Feliz bombazo nuevo…

Leía yo, viniendo de tierras mayas, las inolvidables palabras del mítico “El Campesino”. Menos mítico y más truhán como aventurero conocido por su nombre: Valentín González. Unas palabras que -digo- todavía resuenan en mi memoria casi tanto como la acongojada voz del comandante que en el avión de regreso, nos hablaba de “si he de serles sinceros, no es que no consigamos aparcar, es que ha habido un atentado terrorista”.

Hay que reconocer que no cundió el pánico. La rabia es otra cosa, se lleva por dentro: la de quien suscribe como el que más. Recuerdo, en pleno jet-lag ahora, cómo se iban conectando los teléfonos móviles y al llegar la noticia de que la bomba había explotado en “un parking”, sin más señas, pensé: “han sido otra vez los garrulos con txapela…si hubieran sido los garrulos con chilaba la cosa sería aún peor”. Pero la rabia, cómo no, aumentaba al ver la gigantesca columna de humo cuando nos han hecho bajar del avión en mitad de la pista. Lo demás se lo pueden imaginar: eternas colas, olor a chamusquina, vibraciones en el suelo que anunciaban derrumbes no muy lejos…

Y en mí, como decía, fíjense qué cosas, resonando las palabras de aquél que a los ocho años trabajara en la mina; que más tarde escapara de la Legión y que hiciera la guerra del lado republicano en el PCE, siendo un represor de “trotskistas y anarquistas” de su propio bando. Aquél mismo personaje que bien pudiera protagonizar otro artículo en los “Perdedores de la historia” de este blog: Valentín González, teniente-coronel del Ejército Republicano que más tarde conociera los horrores del peor sistema totalitario: la URSS. Su franqueza le llevaría, como a tantos otros, a la Lubianka y al Gulag.

“¡Cuesta tanto arrojar de sí una doctrina a la que hemos atado nuestra vida y por la que hemos cometido incluso crímenes, creyéndolos necesarios, en aras de la futura felicidad humana!”.

Una cosa ennoblecía en sus memorias a quien dichas palabras escribió: la franqueza en el reconocimiento del grave error ante la realidad desnuda, sin polvo y paja de retórica y dogma.

Algunos, definitivamente, ni siquiera cometen sus crímenes en aras de la futura felicidad humana: aquí, en estos pequeños cráneos llenos de cantorrodados en vez de neuronas, hay RH hasta para la felicidad.

Allí veía correr – hace unas horas tan solo – con cara preocupada, a un “roji-progre-chachi-guay” del gobierno del PSOE: su cara circunspecta me insultó más que el hecho de que se saltara en la cola a una treintena de personas para conseguir un dichoso taxi (la definición de progre es ésa: serlo de boquilla y vivir como un baranda cualquiera), cuando por fin conseguimos salir del aeropuerto…perdiendo el vuelo a Pamplona. ETA está de fiesta.

“¡Cuesta tanto arrojar de sí una doctrina a la que hemos atado nuestra vida y por la que hemos cometido incluso crímenes…”, ZP puede seguir con su cada vez más tétrica sonrisilla tonta jugando con fuegos no artificiales y su “mandao” saltándose las colas…

Otros, por vivir donde vivimos y por tener la trayectoria que tenemos, sabemos que no juega con fuegos artificiales…

Fotografía: Valentín González. Alguien que nunca fue campesino pero que escribió unas demoledoras memorias bajo el título: «Yo escogí la esclavitud«.
A alguno aún hoy, le haría falta reconocer ser esclavo por elección y por supina imbecilidad.

Acerca de epicuro

Alumno de todo, maestro de nada...
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