Reflexión acerca del Manifiesto Foral

Fuero JMUn mail llega a la bandeja de entrada: tengo un MD en twitter. Entro a twitter mientras me preparo un café mañanero. Asoma un “1” en el buzón. Es un mensaje escueto (140 caracteres no da para mucho) que dice así: “Estamos preparando un Manifiesto en defensa del Fuero. ¿Te apuntas?”

No necesitaba mucho más: Montoro, el PP madrileño, el Tribunal Constitucional, UPyD… estaban criticando, incluso atacando, el sistema Foral que durante tantos años ha caracterizado a Navarra. Días y días escuchando y leyendo barbaridades sobre lo que estimaban que es el Fuero demostraban un preocupante desconocimiento de qué es y en qué consiste. Días protestando en las redes sociales de la actitud de quienes lo acusan de injusto, de privilegio, de tantas y tantas cosas tan falsas como retorcidas intencionadamente y por fin alguien me decía que un grupo de personas se estaban moviendo para emitir un Manifiesto en el cual se defendería nuestro sistema Foral de dichos ataques, ataques que si bien podían ser verbales (caso del PP madrileño o UPyD) ya comenzaban a arreciar por parte del propio Tribunal Constitucional (sentencia del 26/06/2014 dice “…el sistema tributario que establezca la Comunidad Foral de Navarra deberá ser reflejo del estatal…” donde se anula todo rastro de autogobierno y de pacto entre las partes del que está regala la LORAFNA y el Fuero Navarro; o la sentencia de 26/04/2014 que dice que “no constituye un título competencial autónomo del que puedan deducirse especiales competencias…y que dee entenderse e interpretarse conjuntamente con el artículo 133 CE” donde degrada la Disposición primera de la propia Constitución y devalúa el Convenio Económico pactado entre Estado y Navarra, en la que el Tribunal Constitucional sentencia contra la propia Constitución que ha de defender)

Durante los días que fueron desde que recibí el MD hasta que por fin vio la luz el Manifiesto pensaba que por fin l@s navarr@s íbamos a tener algo en común que defender, algo que nos hiciera ver más allá de posicionamientos políticos, de siglas interesadas, de manifestaciones cargadas de despropósitos, de una lucha constante entre partidos. Algo que iba a hacer que todos tuviéramos un punto común que defender, que situara nuestra condición de navarr@s por encima de intereses personales y partidistas. Por fin íbamos a ir todos a una en defensa de algo que nos une a todos.

En momentos puntuales soñaba con una forma de Gamazada del siglo XXI, en la cual ni Yolanda Barcina iba a hablar como UPN, ni Bakartxo Ruiz como E.H.Bildu, ni José Miguel Nuin como I-E…ningún representante político iba a hablar desde sus siglas, sino como ciudadanos de Navarra. Era el momento, Navarra necesitaba de una unión como hacía más de un siglo que no se veía en nuestra Comunidad Foral.

Pasaron los días y por fin el Manifiesto Foral vio la luz. Era un folio. Nada más. No había florituras, ni posicionamientos políticos, no había intereses partidistas: tan sólo había Navarra. Había tardado pero los redactores del Manifiesto (José Antonio Beloqui, Eneko Abal y Carlos Aitor Yuste) lo habían conseguido.

Entusiasmado, vi como aparecía en la red. Y no sólo iba a aparecer en la red sino que también iban a salir a la calle para informar sobre qué decía el Manifiesto y recoger firmas. Lo mismo íbamos a pedir a familiares y amigos: firmas. Twitter se levantaría en apoyo del Manifiesto Foral.

Pero a medida que pasaban los días en vez de recibir apoyos masivos se recibieron apoyos y críticas feroces bajo unas mismas excusas:  “es un Manifiesto nacionalista”, “José Antonio Beloqui es del PNV”, “lo firma Pernando Barrena”. Esos eran los motivos que esgrimen aquellas personas contrarias al Manifiesto, críticas a personas que lo firman y apoyan pero no al propio texto del cual nunca han dicho nada ni de forma positiva ni negativa, ni diciendo qué modificarían para apoyarlo ni qué párrafo o frase les parece mal. Nada.

En ese mismo momento comenzaba una cruzada difícil pero necesaria: había que demostrar que todo lo anterior no era cierto. El Manifiesto no lo había creado ningún partido, no lo firmaba ningún partido, las firmas eran de navarr@s que defienden al nacionalismo y también defensores a ultranza de una Navarra no nacionalista que no quieren una anexión al País Vasco, gente perteneciente a partidos políticos y votantes de todas las fuerzas del arco parlamentario. No se veía ningún tipo de intencionalidad política más allá de la defensa de los Fueros. Los creadores lo tenían tan claro como lo tienen ahora: es un Manifiesto al que adherirse pero del que ningún partido se iba a apropiar.

A medida que pasaba el tiempo han sido ayuntamientos los que se han adherido, ayuntamientos en donde todos los partidos han sabido ver más allá de las siglas a las que representan. Poco a poco ha ido obteniendo el reconocimiento de Manifiesto que nos une a tod@s y como tal lo han apoyado en sus plenos. No se han parado a ver firmantes, sino el contenido del mismo. Lo realmente importante y por lo que el Manifiesto vio la luz.

Obviamente no comparto la ideología de las siglas de alguno de los firmantes. Pero esta vez no hay siglas, sino apoyos de ciudadanos. Ciudadanos que luego pertenecerán a uno u otro partido. Solo que esta vez no existen grupos políticos: tan solo ciudadanos firmantes que aspiran a defender el Fuero. Y como tal yo soy uno de esos firmantes.

@Jose_Miguel_78

La Ikurriña en Navarra

Ikurriña en AtarrabiaEl otro día el Parlamento Foral negó que se admitiera a trámite una ILP avalada con 9.000 firmas que pretendía cambiar la actual Ley de Símbolos que rige la Comunidad Foral. Como ya viene siendo habitual en un tema tan sensible enseguida se polarizó el discurso basándose casi siempre en los ya tradicionales mantras de imposición, bandera ajena a Navarra, queréis cambiar la bandera roja por la Ikurriña, etc…

Me gustaría aportar mi visión como parte que soy de esa minoría que ve relegado su símbolo que le identifica. Este tema yo lo encuadro en dos planos:

¿Se debe permitir poner la Ikurriña en los ayuntamientos que quieran hacerlo?

En mi opinión sí, y es que cuando se pretende cambiar la Ley de Símbolos de lo que se trata es de admitir la pluralidad de esta tierra permitiendo izar la Ikurriña en el ayuntamiento que voluntariamente haya querido. Con esto nadie está cuestionando quién ostenta la mayoría social en Navarra, ni tratando de imponer nada, pero aunque los que pensamos diferente somos minoría también estamos en las Instituciones (que son de todos), y somos una parte importante de la sociedad. Sería positivo que nuestro símbolo ondeara junto con el resto de banderas oficiales en aquellas localidades donde el pueblo de turno sí quiera que esté. Y lo sería porque para mí las leyes son normas de convivencia que pueden tener ese fin o bien pueden actuar como algo que tensione a la sociedad. Legislar para que una minoría se vea continuamente relegada en su simbología no me parece que sea ir en favor de la convivencia.

Se puede argumentar contra esto que si ponemos la Ikurriña, ¿por qué no poner la de cualquier otra minoría que haya en Navarra?, y podemos reducir al absurdo ese discurso hasta comparar con querer poner la bandera de los Iron Maiden si hay algunos que lo quieran. Bien ante esto yo contesto con que debe de ser por lo menos una minoría cualificada. ¿Dónde ponemos el límite a esa minoría? La respuesta podría ser larga, y el debate interesante pero yo entiendo que un bloque social que tiene, a día de hoy, 15 parlamentarios de 50 en el Parlamento Foral supera con creces cualquier mínimo que se quiera establecer.

Finalmente, la Ikurriña no es una bandera ajena a Navarra por la simple razón que prácticamente una tercera parte de su población, tan navarra como cualquier otra, la sienten como propia.

¿Debe la Ikurriña sustituir a la actual como bandera oficial de Navarra?

Rotundamente no, pero es que nadie ha propuesto sustituir una por otra. La bandera oficial de Navarra, hecha entre otros por el jeltzale Arturo Campión, es la que es, y es la que actualmente representa a todos los navarros y navarras. ¿Que dicha bandera puede cambiar su diseño? Pues por supuesto que sí, y la prueba está en que a lo largo de la historia de Navarra su bandera ha sido interpretada con corona, sin corona, con carbunclo, con bandas de oro, pomelado, con cadenas, etc.

Conclusión

El debate de las banderas es muy viejo, y también muy oportuno, porque si se focaliza, como se ha hecho hasta ahora, nadie saldrá de sus respectivas trincheras identitarias, y el problema seguirá enquistado. Porque aquí nadie va a renunciar a su identidad, y sus símbolos, y es absolutamente lógico que así sea. Pero es nuestra responsabilidad elegir qué tipo de sociedad queremos. Una que esté continuamente enfrentada, o tratar de mejorar la convivencia en una comunidad de personas tan pequeña como la nuestra. No es fácil esta tarea después de la inmensa sima social que cincuenta años de terrorismo han abierto, pero creo que no debemos cejar de buscar el camino para restañarla.

Un punto de partida puede ser buscar aquello que sí nos une como sociedad, y es nuestra ancestral tradición jurídico-política propia, es decir, nuestro Fuero, nuestra manera de autogobernarnos. Está claro que no todos tenemos la misma visión, ni proyecto para Navarra, como es lógico en una democracia, pero debemos buscar un punto común para defender lo que tenemos hoy, y que supone la base para construir nuestro futuro en libertad y desde nuestra propias instituciones.

Porque mientras permanezcamos distraídos con esta estéril guerra de banderas somos frágiles como sociedad. Y estamos muy débiles en una situación crítica para Navarra en la que desde las Instituciones Centrales del Estado se siega por los pies el Sistema Foral de Navarra.

José Antonio Beloqui