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miércoles, 25 de julio de 2007 Dejar un comentario Ir a comentarios

 

El consumo de alcohol y drogas es hoy una realidad en jóvenes de todo el mundo. El medio y, muchas veces, los propios amigos, ejercen una fuerte presión para que se consuman estas sustancias. El primer contacto con la droga se está produciendo a edades muy tempranas y no existe percepción sobre el riesgo de su consumo, de problemas de dependencia o cómo afecta a la salud tanto a nivel físico como psicológico. Los jóvenes afirman que les resulta fácil acceder al alcohol, a la marihuana o cannabis, y a la cocaína.
No me gustaría ser alarmista, pero los valores humanos se están perdiendo en la juventud, ¿qué sociedad vamos a tener en el futuro?. Quizás los padres no estamos transmitiendo la suficiente información a nuestros hijos o no actuamos de manera adecuada ante esta problemática. No debemos prohibirles tajantemente el consumo de drogas, todos sabemos que lo prohibido resulta atractivo y más en la adolescencia, donde las hormonas están en plena ebullición y la rebeldía es una constante.
Muchos jóvenes se inician en las drogas por diversos motivos:
Por curiosidad ( el deseo de saber que se siente puede conducir a un joven a usarlas, sin saber que unos minutos de sensaciones extrañas lo pueden llevar a un vicio que le costará una vida de sufrimiento o hasta la muerte). Por miedo al rechazo de sus amigos ( para integrarse dentro del grupo imita las conductas de los amigos, y no sentirse marginado ).Por evasión (cuando la vida del joven no es satisfactoria por conflictos en su casa, en la escuela o en su trabajo, está propenso a recurrir a las drogas para huir de esa realidad desagradable).Por el deseo de rebelarse contra las normas de la sociedad.

Otra alternativa sería valorar los actitudes positivas de nuestros hijos, animarles en sus aficiones (baile, música, pintura, deportes… etcétera) y así aumentarles su autoestima. Un joven con una buena autoestima es capaz de decir «No, lo siento, paso de tomar drogas, no las necesito para sentirme bien». Sin embargo, otro con un nivel de autoestima bajo, es posible que caiga con mayor facilidad en el mundo oscuro de la droga.
Jóvenes que ahora son «bebedores de fin de semana» por ejemplo ,en los macrobotellones , pueden llegar a ser posibles alcohólicos ,con toda la problemática que esto conlleva en su propio entorno familiar (por ejemplo, malos tratos, ya que el alcohol genera violencia y agresividad),sin olvidar que pueden desarrollar enfermedades físicas tales como una cirrosis hepática .Muchos jòvenes pierden la vida los fines de semana ,en accidentes de tráfico, o quedan con graves secuelas para el resto de sus vidas ,debido al excesivo consumo de alcohol.

El consumo de porros se ha duplicado entre los adolescentes de 14 a 18 años, lo que ha provocado un incremento de problemas psíquicos, como paranoias, psicosis y esquizofrenias, cuando el comentario que escuchan nuestros hijos es «por fumar un porro no te va a pasar nada». Puede que con un porro no, pero sí con un consumo habitual o prolongado en el tiempo, todo depende de cómo reaccione el organismo de cada joven a estas sustancias. Es cierto que el cannabis puede ser terapéutico en ciertas enfermedades (enfermos con sida, pacientes de cáncer y en tratamientos de quimioterapia, en la anorexia nerviosa y esclerosis múltiple), pero no es igual su efecto en adolescentes, a los que no favorece en absoluto.

La Fundación de Ayuda a la Drogadicción ha dado la voz de alarma sobre el aumento del consumo de cocaína especialmente entre los más jóvenes, lo cual provocará una avalancha en dos o tres años en hospitales y centros especializados. El consumo de cocaína produce desde complicaciones psiquiátricas a cardiovasculares y cerebrales, siendo la droga ilegal que más demandas tiene en los servicios de urgencias.
Es necesario desde las instituciones crear sitios donde la juventud tenga un espacio de ocio, y ofrecer otro tipo de alternativas que puedan alejarlos del mundo de las drogas. También dentro de las propias familias animarles siempre en sus aficiones, apoyarlos constantemente, inculcarles valores humanos, y estimularlos a realizar actividades que les refuercen su propia autoestima y que jamás se sientan infravalorados.
Aprender a decir no a las drogas es una tarea compleja, pero puede asumirse con responsabilidad, gracias al apoyo de la familia y de los verdaderos amigos.

Maika Etxarri

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