto de niños en la India observando las estrellas»
Maika Etxarri