Hace años, demasiados, una hermana mía me preguntó si prefería un mundo sin mujeres o sin música. Corrí a responder que sin música: ¡mierda de tradición: ¿quieres más a papá o a mamá, carne o pescado, verdura o legumbre, vino o cerveza, hombres o mujeres?! Tanta jodida disyuntiva no puede, no debe, ser normal.
Al final mi vida se rige por canciones que me recuerdan a mujeres o por éstas que me recuerdan a aquéllas. ¡Y en cuanto a favoritismos sexuales, por favor! Soy consciente que es perfectamente natural preferir “pescado y carne” o viceversa.
Pero lo que ha hecho de mí alguien que no fuera un cretino ha sido la música. Ella es The Animals, ella es The Kinks, Beatles, Rollings, Eric Burdon en solitario, The Who, The Doors, pero también Eskorbuto, los Tijuana, MCD, y no me olvido de la sangre fresca y joven como los geniales Jet que ahora escucho.
Dejo en el tintero a los más antiguos: la inolvidable e inigualable Billie Holiday, Otis Redding, Johnny Cash y tantísimos otros.
No puedo rendir tributo a todos aquellos que me hicieron pasar ratos tan agradables como una botella de vino o de cerveza (bebidas espirituosas en general). No, y sería un acto realmente repugnante por mi parte olvidarme de los Pistols, de Motorhead, de tantísimos que no hay cuartillas virtuales o en papel donde quepan todos (incluyendo a mi querido Tchaikovsky y sus canciones más melancólicas).
Si uno es lo que lee, también lo que escucha. Y si algo no te vuelve un idiota pedante es el Rock. Y si algo te recuerda que antes que estudiar a distancia estudiaste en la Universidad de la Calle, ello sólo lo consigue el Rock. Y si algo te recuerda tu primera vez en todo: tenemos la misma respuesta.
Nada es comparable a escuchar a buen colega –virtuoso donde los haya- dedicarse a tocar el piano la canción que a ti te deje elegir al alimón. Y de oído puro y duro, oigan.
Si nada hay como un colega que sepa de música, menos aún hay que un colega que sea un perfecto jazz-man. Un tipo que no dejándose llevar por las omnipresentes corrientes musicales del momento, sepa ser un sagrado islote de sano individualismo. De canalla individuo y, sin embargo, amable compañero de ruta de todo aquel que sienta la música con piel de gallina resfriada.
Nada hay como alguien que se da por entero a algo. Más aún a un instrumento con el que hacer sentir a quien escucha lo que éste desee.
En mi último caso fue a Jessy Norman en el Herodes Ático ateniense cantando “Summertime”.
P.S.: De nuevo truhán, te lo dedico a Vos, querido Juanma. Necesito urgentemente echar unos licores contigo y el piano, el bajo, lo que deba ser…a tu conveniencia. Los Lunnys al sol es algo que me debes… y lo sabes, gañán…
Iñaki Oneca Agurruza.
(Para servir al Eterno Motor Inmóvil Creador sin saberlo y a Vd.)
Hola amigo Iñaki, la vida no se puede entender sin música porque el ritmo, la letra que tiene , la alegría y los sentimientos que transmite lo es todo….
Asi que comparto contigo tu opinión la música es algo imprescindible, yo al menos no creo que podría vivir sin ella.
Abrazos de oso
Maika luzblanca7
Totalmente de acuerdo, amiga Maika, ¿cómo no?: la vida sin música no es tal. Conozco tu afición a tan estimulante arte que nos hace revivir momentos, personas… y tienes muy buenos gustos además ; )
Un abrazo.
Iñaki Oneca Agurruza.