¿Acaso creían que el problema de los refugiados de Siria, del prácticamente Norte entero de África, la victoria de más o menos “populistas” y dogmáticos en el mismísimo corazón de Estados Unidos y en Europa; tendrían cabida hoy?
¿Acaso creían que el atentado teócrata –espero no vuelvan a llamarme lo que no soy: islamófobo, porque me carcajeo- de Berlín iba a seguir dando que hablar…o el sospechosísimo atentado contra el embajador ruso en Ankara?
¿Acaso creían que las matanzas en Yemen, Siria, Iraq o el proceso de paz en Colombia iban a ser hoy noticia?
¿Alepo; Raqqa, Idlib, Mosul…?: ¡¡¡jamás de los jamases!!!
¿Pero en qué mundo viven Vds., queridos lectores que tienen a bien visitar este Jardín?
Hoy lo tengo lleno de humedad y de niños lejanos que no dejan de ser escuchados por mí desde el punto de la mañana trabajando en tan verde y arreglada parcela ajardinada.
Cuando he despertado ni lo recordaba.
Y cuanto más me despejaba, más me sorprendía en el final más grave de los grititos de tan tiernos imberbes.
Y cuando iba siendo yo mismo, me he recordado implacable: “es la Lotería ¡idiota!”.
El mundo se para: todo hoy es Lotería.
Hace un año y un mes fueron los ignominiosos y (como todos los atentados) provocadores ataques teócratas en París…en Bruselas…donde el multiculturalismo muestra su verdadera faz: una patraña. Guetos de los que se aprovechan los ulemas con dinero saudí, las más de las veces.
Ese multiculturalismo, hijo del Romanticismo germano del XIX (Herder) y del sesentayochismo bien intencionado francés: el mismo que aquí siempre denuncio mientras planto brócoli, así como denunciaba infatigable el fallecido André Glucksmann también; el multiculturalismo, digo, nos mostró su cara. La auténtica. La verdadera. Barrios enormes de Bruselas donde policías y militares son recibidos a botellazos y pedradas al ir a detener a algunos de los autores de las matanzas en Bataclan, en el Estadio de Francia, en las terrazas parisinas donde Sartre y Beauvoir veían la vida pasar con un café o un cognac, escribiendo, observando, pontificando, filosofando a veces…
Hoy no hay Paro; no hay recortes desde la férrea y brutal U.E.; no hay problemas.
Todo es Esperanza (ese peligrosísimo sentimiento irracional a todas Luces, valga la broma). Esperanza de ser ricos previo paso por la diligente cuando quiere, Hacienda.
Todo es buenrollismo y algarabía…
Si alguien no sigue la corriente: es un amargado.
Supongo que si alguien está en el Paro más absoluto y cuenta con más de cuarenta o cincuenta castañas: tiende a joder más la fiesta que cualquier otro. Máxime si se queja por no recibir prestaciones. Por no encontrar empleo y caso de conseguirlo (toda una Epifanía), protestar por las horrorosas condiciones y precariedad laborales.
No, hoy es día de Esperanza.
Todo es repentina y siniestramente: una foto fija.
Los programas matinales ya no buscan a la chica desaparecida, tampoco hablan de sucesos escabrosos, de violaciones intolerables: hoy el mundo en este país es una sonrisa fija que muestra molares e incisivos impecables.
La foto fija de una Ilusión, de una Esperanza…la de una enorme Mentira.
Y me despido con el siempre certero y sabio donde los haya, Baltasar Gracián. Nuestro Baltasar Gracián:
«El arte de la suerte.
La buena suerte tiene reglas; no todo son casualidades para el sabio; el esfuerzo puede ayudar a la buena suerte. Algunos se contentan con ponerse confiadamente a las puertas de la Fortuna y esperar que ella haga algo. Otros, con mejor tino, entran por esas puertas y utilizan una audacia razonable que, junto a su virtud y valor, puede alcanzar la buena suerte y obtener sus beneficios. Pero, si bien se piensa, no hay otro camino sino el de la virtud y la prudencia, porque no hay más buena ni mala suerte que la prudencia o la imprudencia”
(Baltasar Gracián: El Arte de la Prudencia. Parágrafo 21)