MIS ITINERARIOS – NUMERO 02 – AIBAR.
Muchas veces tenemos las cosas cerca y no nos enteramos. Así me ha pasado con la Ruta que realicé el pasado domingo día 30 de Noviembre, y que me dispongo a comentaros.
Dentro de las innumerables publicaciones que tengo de Rutas e Itinerarios por Navarra encontré una, en Aibar, llamada el [Enlace roto.]. Como quiera que Aibar es una localidad que se encuentra a 27 km, y que no tenía muchas ganas de hacer kilómetros con el coche, encontré esta ruta idónea para matar la mañana del domingo haciendo una de las cosas que más me gusta.
La publicación que tengo, aparte del propio pozo en sí, habla de un robledal que se encuentra en la zona. Así que cogi los bártulos que suelo llevar y me dirigí a Aibar.
En la carretera que atraviesa Aibar, Dirección Pamplona, a mitad de la localidad, existe un lavadero restaurado, junto con un abrevadero y una cruz de las que se colocaban antiguamente en los caminos. Aquí aparqué el coche, y cogí el camino que, en dirección Oeste, sale de la localidad. En principio el camino no nos dice nada, ya que se trata de una vía que atraviesa viñedos, campos de labranza, granjas de ganado, etc…, a los 25 minutos de haber partido de Aibar te encuentras con un merendero entre árboles, y a partir de aquí empieza lo interesante.
- Aibar. Puente sobre arroyo y cruz en el camino.
El recorrido va transcendiendo por un camino muy bueno, tendido y ascendente. Nada más pasar el merendero, que se encuentra a la derecha, tenemos el Pozo de las Hiedras. Se trata de un pequeño pozo, muy coqueto, bien cuidado, y el cual recibe una pequeña cascada, de unos tres metros de altura, que hace que la proporción entre cascada y pozo sean las idóneas para percibirlo en su totalidad. La estancia está apoyada por un puente de madera que atraviesa el pequeño riachuelo que origina, aguas abajo, la salidad de agua del pozo.
- Merendero a mitad del camino
La zona está muy bien respetada, cuidada y la estancia en el lugar se hace agradable; se trata de una zona sombría que en verano se agradecerá pero con el inconveniente que, seguro, no baja agua para contemplar al cascada; por eso este recorrido, para disfrutarlo en su totalidad, es conveniente hacerlo en otoño, invierno o principios de primavera, cuando el agua discurre, todavía, por los riachuelos.
- Pozo de las Hiedras
Después de estar un rato grande en el pozo reiniciamos la marcha hasta llegar al llamado paso de San Jaime que es un tramo de hormigón, por donde el riachuelo atraviesa el camino. Nada más cruzar el citado paso nos desviamos, en un ángulo de casi 180º, hacia la izquierda, atravesamos una puerta de madera, y lo que hasta ahora habia sido un leve ascenso por un camino amplio, se convierte en una leve bajada por un estrecho camino, pero con la variedad de atravesar un excelente robledal.
- Magnífico Robledal
Cuando llevas un buen rato atravesando el robledad, y ya estás saliendo de él, nos encontramos, por sorpresa con otro pozo que no figura en la guía que yo poseo, se trata del llamado Pozo del Toro, llamado así porque un toro solía bajar a beber agua. Se trata de otro pozo, de idénticas características que el Pozo de las Hiedras, pero mucho más virgen, ya que sus accesos son más complicados, y el pozo, en sí, es mucho más salvaje, aunque se aprecia que alguien lo tiene como sitio de descanso o meditación, ya que han confeccionado un buen banco, a la sombra, con piedras pertenecientes a una cantera cercana. También estuve un buen rato en este pozo. En el vínculo que adjunto a la frase «Pozo del Toro» he encontrado un video de Youtube en el que, al parecer, aparecen los «okupas» del pozo.
- Pozo del Toro
Se sigue bajando, ya saliendo del robledal, hasta llegar a Aibar por caminos de monte que no tienen ninguna dificultad.
El recorrido me costó realizarlo dos horas, pero teniendo en cuenta que en los dos pozos estaría, aproximadamente, tres cuartos de hora disfrutándolos.
- Aibar visto desde la salida del robledal.
Se trata de un recorrido fácil, apto para niños y para «gandules» que no quieran hacer grandes esfuerzos. En fin para pasar una mañana dominguera cuando no tienes otra cosa mejor que hacer. Incluso puedes llevarte un buen almuerzo con su correspondiente bota de vino y parar en el merendero existente para hincarle el diente al bocadillo.
Seguiremos informando.