André Glucksmann

andre-glucksmannUn humildísimo homenaje al recién fallecido André Glucksmann. Aunque al igual que Gabriel Albiac yo no creo que sea correcto llamar «nihilistas» a los yihadistas (éstos, a diferencia de aquéllos, tienen un plan determinista aunque puedan coincidir en algunos truculentos aspectos en los medios); André Glucksmann me enseñó a dudar de ciertas certidumbres erróneas. De ciertos determinismos también en la Izquierda de la cuál tanto él, como modestamente quien escribe, provenimos. Me enseñó, a la manera de un diálogo platónico, a ponerse a sí mismo en duda en un diálogo con su hijo Raphaël en «Mayo del 68. Por la subversión permanente«…y aprendí también de sus desaciertos. Muchísimo. Puesto que todo aquel que juega en el terreno de la Filosofía Política, sabe que vive al límite de la ingrata actualidad…del pensar en el momento, en el instante mismo. Vive en la fugacidad más que nadie. Y me enseñó su cara más íntima en «Una rabieta infantil«…todo un homenaje a una vida, vivida con dramática intensidad: la más justa de las vidas.
«O bien el conocimiento de uno, cerrándose sobre sí mismo, se convierte en conocimiento interior y de sí por uno mismo, a través de la intuición del yo (…) O bien el conocimiento de uno mismo afronta una alteridad salvaje, irreductible e insuperable, a la que la filosofía interroga interrogándose. Camino que yo trato de tomar»
(André Glucksmann; «Una rabieta infantil-Une rage d’enfant«; parágrafo 8: «¿Para qué sirve la Filosofía?»).


Post Scriptum: aún conservo el artículo de quien suscribe publicado en Diario de Noticias de Navarra; haciendo referencia a Glucksmann y sus reflexiones tras su viaje ilegal a Chechenia…artículo que me valió algún insulto en una web pro-soviética y estaliniana (sí, en pleno siglo XXI, pásmense). En este país, se comete la enorme y grosera afición de tirar de exabrupto y de insulto en cualquier debate, que es lo que al fin y a la postre uno intenta crear: sano debate. No obstante, siempre agradecí, desde aquel diciembre de 2003, que tan insignes personajes me hicieran publicidad.

Acerca de epicuro

Alumno de todo, maestro de nada...
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