Ruta nº 11 – De Larraga al Despoblado de Baigorri.
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DATOS TÉCNICOS:
GRÁFICO PENDIENTES:
TEXTO EXPLICATIVO:
El amigo Emilio Latorre Zubiri, saxofonista, alardabalero, setero, esquiador, y otras cosas más, tolosarra/tafallés, y del que he hablado en otras ocasiones, me motiva para que le prepare alguna ruta. Una vez al mes, aproximadamente, suele caer por Tafalla para pasar el fin de semana con su madre, y una de las cosas a tener en cuenta, y que se convertirá ya en tradición, es la vuelta por alguna ruta o monte cercano. Con estas intenciones me llamó el viernes día 14 de diciembre de 2012.
Pues bien, después de barajar varias opciones, y recordando la llamada de un amigo fotógrafo de Olite que me preguntó, hace meses, donde se encontraba el Despoblado de Baigorri, decidí informarme sobre este destino. El sábado por la mañana, y aprovechando que tuve que ir a Larraga por temas de trabajo, y sabiendo que el citado Despoblado estaba por esa zona, indagé sobre el asunto, y me volví a Tafalla con la suficiente información como para prepararme la ruta que haríamos el domingo por la mañana el amigo Emilio y yo.
Aunque conozco bastantes cosas, fruto ya de varios años recorriéndome Navarra de Norte a Sur y de Este a Oeste, me doy cuenta que hay otras muchas de las que no tengo ni «pijotera» idea. El Despoblado de Baigorri es una de muchas.
La tarde del sábado día 15 de diciembre de 2012 la ocupé a informarme sobre el Despoblado (Datos histórios, situación ,etc…), con el fin de hacerme una idea del sitio que iba a visitar el Domingo mañana.
Una vez informado, cogidos los datos, lugares, etc…. y metida, en el dispositivo movil, la ruta a realizar, nos dispusimos a realizar la misma.
El domingo a las 08:00 horas recogí a Emilio en su casa. Desde Tafalla nos tenemos que dirigir a Larraga (Desde Tafalla nos cuesta 15 minutos). Una vez que llegas a la citada villa, tenemos que coger la carretera que sale hacia Lerín. Cuando llegas a la salida de la localidad verás unas naves a la derecha, que pone Viveros Navarvid, los pasas y coges el camino a la derecha, es un camino de concentración, bueno, ancho y completamente recto.
Antes de nada quiero comentar que con el fin de que la ruta no se haga excesivamente larga, los primeros 4 km. desde las naves indicadas en el párrafo anterior, por camino, los hicimos en coche, ya que si partimos andando desde las citadas naves, la ruta tiene una distancia de 25 km.
Pues bien, una vez en el camino nos internamos en él 900 m. hasta llegar a una bifurcación donde se aloja un pequeño edificio, recientemente realizado, que es una depuradora de agua (El edificio es de hormigón con una fachada de lamas metálicas). Cogemos el camino de la izquierda, avanzamos algo más de un kilómetro, y en el alto de un cerro, a la derecha nos encontramos con una gran piedra en la que se puede leer, con letras negras, una frase dedicada a la Virgen de Ujue. En este lugar, y hasta hace un año, había una piedra tallada que algún «cafre» se encargo de partirla en varios pedazos. Actualmente la piedra está a buen recaudo, a esperas de ser arreglada, aunque me temo que no podrá volver a su lugar de ubicación durante tantos años.
Seguimos en coche por el buen camino, ancho y llano, avanzamos dos kilómetros y medio, sin desviarnos en ninguna bifurcación, y cuando llegamos a una zona que hay a la derecha, habilitada para aparcamiento de coches de cazadores, dejamos el coche aquí, y seguimos nuestra ruta andando. Desde el borde de la carretera, donde está la nave de Viveros Navarvid, hasta el punto donde hemos dejado el coche hay 4,390 km.
Ya estamos andando; estamos en una zona eminentemente agrícola, en la que grandes fincas de cereal se ven interrumpidas por islas de bosque de encinos. Todo el recorrido, hasta llegar al Despoblado, va a ser igual, con más o menos zonas de bosque.
Una vez que hemos bajado del coche seguimos el mismo camino, y a los 175 m. giramos a la izquierda, después de 140 m. giramos a la derecha, una vez estemos en este camino os diré que no hay que abandonarlo hasta casi llegar al Despoblado. Una cosa tiene de bueno los caminos de concentración de esta zona, que no es otra que si por la razón que sea te desvías en alguna bifurcación, por cualquier duda de orientación, seguro que vuelves a encontrar el camino adecuado a tu fin; andando un poco más pero lo encontrarás.
Bien, estamos en el camino principal del recorrido: A los 580 m. del último giro nos encontramos, a la derecha, con las ruinas de un corral de ovejas, vestigio de un pasado que va desaparecien do poco a poco. Un kilómetro más adelante del corral, y como referencia de que vais bien, nos encontramos con una balsa, a la izquierda del camino, cuyo esquema se ve que no es natural y que evidencia la presencia de rebaños de ovejas en la zona; pasamos la balsa y comenzamos un pequeño ascenso, y a unos 600 m. de la balsa, y si nos giramos hacia atrás podemos ver toda la Sierra de Ujue, el propio Ujue, y parte de la zona media que va desde Tafalla hasta San Martín de Unx y Ujue (Ver panorámica que presento seguido a este párrafo).
Ya hemos hecho un poco más de dos kilómetros y ya nos hemos encontrado con varias opciones (Corral, balsa, panorámica,…..), con lo que el realizar una ruta de senderismo no es solo llegar al destino prefijado, sino admirar los diferentes aspectos del recorrido que te llevan a ese destino (¡En fin!.Como la vida misma).¡J…! Que filosófico me estoy poniendo.
500 m. más adelante nos cruza un importante camino, lo olvidamos y pasamos rectos. 400 m. despues de pasar la bifurcación nos encontramos con otra bifurcación importante, y aquí sí tenemos que tirar hacia la derecha. En el cruce de estos caminos, a la derecha, podemos apreciar la Cumbre de Montejurra y la Sierra de Urbasa a nuestra derecha. 300 más adelante del giro que hemos hecho a la derecha, volvemos a girar a la izquierda, y a 400 m. del giro citado nos volvemos a encontrar, a la izquierda del camino, con otra balsa, que esta ya parece más natural, rodeada de juncos, y donde aparece un cartel que prohibe «Tirar latas». Seguimos 1200 m.,quizas por la zona más monótona del recorrido, hasta llegar a otro cruce de caminos; cogemos a la derecha, e iniciamos una bajada que durante 600 m. nos llevará a un pequeño repecho de 1 km de longitud, flanqueado por unas grandes viñas a su izquierda, previo a la entrada al Despoblado de Baigorri.
Hemos recorrido seis kilómetros y medio desde que nos bajamos del coche, y ya estamos en el Despoblado. La sensación que sientes al llegar nos es con la de encontrarte con nada especialmente espectacular, sino que, una vez que has averiguado un poco de la historia de este lugar, tu mente te lleva a tiempos anteriores en los que todo era un inmenso bosque de encinos, a los tiempos en los que Mina, en la Guerra de la Independencia, resistió el asedio de los franceses desde la Iglesia, y como castigo los franceses la derribaron, quedando actualmente sólo parte de ella; en la forma de vida que podrían hacer allí los «58 fuegos» que allí habitaban; en la vida en el Palacio, completamente derruído y en el que se pueden apreciar, arriesgándote a entrar, las caballerizas con sus pesebres situadas en la planta baja, ya que a la planta primera no se puede subir debido a su considerable estado ruinoso; a los partidos de pelota que, durante el siglo XIX, y tras la segunda repoblación del lugar, que se celebrarían en el frontón, cuya pared todavía resiste, y como harían para que si la pelota se les iba por la derecha, no bajase hasta el río Ega, que se encuentra bajo el Palacio, y en cuyo margen derecho se encuentra la Factoría de Sarrio de Allo, la cual se ve perfectamente desde la atalaya donde estamos.
Este traslado en el tiempo, y cuando vuelves a la realidad, se convierte en una especia de «ira» controlada, al comprobar el espolio que se ha hecho del lugar: Han desaparecido casi todas las columnas de la iglesia, ya que se aprecia, claramente, como las han arrancado; igual pasa con las columnas del Palacio; idependientemente de la cantidad de piedra que ha ido desapareciendo de las paredes de la Iglesis, del palacio y del resto de las casa que configurar este bello lugar. Me figuro, por propia lógica, que este espolio ha sido favorecido por la facilidad que existe en este lugar para llegar con vehículos medianos (Todoterrenos, Furgonetas, etc), al existir unos caminos extraordinarios, anchos y llanos, que facilitan esta «tarea», y más al encontrarse a poca distancia de tres poblaciones como Larraga, Oteiza de la Solana y Lerin.
En fin» después de un buen rato en el lugar, disfrutando del mismo y sacando unas cuantas fotografías, decidimos dirigirnos hacia el Este, en busca de otra ubicación que nos han comentado. Se trata de una construcción, utilizada ahora como refugio de cazadores, que en la cual, y según la leyenda, estuvo retenida, durante dos o tres días, la reina Blanca de Navarra.
Antes de meternos con el resto de recorrido me gustaría, en plan informativo, poner un texto explicativo de lo que ha significado el Despoblado de Baigorri a lo largo de la historia. Este texto está sacado de la página www.enciclopedianavarra.biz.
«Caserío, bosque monte y lugar despoblado de Oteiza de la Solana, en el valle histórico de este nombre, Merindad de Estella. Limita al norte con Oteiza de la Solana, localidad de la que dista 5 kilómetros, y con Aberin, al sur con Lerín, al oeste con Allo y al este con Larraga. El área de Baigorri aparece modelada sobre una formación básicamente arcillosa, con frecuentes intercalaciones de areniscas relacionadas con paleocanales. Hacia el sur, las areniscas van dando paso a unos niveles calcáreos, que representan unas condiciones de sedimentación típicamente lacustres. Estos depósitos pertenecen al Oligoceno-Mioceno (Chattiense-Burdigaliense).
En el siglo XI aparece documentado ya un «tenente» de su castillo, Lope Garcés (1057). En la siguiente centuria lo rigió (1197) García Bermúdez. El rey Teobaldo I se comprometió a no enajenar la villa (1234), inscrita en el patrimonio de la Corona. Sus vecinos renunciaron al patronato de la iglesia a favor del monarca (1264), pero más adelante Felipe II el Largo lo transfirió a la sede episcopal de Pamplona (1320). Organizada en un concejo con jurado y mayorales, la población entra en crisis ya en el primer tercio del siglo XIV. Contaba en 1330 con 53 fuegos, pero 22 eran oficialmente pobres. En 1350 habían descendido a 40 y para 1366 solo constan 8, todos labradores. En 1427 se registran 18, dos de ellos hidalgos, pero el proceso despoblador se reanudó pronto de modo que la princesa Leonor calificaba ya en 1468 la antigua villa como desolado al enajenarla con su jurisdicción baja y media, a Juan Elías, vecino de Estella. Más adelante el señorío pasó a los condes de Lerín y después (1565) a la casa de Alba. Convertida en granja-palacio, en 1786 albergaba 22 habitantes.
Figura en los Nomenclátores de Población de 1858 (17 habitantes), 1860 (Venta de Baigorri, un edificio habitado, de dos pisos), 1887 (21), 1920 (56), 1930 (40), 1940 (38), 1950 (53) y 1960 (ninguno).Durante los siglos XVI-XX se habla ya de Baigorri como mero despoblado que da un nombre a un «bosque y monte de la villa de Lerín». El diccionario de 1802 dice que pertenece al propio conde de Lerín, «que tiene su antiguo palacio sobre el río Ega, y pone en él alcayde y 2 guardas». El alcaide había de ser natural de Navarra «y plaza jurada anexa a la alcaldía mayor de Larraga». Los tres cultivaban algunos pedazos del monte; pero su producción y destino principales eran los pastos y, en ellos, el ganado lanar y vacuno. En 1850 figura el monte como pertenencia del duque de Berwick y Alba. El bosque debió ser destruido en gran parte durante las guerras de Independencia y primera carlista, y los terrenos fueron labrados en gran parte. Producía al mediar el XIX unos 20.000 robos de trigo, 5.600 de cebada y avena y algunos pastos; aunque seguía alimentando una amplia ganadería. Al suprimirse el condado de Lerín, con la revolución liberal del primer tercio del siglo XIX, el cargo de alcaide dejó de existir -al menos con sus perfiles anteriores- y el Consejo de Navarra se hizo cargo de la jurisdicción. Pero, al desaparecer también este Consejo*, «quedó aislado -dice el corresponsal de Madoz-, y sin sujeción a ningún pueblo». Luego se aclararía que quedaba incorporado al municipio de Oteiza. En los años veinte de nuestro siglo, escribe Altadill que el bosque continúa retrocediendo «con evidente daño para la climatología y agricultura de muchas leguas en su contorno», porque contribuía a la sequedad y a lo extremoso de las temperaturas.
Entre los restos del caserío se alzan las ruinas de la iglesia de la Purísima Concepción De la primitiva fábrica protogótica de comienzos del siglo XIII, compuesta por nave única y cabecera semicircular, sólo permanecen en pie el muro del vangelio con sus pilares y medias columnas adosadas, así como sus correspondientes capiteles decorados con diversos temas vegetales o figurativos. Asimismo se advierten los arranques de los arcos fajones dobles y las cubiertas en forma de cañón apuntado, además de varias saeteras abocinadas, dos de ellas en el ábside. De la torre, erigida a los pies del templo, se conserva parte del fuste prismático.
En estado ruinoso se mantiene también el palacio del Duque de Alba, edificio renacentista que se construyó durante la primera mitad del siglo XVI en la parte más alta del despoblado, dominando el cauce del río Ega. Su traza horizontal y con dos cuerpos se articula por gruesas columnas de capiteles decorados con bolas de estilo Reyes Católicos o con cadenas que, en su origen se concibieron como logias abiertas, si bien se encuentran parcialmente cegadas. Describiendo el señorío de este nombre, dice un informe remitido a la Real Academia de la Historia en 1788: «En este bosque o monte tiene el conde de Lerín un palacio que demuestra antigüedad, en una elevación sobre el río Ega. Tiene en él un alcaide y dos guardas». En el término había bosque de encinas, monte y pastos. El núcleo principal lo constituía la antigua iglesia románica, con su torre, y el palacio señorial, con porches en la planta baja, y una galería sobre pilares de piedra en el piso principal. Los guardas cultivaban algunas porciones, y se producía trigo, cebada y avena. En 1548 se hizo una presa o acequia en el Ega, que sería inutilizada por una riada. Durante la invasión napoleónica, aquí tuvo lugar la desafortunada batalla de Baigorri. En la iglesia del señorío se hicieron fuertes los voluntarios de Mina, para disparar contra los franceses. Posiblemente a raíz de aquello se terminó de arruinar la nave de la misma.
Durante los años 1986, 1987 y 1988 se han efectuado campañas de excavación a cargo de C. Jusué, la primera estuvo enfocada a la realización de catas en diversos puntos del despoblado: un sondeo junto al muro meridional exterior de la iglesia con el fin de delimitar con precisión su estructura arquitectónica, otra cata en el interior del ábside de la Iglesia y otra en la zona sur-oriental de la iglesia, en la que pudo advertirse que se trataba del sector ocupado por la necrópolis del lugar. Así, en ese espacio se controló la existencia de 4 enterramientos de estructura muy simple y tosca, consistentes en fosas excavadas en la tierra sin ninguna protección en los lados ni extremos. El cadáver se introducía simplemente en la fosa, que se cubría con una laja, generalmente monolítica. Únicamente se excavó en su totalidad un enterramiento, en el que se descubrió la estructura ósea de un adulto de 1,53 crías de longitud, colocado en posición decúbito supino, con los brazos cruzados en la pelvis. Las sucesivas campañas estuvieron orientadas a limpiar de escombros una parte de la iglesia, a la excavación sistemática de un sector del despoblado y a la consolidación de los diversos restos de construcción. Las labores de limpieza de la iglesia se completaron con el acondicionamiento de los exteriores, efectuándose en la zona de la puerta el hallazgo de un tímpano monolítico, apuntado, con la parte inferior decorada por una orla de cuadrifolias esquemáticas y la exterior enmarcada por un bocel semicircular. Centra la superficie un crismón en relieve, rodeado por una especie de medallones, también en relieve, que representan estrellas y rosetas los situados en los laterales, y una mano en actitud de bendecir el de la zona superior. Todo ello se ajusta, tanto por la estructura ligeramente apuntada como por los motivos decorativos de líneas muy esquemáticas, a modelos protogóticos que se pueden fechar dentro de las primeras décadas del siglo XIII, aunque la tipología no es muy frecuente. En la parte nor-occidental de la iglesia se excavó una amplia zona del despoblado medieval, con el fin de que ambos elementos -iglesia y despoblado- quedaran relacionados. Así, se descubrieron las plantas de diversas viviendas completas, alguna estructura, posiblemente cercados o corrales, adosadas a dichas viviendas y amplios tramos de calles alrededor de las mismas. Las plantas de las estancias corresponden al tipo más usual en esta época en todo el Occidente medieval, es decir, rectangulares o cuadrangulares y, a veces, con un muro interno que las divide en dos partes, correspondientes a la zona del hogar y a la de habitación.»
Ya hemos abandonado este magnífico e histórico lugar, y ahora nos acercamos a la leyenda. Para ello cogemos el camino por donde hemos entrado al Despoblado, y nos dirigimos hacia la derecha, andamos 1.400 m. desde el despoblado, y giramos a la derecha, y ya desde esta bifurcación podemos apreciar la caseta de la leyenda, que en un principio no nos da buena impresión, ya que se trata de una edificación de piedra pero que a lo largo del tiempo parece que se ha derrumbado la cubierta, y la han arreglado con una especie de mortero de color beige fuerte, con unos canalones de recogida de aguas pluviales de color blanco, y con una chimenea hecha de ladrillo revocado que no se ajusta al entorno propio que dicta la propia caseta.
Nos acercamos al lugar por un camino sin salida que nos lleva hasta la misma puerta, y ya podemos decir que se trata de una auténtica cabaña de cazadores, ya que podemos apreciar montón de leña acopiada para realizar fuego, y dentro de la caseta una mesa para comer o almorzar, un fregadero, un frigorífico viejo, una toma de gas para acoplarla a una bombona de butano, y un calendario de unas perdices corriendo por un camino. Lo que es la cabaña en sí, por su interior, y si quitamos todos los ingredientes que he nombrado, es interesante, ya que se asemeja a un «igloo» de los esquimales, pero en piedra. Se puede apreciar que las piedras conforme van subiendo, en círculo, se van apoyando unas sobre las otras, sin ningún tipo de argamasa, coronando todo el levante con unas grandes piedras en forma circular. A mi entender, y quitando la leyenda que nos ha llevado hasta allí, es lo más interesante del edificio. (Ver foto seguido a este párrafo).
Vista la caseta de la Reina Blanca de Navarra, emprendemos el regreso hacia el coche. Salimos al camino que hemos dejado para entrar a la caseta, vamos hacia el Este, es decir, giramos a la derecha, y a los 800 m. giramos a la izquierda, cogiendo el camino que va en esa dirección (Hacia el Norte); a los 1.200 m. del giro, podemos apreciar un caserío a la izquierda del camino en el que apreciamos una típica construcción de piedra, tipo nevera, pero con una puerta de entrada. 300 m. más adelante del caserío, encontramos un giro a la derecha que nos reincorpora al camino de ida que hemos pasado para llegar al Despoblado. Seis kilómetros desandando lo que hemos andando para llegar a nuestro destino nos devolverán al coche para iniciar el regreso a casa.
Una mañana agradable, con buen tiempo y en buena compañía, han hecho que hayamos conocido otro rincón, para mi desconocido, de nuestra geografía foral.
Para los que queráis bajaros el recorrido realizado, que también se puede hacer en bicicleta, pinchar en el siguiente enlace, y lo podéis hacer: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=3743392
Un saludo, hasta la próxima, y feliz navidad.