Jubileo de 1977, 7 de junio, McLaren prepara su burla a la monarquía y a todo un país que hace de séquito. Unos alocados chicos hacen el resto sobre el pequeño barco que recorre el Támesis frente a Westminster. El genio no era sino un espabilado que manipulaba a pequeños rebeldes.
Rotten, hoy Lydon, no sabía por qué provocaban situaciones tan extremas en sus conciertos. Eran los Sex Pistols. Eran el producto del presuntuoso y afectado Malcolm McLaren.
Pero los niños no jugaban sólo para él: Matlock, verdadero bajista del grupo, es expulsado por escuchar demasiado a los Beatles y considerar peyorativamente el hecho de hacer versiones de algunas canciones para él “intocables”.
Entra teledirigido por McLaren y Rotten: Sid Vicious, que tocaba el bajo al intentar enchufarlo y nada más. Todo era diversión con su amigo Rotten, hasta que entró en la vena del nuevo bajista una repelente yonki yanqui. Un suicidio lento, como dice hoy el inteligente Rotten-Lydon, un suicidio lento con el que quería llevarse a alguien más consigo.
El resto es sabido: Vicious mata supuestamente a su novia; en la cárcel sufre múltiples violaciones; su mamá hippie al salir en libertad bajo fianza le da su pase al olvido de sus fechorías y penas. Mamá dio una heroína muy pura a su hijo. El niño muere por sobredosis de la jodida heroína.
McLaren lo observaba todo entre bambalinas, o eso creía. Los niños seguían trasteando, pero se estaban haciendo mayores. Rotten se fijó en las garras de la avaricia inabarcable de McLaren y se largó antes de que Vicious comenzara su declive en el Chelsea Hotel. Los demás aún le tenían como “un buen mánager”. No, lo que era y ha sido es un monstruo avaricioso. “God Save the Queen” resultó ser judicialmente obra de Rotten. Éste se ganó una dulce venganza tras años de ser ninguneado por McLaren.
Lydon es un auténtico genio. Inteligente y mordaz. No sólo creó su grupo, P.I.L., que más o menos nos puede gustar en su tono “post-punk”, pero lo creó. También ha trabajado en solitario. Así lo hace en la caja tonta americana o inglesa, según donde paguen.
Matlock sigue tocando el bajo como se debe tocar. Steve Jones tras hacer apariciones musicales efímeras como en Neurotic Outsiders, atravesó su propio calvario con la heroína y lo superó. Hoy sólo le sobran kilos y tiene un programa de radio en Los Ángeles, amén de ser mánager de algunos grupos jóvenes. El batería, Paul Cook, vive formalito con mujer e hija. A veces se anima en las ficticias reuniones de los Sex Pistols.
Pero McLaren ha muerto. El mismo creador que se vio superado por lo creado, la vieja historia, en este caso nunca más justificada que nunca. El avaricioso que tras ser descubierto como tal por los ya ex-Sex Pistols deambuló inventándose un baile nuevo a modo de pose cuando se quedó solo…nunca consiguió tanto dinero como el que descaradamente robó a los chicos de los Hammersmith y Sheperd’s Bush londinenses.
Siguió diciendo memeces, “yo los creé como un escultor moldea su obra”. El final es para todos igual y él no iba a ser una excepción. McLaren ha muerto, el punk en parte ya lo hizo, pero su creación ya no lo era tanto. Lo que quede de ella, para nada.
Iñaki Oneca Agurruza.