«Si la mayoría de vascos quisiera la independencia la democracia se adaptaría». Rosa Díez en 1999.
La cosa va de manifiestos, españoles por supuesto. Hoy nos hemos levantado con la publicación de dos documentos, aparentemente contrarios, pero que en el fondo son la misma cosa. En uno de ellos se pide mano dura, y todas las actuaciones posibles dentro de la ley española para evitar algo tan antidemocrático como una consulta popular. Entre los intelectuales que abanderan esta propuesta está Mario Vargas Llosa que como todos sabemos es un español vecino de la Comunidad Autónoma del Perú, y que fue aspirante a presidir la decimoctava región española, ya que el Perú no se independizó de España de manera ilegal e inconstitucional en 1821. El otro manifiesto, con Zarzalejos y el ex juez Garzón como primeros espadas y reconocidos federalistas ambos, enarbola el renacido federalismo socialista, y nos cuenta una de indios en la que se reconoce las diferentes identidades, que no naciones, que pueblan España. Por supuesto ni mención al Derecho a Decidir que actualmente ocupa el debate político territorial.
Un manifiesto, el duro, que se parece mucho a la postura inmovilista del Partido Popular, y el otro, al acuerdo que se llegó en Granada entre el PSC, y su matriz, el PSOE. Se diría que ambos son irreconciliables, y en mi opinión a lo que estamos asistiendo es al viejo juego del poli bueno, poli malo, o mientras uno saca el puño de hierro, el otro ofrece el guante de seda. No sé si esta forma de actuar estará coordinada o no, pero para el resultado final lo mismo da. Eso es debido a que son necesarias ambas partes para que la consulta tire para adelante legalmente, así que aunque realmente la postura posibilista sea totalmente sincera, no deja de ser papel mojado.
Volviendo al texto federalista, opino que a estas alturas del partido se obvie la discusión sobre la posibilidad de que una Comunidad pueda secesionarse de España es no abordar el núcleo del problema territorial. Problema que podríamos situarlo en toda la actuación con respecto al Estatut, y el llamado Plan Ibarretxe pero cuyas raíces son mucho más profundas y lejanas en el tiempo. Hace tiempo, un amigo mío me presagió que tras un enconamiento político se ofrecería desde Madrid una oferta de tercera vía que llegaría tarde. Ahora mismo estamos en ese punto. La cuestión es si llega tarde porque creo que su momento era en 2006, y si tiene posibilidades reales de cuajar. Echo de menos en ese manifiesto una propuesta clara para solucionar la territorialidad del estado, y no una referencia a que hay que modificar la Constitución. Si se hubiese reconocido la plurinacionalidad del estado, y que se puede abordar, por ejemplo, incluyendo a Cataluña en la Disposición Adicional Primera tendríamos una oferta tangible y concreta.
No obstante, y rebajando un poco el tono agrio de mi crítica anterior, se agradece, y es positivo que por lo menos se trate de rebajar el tono, y civilizar un debate, el territorial, que tantas pasiones desata.
José Antonio Beloqui Colomo.
Imagen cogida de www.mprende.es