Y es que vivo días de vértigo. Efecto éste de una causa: mi cada vez más restringido horario y mi cada vez más enclaustrada vida. Enclaustrada pero no monástica: en absoluto. Mis vicios: bien, gracias.
Pero esa vida, sea excesivo el adjetivo “enclaustrada” o no, se ve rodeada de legajos, papeluchos y libros. Muchos y buenos. Entre ellos: mirando un busto insigne. Si el hermoso rostro de ese venerable anciano que mira a su querido París natal (tanto el busto como el representado) me viera ahora, aterrado ante una página en blanco, virtual página, virtuales palabras, virtuales visitantes…reiría. Sin duda.
El cansancio psicológico es otro efecto de una causa, en este caso, clara: el ejercicio intelectual cansa y mucho. Hoy, Voltaire, mi Voltaire en busto: reiría, puesto que sonreír ya lo hace.
Temas no faltan: el chalaneo catalán posterior a unas elecciones que sólo demostraron el hartazgo hacia los políticos reflejado en un 43% de abstención y a numerosos votos en blanco; próximas elecciones en Nicaragua; próximo aniversario de la caída del Muro de Berlín con la consiguiente apertura de las hediondas tripas de un sistema podrido y el, también, próximo aniversario de la erupción del volcán Nevado del Ruiz: Omayra –aquella pobre muchacha que gracias a unos cuantos iluminados que tomaron el Palacio de Justicia en Bogotá, concentrando así allá al ejército, no pudo recibir ayuda mientras animaba a los periodistas y demás concurrencia mientras se dedicaba al noble arte de morir- todavía retumba en mis oídos y en mi vista…
Temas hay, palabras también. Unos y otras: se me presentan virtuales. Todos los libros que delante, a mi derecha y, sobretodo, tras de mí se aprestan a socorrerme, a recordarme quién soy, hoy, son lo único que me sirven: refugio y deleite. Hace demasiado intolerante frío fuera de ellos como para salir de aquí. Pero dicho socorro no sirve para acabar, de verdad, con el maldito color –virtual también – que ante mí se presenta desafiante y presumido. Y la jodida cuartilla sigue resultando una pesada carga que se me antoja repugnante: ¿dónde queda el caudal de ideas de otras veces?
Definitivo: aquí, ahora, pensando en quienes tienen la santa deferencia de leer, visitar furtiva o fugazmente aunque sea este espacio. Pensando en aquéllos que tienen la santa paciencia de responder, de debatir…y es pensando en ellos, entonces, y sólo entonces, cuando vuelve el color ante tan impertinente hoja en blanco y la angustia comienza a decir “¡hasta mañana!”.
Hasta mañana pues: que la retórica que todo lo disfraza se aleje de mí pues siempre de ella huyo. Que bien pudiera hoy haber dedicado tan innoble como tedioso esfuerzo para mimetizar mi agotamiento y falta de ideas. Se apresura aquel pícaro francés a recordármelo: “Los pensamientos de un autor deben entrar en nuestra alma como la luz en los ojos, con placer y sin esfuerzo…” y si consigo estar cerca de dicha claridad, me daré por satisfecho. Lo demás es retórica: sermón.
Sólo sé que sirvo para escribir, porque escribiendo: soy. Porque lo que escribo: he sido o soy. Porque sé que valgo para “manchar” las hojas en blanco, demasiado blanco, que ante mí tengo. Por ello, sé que no puedo jugar al escondite ni conmigo ni con lectores.
Por todo ello: “hasta mañana” angustia.
Fotografía: La virginal cuartilla que dejó de serlo.
leyendo, siempre leyendo…..
yo vivo, por que viviendo aprendo de la vida.
leer es saludable…..solo leer es aprender de lo que OTROS/A nos dejaron. De lo único que podían prescindir por inutil, de lo que podían escribir por falta de vida….
la vida se vive, personal intrasferible, indescriptible….
solo quien vive de las letras es un analfabeto.
imprescindibles, si, pero siempre cuestionables….
leo lo de otros, escribo para otros, pienso en otros. Mi yo no existe. Soy vivido por otros….
De acuerdo, totalmente de acuerdo: pero yo no dejo de vivir porque escribo, puesto que forma parte intrínseca de mi vida.
Y lo que escribo: soy. Nada más puedo ofrecer por escrito más que lo que escribo.
Nada más.
Un saludo modesto (en el doble sentido).
No me he podido resistir a leer- sí, yo también soy de ésos a los que
les da por leer mientras vive, o vivir mientras lee, qué se yo- y
amenizar unos instantes la insulsa vida de Epicuro (quien lo diría
gastando el nombre que gasta). Sin vergüenza. Que no, que es broma
Epicuro, que me cae usted bien.
Secundo la moción de Modesto. Yo también vivo. O éso dice la nómina de
mi psicoanalista. También vivo sí, y así aprendo de la vida. Ahora,
éso que dices (permíteme el tuteo, maldita sea, nosotros los vividores
podemos permitirnos estas confianzas) de que los citados por Mr.
Epicuro –a él, que vive menos que nosotros, hoy no le tuteo, porque no
me da la gana. Soy rebelde porque la vida me ha hecho así- nos
dejaron únicamente «lo único que podían prescindir por inútil, de lo
que podían escribir por falta de vida». Maldita sea. Lo reconozco
Modesto, compadre, me ganas por la mano. Yo no soy ni la mitad de
radical que tú en mis interpretaciones.
Debe ser porque, entre vivir y vivir –ya sabes a lo que me refiero- me
dedico a otros menesteres. Apago mi sistema circulatorio y también
desconecto los bronquiolos, y me da por escribir mis onanismos
mentales, que son muchos. Y, te lo digo con el miembro en la mano,
escribir –sea lo que sea- sin haber vivido ni una chispirritina, es
complicado. Y sin haber leído es imposible.
Tú, compañero Modesto vividor, lo sabes. Lo sabes porque escribes, sin
duda muchísimo mejor que yo. Mi estilo es ramplón. Tengo demasiadas
faltas de ortografía. Se me escapan tildes. Escribo con demasiadas
acotaciones. Y ni siquiera tengo estilo propio. No hay más que leer mis
«ésos y mis éstos».
Desafortunadamente luego hay tipos como Mr. Epicuro. Ellos escriben
mejor que nosotros, que los dos. De lejos. No hay más que ver su
jardín. Él ha leído más que nosotros. Casi no tiene faltas de
ortografía, alguna se le escapara, ¿no?. Y seguro que ha vivido más.
Seguro que es más viejo y más grueso. Seguramente le queden menos años
de vida. Y seguro que se ha cogido demasiadas borracheras, ya no se le
levanta como antes. Y hasta andará dando guiños por doquier porque se
le hacen viejas las retinas. Nuestro estilo es más juvenil. Yo tengo
25… ¿tú por ahí? Tenemos vida y libros por delante para dejarle atrás.
«Sólo quien vive de las letras es un analfabeto». ¡Paradojas! Y tanto.
Y además tiene alopecia.
«Imprescindibles, sí, pero siempre cuestionables….». ¿Quién dijo miedo?
«Leo lo de otros, escribo para otros, pienso en otros. Mi yo no
existe. Soy vivido por otros». Tienes toda la razón. Estoy pensando
que tengo muchos años por delante, pero empiezo a tener ya algunos por
detrás. He tomado una decisión trascendente que quiero compartir con
vosotros. Voy a abrir un blog. Así tendré que dejar de postear en
blogs ajenos. Va a dejar de gustarme lo que escriben los demás. Voy a
escribir sólo para mí y a leerme en voz alta mis propios escritos. Así
tendré una vida propia aún más plena. Que no, que es broma.
Es noche cerrada… Bien… ya es seguro salir. ¿Te vienes Modesto? Pero
habrá que volver a casa antes de que salga el primer rayo de sol. No
quiero que te conviertas en piedra.
Salud. Y buenos alimentos.
vayamos pues antístenes, vivamos la vida como viene, de frente y con el frente. dejemos que pase la noche completa, con su luna llena, que nos convierta en hombres lobo para aullar a esa luna. Y si nos pilla el amanecer y nos convierte en estautas de piedra que sea con la frente alta y el pecho lleno de vida, y una sonrisa en los labios mientras cantábamos un soul lastimoso.
visitaré tu blog.
un abrazo modesto 😀
«Como lo voy a saber si ni siquiera lo entiendo». Palabras mágicas que pronunció sobre sí mismo el inconmesurable Philipe J. Fry de Futurama. Digo mágicas porque parece que están escritas para mí… para mí y mi relación con mis pensamientos. Mi pobre neurona acaba fatigada de tanto dar vueltas por mi gran cabeza y a veces no envía la correcta información a mis huesudos dedos. El resultado: cómo voy a saber lo que escribo si ni siquiera entiendo lo que pienso… Me alegra, Modesto que tú compartes mi opinión para conmigo.
PS: Por cierto. Que yo sepa no son los licántropos quienes se convierten en piedra con la luz del sol. Por otro lado, no me gusta levantar la frente. Más que nada porque si lo haces cara al sol (huy, que yu-yu) rayando el amanecer tienes que cerrar los ojos para no quedarte ciego. Y lo de cantar un soul con una sonrisa en los labios… bueno, pero tendrá que ser amarga, porque si no, vaya fiasco de soul. Pero por otro lado, no me esperes que siempre llego tarde. Si éso, ya te iré alcanzando. De momento me quedo por aquí.
PS2 Abreviando, y como diría el señor Lobo en Pulp Fiction: «Señores, dejemos de chuparnos los miembros(1)». Es mi manera de pedir perdón a Epicuro por pisotear su jardín con mi lenguaje soez… Disculpas de corazón. Pero no me haga prometer que no se volverá a repetir.
(1). Digo miembros para evitar posibles encrimptamientos.
«(…)escribir –sea lo que sea- sin haber vivido ni una chispirritina, es
complicado. Y sin haber leído es imposible«.
Antístenes, con frases así elevas el debate…lo demás sabes que se te acepta… 😆
Saludos.