Unión monetaria: sólo así es posible entender el bonito embrollo en el que nos hallamos. Una “unión monetaria”: nada más. El libre tránsito de personas sigue siendo lo que cada país decida: incluidos cándidos “papeles para todos”, peligrosos por su más que necesaria regularización.
Es el empezar la novela por el final: la carreta delante de un burro que no sabe qué hacer cuando lo que esperaba era comida.
Toda la tradición contractualista europea, se mandó al carajo en un alarde de chovinismo muy nuestro, muy “uropeo”.
La fundación de una constitución, garante de una nación o federación de estados, en todo caso un “ente constituyente”, fue dejado para después de fabricado dicho papelucho que pretendía dar patente de corso a la nueva “unión monetaria”. Lección no aprendida: suben los precios de productos básicos hasta seis veces en diez años y los salarios en Groenlandia dentro de un iglú.
¿Cómo fundar un “ente consitutivo” a priori de dicha no consensuada Constitución, si se quiere hacer entrar en la juerguita a países como Turquía que cuenta (como recordaba en una televisiva entrevista el filósofo francés Bernard-Henri Lèvy) en su haber como best-seller nacional el “Mein Kampf” de un tal Adolfo, amén de una población de más de 100 millones de habitantes y gravísimos problemas internos y exógenos?
El aborto de constitución quedó en éso, papel mojado: el primer billete de 20 euros que conseguí sacar de un cajero aquél frío 1 de enero, tal vez, también.
Al menos en su traslación a pesetas.
Y Europa sigue su camino hacia la utopía (u-topos: el «no lugar» heleno).
>Iñaki ¿Por qué El no lugar no llega?: porque nadie lo encuentra; porque no existe o porque nadie quiere encontrarlo…?
Me llega retumbando el verso «Metafísico estáis…Es que no como«…
Supongo que «El» (sic) lugar al cual haces referencia Javier, es ese «sujeto constitutivo» al cual me refiero, del que todos quieren formar parte (incluida Turquía que no es Europa, lo siento, pero no es Europa: lo mismo digo para Marruecos que también andaba con ganitas).
Lo que quería decir, haciéndome eco de toda la tradición contractualista, es que primero debe haber un sujeto político (federación de estados o nación-estado) para que la dichosa constitución pueda llevarse a efecto. Francia no es euroescéptica precisamente y rechazó dicho aborto de constitución. Tal vez sea porque en su haber el contractualismo está muy arraigado.
¿Qué Europa?: se define el sujeto constituyente.
¿Qué constitución?: la materialización normativa de lo anterior.
¿Qué moneda y demás medidas?: lo posterior a los anteriores pasos.
Ése, y no al revés, es el modo y el lugar a definir: lo demás son apaños interesados de grandes multinacionales (ellas sí constituidas como macro-entes), de usureros con la nueva moneda (algo denunciado por Aristóteles en La Política: «la usura» es utilizar el dinero para un fin para el que no fue creado) y una larguísima lista de funcionarios en Bruselas, entre otras cosas.
Amén.