La ciudad duerme

Yo no. Los últimos charcos de una fina y primaveral lluvia en pleno ocaso, hacen más llevadero el paseo. La frondosidad de los árboles en esta época, hace que disfrute de un colorido ávido de atención. No, esto no es como el día cuando los carromatos de nuestros tiempos modernos recorren estas arterias sin preocuparse de los árboles, parques y del río que por la ciudad serpentea.

Cuando uno pasa la noche en vela en el monte, puede identificar con claridad la diferencia con la vida diurna: la cantidad de animales que funcionan en el turno de noche y su discreto bullicio, me recuerdan a la ciudad que duerme una noche ya de martes.

Nadie en las calles: así la soporto mejor. No me molesta el comercial bullicio de sus calles a primera hora de la mañana cuando me levanto hacia las seis, no; pero si por algo tengo derecho de escape es gracias a sus noches vacías, llenas de sombras, luces de semáforos, profesionales de trabajos no lícitos…

A la vuelta de cada esquina: un mundo. El que se pierden los que en hormigonados cajones duermen o, todavía, pierden el tiempo en el último despierto suspiro justo antes de reunirse con Morfeo (conocida deidad onírica de los antiguos helenos: Μορφεύς) visionando el último reality.

El fresco que se siente simula al del amanecer, y yo me pregunto por qué este organismo vivo que llamaron polis cambia de tan camaleónica manera. Por qué sólo privilegiados como yo pueden llegar a hacer lo que hago: pasear sus venas ahora sin flujos.

Vivimos en un mundo en que si caminas sin rumbo ni objetivo eres sospechoso. Si andas por un parque: unos auriculares y andar a toda mecha son las condiciones. Si haces “gestiones” por el centro: una elegante camisa. Pero si paseas sin rumbo de noche, una cualquiera: resulta sospechoso.

Es un papel que acepto con agrado: que sospechen de uno entonces, tanta certeza me repugna.

La ciudad de noche, ésta, universaliza mi forma de verla: todas las ciudades de noche se parecen. Da igual París que la bella Ávila: máxime el segundo día de labor de una jornada sin más. Nada que festejar. Nada que hacer con los bares cerrados. Esta polis se convierte entonces en cualquiera: Atenas es igual una noche así, créanme.

Yo, mientras, reflexiono oliendo la hierba después de la pasada llovizna: la tierra humedecida me recuerda que todavía hay cosas que merecen la pena en esta pequeña ciudad que, a veces, me asfixia.

Al menos: verme libre de su gente cuando quiero.

Foto: el todavía bohemio (al menos de noche) Quartier Latin parisino.

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Fuga de cerebros…

En eso, y no otra cosa, se está convirtiendo la autocomplaciente y envidiosa Europa: una masiva fuga de cerebros. Más si cabe teniendo en cuenta que la otrora tolerante Holanda comienza a ir a la cabeza.

Porque al final, los hechos concatenados indican algo: el intento de asesinato del alcalde parisino por “homosexual y socialista” por parte de un niñato fundamentalista de los que abundan en la ciudad del Sena; el asesinato de un sacerdote en Turquía a manos de un niñato fundamentalista; el asesinato, en fin, de Theo Van Gogh por, sí, un niñato fundamentalista.

Todo ello no indica nada, parece ser. Que nuestras sociedades cambien no justifica dichos hechos: el multiculturalismo es el mejor pasaporte para un mundo-rompecabezas. Peor todavía: para ciudades rompecabezas. Cuando el mundo tiende a lo contrario: al mestizaje en todas sus formas.

Cualquier práctica religiosa se debe, repito, se debe antes al Estado en la que se halla. Los tres niñatos nombrados creían en derechos, no en deberes. El asesino de Van Gogh, sorprendió por su frialdad: definitivamente la policía es tonta. Al menos la holandesa. ¿Cómo sorprendernos de alguien que cita literalmente (literalistas, rigoristas, wahabíes, son apelativos no gratuitos) pasajes del Corán para justificar su crimen? Al parecer no tenía nada contra él a nivel personal –decía el nene asesino- pero El Libro manda y yo obedezco…

Él tenía el “derecho” a defender su práctica supersticiosa, Theo Van Gogh a lo visto no tenía derecho a vivir invocando la libertad de expresión. Algo casi sagrado hasta hace poco en Holanda.

Ayaan Hirsi Ali, fue la guionista de la película de su amigo Van Gogh (del que muchos necios en este país llegaron a tildar de extremista como si fuera la excusa para que el “pobre” muslim apuñalara y disparara al odioso occidental), guionista -decía- de “Submission” , y ahí es donde les dolió, pues el Islam no significa otra cosa: sumisión. Ni paz ni amor: sumisión y derecho de conquista ( «(…)la llegada del mahometismo es fruto del azar, y que esta secta no se ha extendido por la vía de la persuasión sino por la conquista» Montesquieu dixit: léase las “Cartas persas”).

Hirsi Ali sabía bien de qué hablaba en el guión para su amigo Theo: somalí exiliada, sufrió en sus carnes la “piadosa y santa” y, sobre todo, “cultural” tradición de la ablación, de la clitoridectomía, practicada en no pocos países musulmanes subsaharianos.

Hirsi Ali no hablaba de otra cosa que del indecoroso papel de la mujer en el Islam: no ciudadanía, no persona, no voto, no presencia al lado de marido (siempre unos pasos por detrás): una sombra. Sombra tapada y sin posibilidad de mostrar más que los ojos, a veces. Mujeres que además de sexualmente mutiladas, tienen en sus “poseedores” a los maltratadores oficiales: pegarles no cuesta nada. La mujer es, ante todo, una posesión. La pagó la dote: Alá así lo quiere.

Theo Van Gogh podía ser un provocador (cosa sanísima), pero no un extremista. Ésa es la diferencia que un idiota fanático no entendería jamás: por eso Voltaire es el nuevo provocador a asesinar…en las escuelas francesas, como así lo piden los muslims franceses.

Si algunos, como vemos, matan a vivos, ahora se mata al ya muerto: su memoria. Bonito multiculturalismo sí.

Ayaan Hirsi Ali va a ser expulsada de Holanda. El haber pasado antes por Alemania (que recomienda ahora a los posibles visitantes del Mundial de Fútbol “no blancos” el no pasar por ciertas partes del Este germano ante los más que posibles ataques de neonazis) hace que su compañera en el partido liberal: Rita Verdonk, ministra de Exterior, haya resuelto expulsarla en menos de 48 horas, trámite que en otros casos ha llevado a la tal señora bastante más tiempo. Otros casos menos molestos, naturalmente.

Ayaan, la inteligentísima Ayaan que comenzó limpiando y acabó forjándose una carrera académica, que pasara con gran decepción por el partido socialista de Holanda precisamente por lo endebles de sus ideales con respecto al multiculturalismo y en especial sobre el Islam, debe volver al exilio. La desazón: que huya de amenazas (vivía continuamente con agentes de seguridad) y de las puñaladas traperas de un Estado como el holandés: el mismo que acogiera a Spinoza y a tantos judíos sefardíes perseguidos; el mismo que tan larga tradición de acogimiento presumiera ante el mundo. Queda la denuncia del propio primer ministro Balkenende como única salvedad.

El exilio que le queda son los EE.UU.: definitivamente, van a tener razón los más mediocres de entre las izquierdas y derechas más rancias de la vieja y podrida Europa al tener tantísima envidia a aquel país. Hasta un comunista convencido como Sartre habló en contra del antisemitismo y algunos no se quieren enterar. Como para defender a una chica somalí que da guerra en los debates televisivos a barbudos intolerantes que le insultan por mala musulmana y por mujer (más por lo segundo que por lo primero).

Ayaan parte de nuevo al exilio.

Y Europa sigue viendo la televisión.

Amén.

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Fútbol y masa

Masa es todo aquel que no se valora a sí mismo –en bien o en mal- por razones especiales, sino que se siente como todo el mundo, y, sin embargo, no se angustia, se siente a sabor al sentirse idéntico a los demás”.

(José Ortega y Gasset: “La rebelión de las masas”).

Leía a primerísima hora de la mañana en un periódico digital la noticia de la curiosa, que no nueva, celebración de unos cuantos –no pocos- niñatos energúmenos, a cuenta de la sufrida victoria del Barça ayer de la otrora conocida como “Copa de Europa” sobre el Arsenal.

A mi mente ha venido un torbellino de imágenes. De vivencias. Pero sobre todo, de Filosofía.

Y es que el asunto ya fue investigado por Freud: el hombre en masa se vuelve más frío e inmaduro. Sobre todo inmaduro. Así vinieron a mi mente las palabras de Savater al respecto, en su “Autobiografía razonada: Mira por dónde”: “Ningún individuo sabría ser tan cruel y tan imbécil por sí solo como llega a serlo cuando recibe la patente de corso del enjambre”. Porque cruel e imbécil son las palabras que denotan las actitudes de los susodichos lerdos que se dedicaron la pasada noche a desvalijar comercios, romper todo lo habido y por haber en la Plaza de Catalunya y de la bellísima y llena de recuerdos para mí, Rambla de Canaletas.

¿Qué más imbécil sino, que destrozar todo a su paso en la ciudad que inicialmente representó dicho equipo de fútbol? Y digo que inicialmente representó porque hoy, a día de hoy, el Barça tiene, afortunadamente, la cosmopolita influencia de peñas de Cáceres, de Badajoz, de Sevilla, de Inglaterra…Eso es lo verdaderamente importante para mí en los equipos de fútbol: la mejor globalización ha llegado a ellos de manera natural, denotando, precisamente, el mestizaje de las grandes urbes. Barcelona no sería nada, no digamos de Catalunya por extensión, sin inmigrantes: españoles o extranjeros.

Pero los niñatos querían romper escaparates, romper taxis, cabinas de teléfono, farolas, semáforos: porque el eterno adolescente tiene su propia forma de llorar cuando no le dan lo que quiere: rompe con todo y todo; se emborracha para narcotizar la terrible sensación en que se ve sumido: ni papá ni mamá le hacen el suficiente caso. Se enfurruña y roba en una tienda de ropa mientras anima a su equipo…va de malo porque no le dejaron otra…papá y mamá están muy ocupados. No le quieren y por ello ya no quiere que le quieran. ¡Pobre eterno adolescente, que buscará en una infeliz otra mamá a la que martirizar!

Mientras, prefiere hincharle las narices a otro aficionado del mismo equipo o de otro: dan igual los colores a la hora de soltar borbotones de frustración adolescente.

En realidad, Savater tiene razón al hablar de ese “ente” llamado “masa”: “La masa no tiene enemigos sino que elige presas”.

Y si la presa es débil, habría que añadir: ora una cabina telefónica, ora un chaval borracho y solo, miel sobre hojuelas.

Así el eterno niñato se justifica a sí mismo: soy alguien y lo demuestro en la masa. Pues en la masa soy: y cuanto más soy, más en grupo lo demuestro.

P. D.: Sinceras felicitaciones, no obstante, para Barça y, sobre todo, Osasuna.

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Proceso de…aburrimiento.

Realmente y muy a pesar del diario Gara que puso todos los medios para crear una estructura atractiva, creo que la entrevista-comunicado de ETA ayer fue, si cabe, más aburrida que nunca. El discurso –tal vez cabría más esta denominación que las anteriores- no deja de ser estático. Tremendamente monolítico: Euskal Herria es el principio y final de cada frase –nada nuevo-; la resolución del conflicto pasa por el reconocimiento de autodeterminación y de la territorialidad –nada nuevo-; la amnistíadurante el proceso para los “presos políticos” –nada nuevo; etcétera.

Con semejantes premisas, maximalistas a fuerza de imposibles todavía, no dejan entrever mucha capacidad de análisis dentro de los terroristas. ¡Qué poco tuvieron en cuenta los primeros bolcheviques sobre si practicaban la “lucha armada” o “terrorismo” en sus acciones antes de la Revolución! Más bien se decantaron por esta última acepción sin ningún tapujo. En ETA y satélites parece premiar unas enormes ganas de ejercer como filólogos de un lenguaje, como decía, estático.

No se “condena”, se “lamenta”. No “terrorismo”, “lucha armada”. No presos terroristas, “presos políticos”, etcétera.

A uno le haría gracia si no le viniera a la cabeza la repentina duda: ¿no se habrá estado matando por palabras?

Desde luego estos salva-patrias un tanto «cabecicubos» han hecho, de nuevo, un gran favor a quienes no creen en nada de esta nueva situación. Nueva situación que aunque ya se diera en otras ocasiones –es decir, ausencia no total pero casi, de violencia- no dejaba de iluminar un pequeñísimo haz de luz de esperanza.

A algunos ya no nos quedan muchos argumentos para ver, creer o decir que algo se pueda lograr. Todo son jarros de agua fría: el gobierno ZP nunca quedó tan entredicho como cuando ayer la mencionada “entrevista-comunicado-soliloquio” salió a la luz. Por cierto, totalmente de acuerdo en lo que aquí digo, con el editorial hoy de Diario de Noticias.

Todas las propuestas -que un estratega inteligente hubiera planteado al final de una negociación después de ganadas unas cuantas batallas parciales entre los interlocutores- son expuestas como declaración de principios. ETA lleva diciéndolo tanto tiempo que el asunto, aunque trágico, aburre.

La Alternativa KAS se cambió –se adecuó a los nuevos tiempos dirían los horteras- hasta siete veces: ¿¡cómo se iba a implantar por la fuerza una dictadura marxista-leninista!?…ésa fue una de las razones. Luego vino la Alternativa Democrática más «al estilo irlandés» (al menos eso dijo el ínclito Arzalluz) y ahora la Declaración de Anoeta.

Todas las variaciones han sido desde el maximalismo. No cabe otra forma de ver las cosas en ese mundo: así, realmente, se lo ponen difícil a quienes dentro del nacionalismo apostaban por que “algo” se moviera.

Si como decimos, los cambios han sido desde el maximalismo, los cambios, pues, no son tales.
Una negociación en toda regla tiene que comenzar con acuerdos de mínimos. Si una de las partes comienza como gallo de pelea, mostrando nervio y fuerza antes de enzarzarse –siendo además la parte “militarmente” más débil-, la cosa no promete mucho: más bien nada.

Un alto el fuego, como una tregua, son lo que son si el diccionario no nos engaña. En el caso del primero, como “suspensión momentánea o definitiva de las hostilidades en una guerra o contienda”. ETA ya ha dicho que es reversible dicha concepción. Queda claro.

En el caso de tregua: “En una guerra, suspensión temporal de los combates entre los contendientes”.

No caben sorpresas pues.

No caben sorpresas para quienes gusten de usar el diccionario y no de ejercer de filólogos poco académicos.

Foto izquierda: El genial Superlópez, que tanto nos entretuvo a algunos, contra los «Cabecicubos» tendentes a las actitudes dictatoriales y de ideas fijas: un mundo cuadrado.

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Sectarismo nacional

Hoy toca meter las manos en ese gran cubo de desperdicios que puede llegar a ser el gran conglomerado ideológico del pasado siglo y, más aún, el anterior.

“Por su forma, aunque no por su contenido, la lucha del proletariado contra la burguesía es primero una lucha nacional.”

No lo digo yo, lo dicen Marx y Engels en su “Manifiesto comunista”: tal vez por eso muchos abertzales se consideren “socialistas” que no “comunistas”, eufemismo aquél para poder hacer factible un nacional-socialismo al estilo chino, yugoslavo o rumano (ejemplos todos que hacen temblar con solo nombrarlos).

Marx es claro: la lucha nacional sólo es la “forma” de la lucha contra la burguesía nacional. El «contenido»: nunca. El contenido es internacionalista. La lucha de clases no entiende de fronteras ni de banderas. Únicamente para ver, en el mismo “Manifiesto”, a Alemania como país industrializadísimo y, por tanto, como primer país en el que la revolución y la dictadura del proletariado eran factibles: uno de los muchísimos errores políticos de Marx y Engels; se habla de un país. Pero siempre como la espita que haga estallar la «Revolución mundial».

Pero la primera revolución llegó en la campesina Rusia, y posteriormente Stalin no quiso revolución en Alemania: Hitler se llevó los votos de comunistas descontentos. No digamos ya en Francia, donde ese matón callejero de las juventudes del Partido Comunista francés: Doriot , pasó al fascismo judeófobo más rancio típico de algunos franceses bienpensantes.

Albiacse hace de ello eco en “Desde la incertidumbre”, así como de las palabras de un antiguo socialista al que, sin cambiar dicho ideario, le sumó un nacionalismo que empujó a media Europa: Benito Mussolini: “El fascismo se opone al socialismo, que inmoviliza el movimiento histórico en el momento de la lucha de clases e ignora la unidad del Estado que funde las clases en una sola realidad económica y moral”. Así, la aplicación de la “única” clase que pretende el socialismo, se enmarca en el terreno del Estado-Nación.

Pero Stalin, si algo buscó en vida, es el reconocimiento de la URSS como un solo y único país: el del proletariado. Y todo ello a pesar de su descarado imperialismo soviético, que le llevó al pacto Molotov-Ribentropp con los nacional-socialistas germanos, que ya tratamos en otro artículo, a la hora de ocupar la mitad de Polonia.

Visto de este modo, las ideologías son lo que son: buenas intenciones. Y como dice Alain de Benoist en “Comunismo y nazismo: 25 reflexiones sobre el totalitarismo en el siglo XX (1917-1989) ”: “Afirmar que el ideal queda a salvo si la intención es buena, es tanto como decir que la verdad de una doctrina se confunde con la sinceridad de quien la reivindica”.

Por tanto tenemos una ideología que pretende un internacionalismo: “Los comunistas se distinguen únicamente de los restantes partidos proletarios porque, por una parte, en las diferentes luchas nacionales de los proletarios destacan y hacen valer los intereses comunes de todo el proletariado, independientes de su nacionalidad; por la otra, por el hecho de que, en las diversas fases de desarrollo que recorre la lucha entre el proletariado y la burguesía representan siempre el interés del movimiento general» y por otra parte, tenemos un intento de constituir dicha ideología dentro de un Estado-Nación (nuevo en este caso).

Que algunos se autodenominen socialistas (y abertzales) no quita para que, aun cuando no se autoproclamen comunistas, sientan en Marx su máximo exponente. Marx sin, muchas veces, habérselo leído. Todo hay que decirlo.

Trotsky fue un declarado enemigo del nacionalismo en todas sus vertientes. Hay en sus memorias (“Mi vida”) afirmaciones bastante despectivas hacia, por ejemplo, el partido socialdemócrata austriaco: “El orgullo nacional venía a resumirse, en cierto modo, en el orgullo del partido, en el prurito de tener la socialdemocracia más potente del mundo…”

Tal vez por ello la antigua H.B. fuera tan sumamente sectaria con partidos como EMK-LKI en su época (los 80 y principios de los 90).

Pero vivimos en tiempos que algunos suponen diferentes (“alto el fuego” todavía en entredicho), veamos si existen en dicho mundo nuevas actitudes. Al menos todavía, no.

El sectarismo no puede constituir el ideario de nadie: ser más que los demás en todo es una infantilísima enfermedad.

Al menos, desde aquí, enarbolando la bandera de Epicuro, se combatirá el sectarismo (padre del totalitarismo) siempre que se presente y desde cualquier extremo ideológico: lo entendido hasta ahora como Izquierda o Derecha.

Afortunadamente todavía hay intelectuales, como Max Gallo, que reivindican una izquierda inteligente y lo mismo dentro de la derecha liberal, gente como Revel, a quien hoy dedica el periodista Alonso Escalada en Diario de Noticias un brillante artículo, respetando siempre el qué se piense sobre ellos mismos.

El dogmático salta como un resorte al oír un nombre que no ande dentro de la secta: es entonces cuando se alardea de “acusación” (¡es de derechas! ¡Es de izquierdas!) en perjuicio del sano ejercicio reflexivo de la lectura de quien como nosotros no piensa. No se valora, se acusa como excomulgado a quien se sabe que “no está en mi lista”.

El sectario pontifica desde su púlpito: nosotros, desde aquí, preferimos hacer patria sólo de nuestras lecturas.

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Freud versus la candidez

Versus Jean-Jaques Rousseau, lo que viene a ser lo mismo: mientras el ginebrino hablaba de un “buen salvaje” y de que “el ser humano es bueno por naturaleza”, Freud bajaba a la tierra:

“(…) a quienes creen en los cuentos de hadas no les agrada oír mentar la innata inclinación del hombre hacia “lo malo”, a la agresión, a la destrucción y con ello también a la crueldad. ¿Acaso Dios no nos creó a imagen de su propia perfección? Pues por eso nadie quiere que se le recuerde cuán difícil resulta conciliar la existencia del mal –innegable, pese a todas las protestas de la Christian Science– con la omnipotencia y la soberana bondad de Dios”
(“El malestar en la cultura”)

Freud no se engaña: las quemas de sus libros por parte de los nazis; sus clarividentes menciones hacia el nacionalismo como “el narcisismo de las pequeñas diferencias”; su visión premonitoria del comunismo, desde la perspectiva de lo que él llamara “el psicoanálisis aplicado» o «extramuros”, acusándolo de “incurrir en un nuevo desconocimiento idealista de la naturaleza humana”; avalan sus conclusiones.

Sus “Consideraciones sobre la guerra y la muerte” son claras, constituyendo probablemente las páginas más bellas sobre tan espinosas cuestiones: “Las disquisiciones que preceden nos procuran ya el consuelo de comprobar que nuestra indignación y nuestra dolorosa decepción ante la conducta incivilizada de nuestros conciudadanos mundiales son injustificadas en esta guerra. Se basan en una ilusión a la que nos habíamos entregado. En realidad, tales hombres no habían caído tan bajo como temíamos, porque tampoco se habían elevado tanto como nos figurábamos”, así los instintos en el hombre no dejan de ser “(…) lo anímico primitivo [que] es absolutamente imperecedero”.

Freud me sirvió de mucho: no sólo su estudio, también la placidez de su lectura sin una obligación.

Tampoco descubro nada si menciono que algunas partes de su psicoanálisis como terapia tengan lagunas: Louis Breger en “FREUD. El genio y sus sombras” me convenció de algunas.

Pero Freud sigue vigente en no poca medida, más si cabe en el mencionado “psicoanálisis extramuros”: “(…) la acentuación del mandamiento “No matarás” nos ofrece la seguridad de que descendemos de una larguísima serie de generaciones de asesinos, que llevan el placer de matar, como quizá aún nosotros mismos…” y es que “la guerra(…) deja de nuevo al descubierto al hombre primitivo que en nosotros alienta”.

El mismo hombre primitivo que idealizara Rousseau.

Definitivamente: el “Homo homini lupus” de Hobbes es subrayado por Freud.

Volveré a ver la fabulosa colección –prácticamente traída entera en su huida de los nazis desde Viena– de figuras egipcias y griegas originales. Volveré a ver su diván sito en esa calle en cuesta bordeada a ambos lados de ladrillo rojo infinito: Marensfield’s Gardens y su casa museo que me inspiraran hace tiempo un pequeño relato que se pretendía novelesco. Londres , ciudad de no pocos eminentes exiliados políticos, no deja de fascinarme casi tanto como la obra de quien se internara en los «topos» (lugares) de la mente.

En cuanto al ser humano: sólo queda que Eros sea quien nos guíe.

Mas la decisión es nuestra y sólo nuestra: Tánatos está y estará siempre en guardia.

Nota: para lecturas de Freud en Internet y en castellano, una buena forma de homenajearle en este 150 aniversario de su nacimiento.

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Filosofía y praxis

Supongo que el bienintencionado prefiere siempre al filósofo que se dedica a la metafísica pura. A discernir entre diferentes trascendencias con precisión que sólo dicha disciplina le arma a base de complejos vocablos y conceptos. Supongo que ése es el filósofo que ante el grito de “no entiendo nada ¡qué inteligente tiene que ser!” se gana el aprecio de unos, de otros y los de centro…

Supongo que es fácil ser así: embelesado de la propia sapiencia con que iluminar a sus congéneres tan superfluos.

Supongo que para alguien así la Filosofía Política: ésa tan áspera como incómoda vertiente molesta, le supone un engorro. Tanto a él, como a unos, a otros y a los de centro…

Supongo que, tal vez, el filósofo es la idealización de un hombrecillo que como uno de los Siete Sabios de Grecia: Tales de Mileto, mientras caminaba iba observando fijamente las estrellas y cayó en un agujero en la calzada de Atenas: una señora se carcajeaba sin disimulo por su abstracción tan poco práctica.

Pero tal vez, la filosofía no sea lo que dicha anécdota ni por asomo. Tales así lo demostró más adelante.

Platón y Aristóteles (señores sin los cuales la denominada “ciencia política” no sería nada) se dedicaron teórica, práctica y ampliamente de la política: Platón intentando crear una tiranía a imagen y semejanza de su “República” con tres intentos fallidos (1) allá por Sicilia y acabando como esclavo y salvado (comprado) por un familiar, y “El Estagirita” (Aristóteles) como autor de su monumental obra “Política” y como tutor de Alejandro Magno.

Así que, si Vds. me lo permiten y tienen a bien, seguiremos metiendo los pies de charco en charco mientras llueve: el filósofo se tiene que meter en líos. Se tiene que mojar.

Porque siempre estará la bienaventurada situación de quien tras un halo académico se siente encima de su cátedra y dispare al infinito viendo siempre “más allá” que los demás mortales.

No, perdonen pero me quedo con el bueno de Epicuro: ante tanto “más allá”: un radical “más acá”.

Ello no tiene que ver con la participación activa en la política. Algo que quedó atrás al menos en uno: prefiero el análisis y la reflexión.

Siempre recuerdo la advertencia, al hilo de lo anteriormente dicho, de un nunca escarmentado Platón:

Era yo joven y sentía lo que tantos otros de mi edad. Pensaba dedicarme a la política en cuanto pudiera disponer de mis actos. Pero veréis cómo estaba la situación política de mi país por aquel entonces. El régimen político existente era blanco de críticas por todos lados, lo que hizo que se produjera una revolución. Cincuenta y un ciudadanos fueron puestos al frente del nuevo orden que se instauró (…) Algunos de ellos eran amigos o familiares míos, por lo que me pidieron inmediatamente que colaborase, entendiendo que ello me convenía. (…) En poco tiempo consiguieron que el régimen anterior pareciese, con relación al que crearon, una edad de oro. (…) A la vista de esto [purgas e injusticias] me sentí lleno de indignación y me aparté de las miserias de aquellos tiempos. Pero pronto cayeron aquellos treinta tiranos, así como el orden vigente. Nuevamente, aunque ya con menos apasionamiento, sentí deseos de participar en política. Al ser aquella una época turbulenta, también este gobierno hizo cosas reprobables. Por otro lado, no es de extrañar que cierta gente, valiéndose del río revuelto de la revolución, aprovechara para vengarse de sus enemigos (…) [condena de Sócrates entre otras cosas]”

Al final comprendí que todos los Estados se hallan hoy mal gobernados, dado que su legislación es poco menos que incurable sin recurrir a medidas enérgicas (…) Entonces tuve que reconocer, dicho sea en alabanza de la filosofía, que sólo ella puede ayudarnos a aclarar en qué consiste la justicia tanto en el orden público como en el privado”.

Es la parte que más me emociona y que mejor refleja el hartazgo por las grandes ideas. Por la política compuesta de “servidores públicos”. Platón pecaría de reincidente. Tres veces más. No es poco.

Quede a modo de ejemplo lo dicho por Platón en mi personal relación de “amor-odio” hacia la política (amor por la teoría, odio por quien la practica que no por la práctica).

¿Acaso el Platón de la “Carta VII” arriba reflejado no deja de ser una manera pragmática para que algunos no cometamos ulteriores errores? Pero, y es un gran pero, quede claro que nos afecta de igual manera como ciudadanos con derechos y deberes. Obligados estamos a reflexionar sobre qué queremos y qué no.

Al final, aunque no sea nunca a gusto de todos, siempre llueve.

Así, todos nos mojamos.

La filosofía, también.

(1):Escuchadme, pues, en nombre de Zeus salvador, en esta tercera ocasión”: Como curiosidad, sepan que en mi edición de la “Carta VII”, pone explícitamente cómo después de intentarlo con el tirano Dionisio el Viejo y después con su hijo Dionisio el Joven, dice estas palabras de las cuáles derivaba la creencia de que la tercera vez que se intentaba algo era la más propicia para obtenerlo. De ahí derivó, a su vez, la castellana frase: “A la tercera va la vencida”. Por eso los atenienses ofrecían en los banquetes la tercera y última copa a Zeus, bajo la advocación de salvador, dedicando las dos primeras libaciones a Zeus olímpico y a los héroes. Aún habrá necios que no vean sus orígenes en la Grecia Clásica.

Foto de arriba a la izquierda: Tales de Mileto.

Foto de abajo a la derecha: Platón y Aristóteles reflejados en el maravilloso fresco de Rafael: «La Escuela de Atenas«. Quien posó para hacer del canoso Platón, fue un buen amigo de Rafael: el gran Leonardo da Vinci, que evoca con su dedo el celestial mundo de las ideas, frente a la palma de la mano de su discípulo Aristóteles representando su apego a las cosas mundanas (praxis).

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Libertad de prensa

Hoy, tres de mayo de 2006, día de la “Libertad de prensa” según pontificó la Asamblea General por recomendación de la Conferencia General de la UNESCO.

Libertad de prensa en un año en que ha quedado claro que Alá y su profeta son irrepresentables por los “demonios occidentales”. Sea, pues, con todos los dioses y profetas: supersticiones todas, por igual. Mas no es así: el Dios cristiano lleva siendo objeto de mofa desde hace muchísimos años – no sólo en este país – y ¡no digamos los mitos hebreos con la excusa del horrible y complejo problema de Oriente Próximo!

Bien, no así para nosotros los ateos. Para cualquiera de nosotros, la lucha intelectual estará enfrentada al más de los intolerantes monoteísmos para con nosotros. Está claro. Quien quiera verlo que lo vea. El monoteísmo más radical e intolerante tanto con la libertad de prensa, con la libertad de expresión y con los ateos, homosexuales y todo aquél que no quiera tener nada que ver con las teocracias medievales en pleno siglo XXI, sabe que no es sino el Islam el enemigo. (Intelectual, repito).

Conscientes somos de que pueden existir creyentes más o menos respetuosos dentro de dicho monoteísmo. Pero es notorio que no son precisamente mayoría.

La bajada de pantalones de algunas revistas satíricas españolas contrastan enormemente con las francesas , por ejemplo (recordar que aún así, “Charlie Hebdo” se las vio y deseó para su publicación: el éxito de ventas contrastó con dichas dificultades).


Hemos preparado para los infieles un castigo despreciable” se repite varias veces en El Libro (en la cita expuesta: AZORA IV: Las mujeres. “Condenación de los infieles”.) No digamos ya contra otras confesiones: “Hemos lanzado contra ellos la hostilidad y el odio hasta el día de la Resurrección«(AZORA V: La Mesa. “Contra los judíos de Medina y los cristianos”.)

Imagínense cómo pueden “interpretar” tales exhortaciones los rigoristas del wahabismo imperante.

Además es otro año en que nadie podrá pedir cuentas a Carlos Castaño Gil (asesino entre otros del periodista Jaime Garzón ) antaño jefe de las A.U.C. (Autodefensas Unidas de Colombia) “desaparecido” –parece ser- al mejor estilo mafioso por sus propios compañeros cuando iba a cantar “La Traviata” sobre el narcoterrorismo de sus compañeros paramilitares. Y eso teniendo en cuenta las múltiples reclamaciones que sobre él pesaban por parte de todos aquellos que honradamente luchan a favor de la libertad de prensa .

Al menos, siempre nos quedará Internet. Internet y Lucrecio ante el fanatismo teócrata:

¡Oh linaje infeliz de los hombres, cuando tales hechos atribuyó a los dioses y los armó de cólera inflexible! ”.

(De Rerum Natura: Libro V. “Males de la religión”).

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Muerte de un filósofo

Sin duda, sus obras tendrán un mayor éxito todavía. Las nuevas ediciones y las reediciones aparecerán por doquier. Pero algunos agradecemos que nuestra generación haya tenido el privilegio de conocer en vida a Jean-François Revel (Jean-François Ricard).

Su obra “La obsesión antiamericana. Dinámica, causas e incongruencias” nos hizo, definitivamente, acabar el trabajo por despertarnos de un sueño dogmático que otros como Albiac aquí y Glucksmann o Taguieff en su Francia natal, también se encargan hoy de estructurar. Digamos que Revel dio la materia prima del edificio –no nuevo- en que debíamos vivir.

Su forma de pensar comienza a quedar clara en sus primeros ensayos, como el nunca encontrado “Ni Marx ni Jesús”: conmino a quien quiera a que si encuentra dicho libro se ponga en contacto conmigo. Da exactamente igual si está o no de acuerdo conmigo o Revel, el agradecimiento será igual de sincero.

Así, “Ni Marx ni Jesús”, define a este autor en sus intenciones: ateo y liberal.

Todavía recuerdo la anécdota leída hace un tiempo en un medio digital: mayo del 68, todo bullía en las calles. Más aún en las mentes: las facultades de Sociología y de Filosofía eran cabezas con eslóganes a reventar. En una de las muchas asambleas, Revel toma la palabra y lee. El discurso es incendiario. Anticapitalista. Aplausos. Gritos a favor. Cuando van desapareciendo tantos alardes entusiásticos, Revel advierte: es un texto de Benito Mussolini, años 30. Revel sale entero de la situación pero no sin ciertos riesgos. Fue una llamada de atención, de alerta: ¿Qué se defiende aquí?, vino a ser su grito de peligro.

Revel, que resistió en la praxis y ante el vértigo que supone una hoja de papel a rellenar, contra cualquier clase de totalitarismo, en la primera modalidad luchando activamente en la Resistencia contra el nazismo ocupante y en la segunda contra el totalitarismo soviético y, mucho más, contra la connivencia de la Izquierda sobre todo en su país, ha muerto a los 82 años.

Ha muerto alguien que supo abrir ojos a incautos –como quien suscribe- contra cualquier clase de “comprensión” infantiloide y cándida hacia cualquier dictadura: sea militar o de “clase”.

Quien se limita a repetir un resentimiento inspirado por prejuicios se condena a sí mismo a la impotencia”, diría en “La obsesión antiamericana”. ¡Cuántos de entre nosotros tendrían que aplicarse dicha premisa! Premisa que parte de una sincera aversión a cualquier clase de ideología. Recuerden los reticentes, los desmemoriados y los desconocedores de su obra la siguiente aseveración: “La ideología es una máquina de rechazar los hechos, cuando éstos podrían obligarla a modificarse. También sirve para inventarlos, cuando le resulta necesario para perseverar en el error”. Cualquiera que haya adolecido de dicha enfermedad ideológica, sabe de qué hablaba este último ilustrado francés.

Su defensa de EE.UU no fue, sin embargo, acrítica: como cualquiera con un poco de sensatez y coherencia en su mente, estuvo totalmente en contra de la pena de muerte que todavía subsiste en dicho país.

Tampoco estuvo a salvo de su irónica e inteligente crítica la idealización de la cultura: “La idea de que una cultura preserva su originalidad atrincherándose contra las influencias extranjeras es una antigua ilusión falsa que siempre ha dado un resultado contrario al que se buscaba”.

Lo que más temió Revel es que ésta fuera una época de libertad entre totalitarismos: la connivencia con el terrorismo teócrata siempre le resultó indicativa de mentes que, sin ideología clara con que autoengañarse desde la caída del Muro, habían adoptado una nueva forma de salvar sus “prejuicios” a base de “repetición”. Sirva como ejemplo el caso de Illich Ramírez Sánchez (“Chacal” o “Carlos”): el paso del estalinismo más recalcitrante al islamismo más judeófobo (que diría precisamente Taguieff) y misógino. Alá preserva la “lucha de clases”. Amén.

Rebelde con causa, Revel supo que nunca alguien que diga ser -con la boca no pequeña precisamente- antidogmático y antidictatorial, amante de la libertad individual por encima de todo, puede permitirse la ignominia de ser un comprensivo y repugnante adulador de Hitler, Mussolini, Mao, Pol Pot, Stalin, Castro, Le Pen, Bin Laden o Kim Jong-il: deificadores todos de la palabra que más aniquiló la libertad individual: el Estado omnipresente.

Ha muerto un filósofo.

2 comentarios

República bananera

Así ponía en mi guía de viaje –cada vez mejores, por cierto- que nació (de nación, recuérdese) el apelativo dichoso: refiriéndose a ti, Guatemala. La denominación, como es bien sabido, adquiere tintes realmente despectivos. Ya no importan las 300 clases de bananos, sino la interminable lista de militares y dictadorzuelos varios que te han gobernado.

Hace ya ocho años que te visité: bananera república. Todavía están las cosas mucho peor que cuando tu extensísimo Petén, tu volcán Pacaya, tu fabulosa Antigua y demás mágicos lugares conocí: muchísimo peor. Entonces, parece ser, la cercanía de los acuerdos de paz del 29 de diciembre de 1.996 debían de hacer mella. También hizo mella tanta nueva carretera que facilitó el que te recorriera por entonces: la mitad andan destrozadas por los desprendimientos y aludes según me dicen. El reguero de dinero que se va perdiendo para cuando llega a quienes realizan la obra, puede ser más largo que la futura carretera.

Cuando por allí estuve con mi hermano y mi cuñada –expertos viajeros y avezados especialistas en ti- hacía un año del maldito huracán denominado por los humanos como “Mitch”: todavía era visible en el lago Amatitlán hasta dónde llego el agua. El agua con todo lo que arrastró, con todo lo que por tus pulmones recorrió, encharcándote.

Hace medio año de nuevo te asoló, especialmente en la zona del lago Atitlán y también en la región de Escuintla, otra denominación humana: “Stan”. El horror es más real cuando uno ve imágenes de zonas en las que ha estado. Así de cándido puede llegar a ser el humano. Hace falta que algo le dé a uno en las narices de vez en cuando.

Es verdad que la vida no siempre es tan valiosa como aquí. Algo que entonces era puntualmente visible, ahora se torna en cotidianidad: tus huracanes, sociales éstos, se multiplican: si no son las jodidas “maras” , son los asesinatos de chicas torturadas y violadas: ¿restos, tal vez, de grupos paramilitares aburridos acaso? ¿Falta de ideales grandilocuentes para niñatos armados, que prefieren seguir matando por una esquina, por un problema de circulación o por pura satisfacción en un país donde la impunidad se ha convertido en más madre tuya que el mismo istmo?; si no es todo ello, repito, es el hambre. Los frijoles ya no salvan siquiera a tus habitantes.

No, no es hora de lanzar mensajes llenos de inoperante retórica ni de mensajes empalagosos que algunas ONG’s, algunas puntualizo, emplean. Tampoco es hora de descubrir que el ser humano es lo que es: cualquier cosa menos un ente en el “mejor de los mundos posibles”. Ni este es el mejor de los mundos posibles, ni los humanos somos los mejores seres posibles. El obvio final del silogismo lo dejo como regalo al lector.

Pero todo va mucho peor en Guatemala. No descubrimos nada si decimos que en muchísimos países también. No hablemos de ese gran imperio armamentístico lleno de hambrunas y guerras tribales llamado “África”.

Pero hablo de ti por lo que de ti recibí como un regalo. Como un regalo, pues, te dedico estas líneas. Suscitar a alguien interés en ti es, de nuevo, pura retórica. La misma que hizo que todos aquéllos que más sufrieron con aquel neonazi pastor protestante llamado Ríos Montt – uno de los muchos que te maltrataron – le votasen mayoritariamente cuando ya sobrevolaba el Atlántico camino de la vieja y satisfecha Europa.

Si la contradicción es una característica típicamente humana: Guatemala no tiene otra.

No, no es momento de recordar a los amigos que en ti hice: amistades que en intensidad cuestan mucho por estos lares. ¡Qué le vamos a hacer! Somos así.

Si me alegro de haberte conocido, es porque le devuelves a uno a la realidad. Sabes que siempre que puedo intento saber de ti. Intento preocuparme por ti. Escribo a modo de homenaje, pues en este blog me puedo permitir tamaño lujo, que también ví lo mejor de ti: tu gente. Alguna gente: esa mayoría silenciosa y no tanto. La que intenta salir adelante en medio de un huracán de balas, robos, secuestros, sangre a borbotones e impunidad.

No, no descubro nada. Lo sé. Tampoco lo pretendo. Tal vez me baste con entender mejor a quienes te habitan recordando la novela de Javier Reverte, que sobre ti escribió, y el encabezado colocado por su autor y original de Miguel Ángel Asturias: “El trópico es el sexo de la tierra”. Desde luego es el imperio de lo sensitivo. En “El aroma del copal”, tal vez, se ve reconocido el carácter implícito de tus gentes, Guatemala, y ella es la manera de homenajearte recordando nuestro encuentro hace ya más de siete años:

– Eres un pesimista sin remedio. Doc.

No, amigo, soy centroamericano”.

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