Nirvana socialista.

Myanmar. Se olvidó Birmania de su antaño denominación. Los ateos sabemos que no todas las religiones son iguales: no. Monjes rapados protagonizan la “revolución azafrán” (un tanto hortera denominación) frente a quien está por un enfrentamiento civil. Miles de detenidos y asesinados así lo atestiguan. Valen igual vidas de monjes, de civiles que la de periodistas, conste no obstante.

Militares: señorones enormes con no menos enormes ristras de quincalla en forma de medallones. ¿Los méritos?: acabar con una economía de mercado para encerrarse en sí mismos. Terrible degeneración de lo que algunos denominan como “régimen autárquico”, sin saber qué significaba la original Autarquía griega: observen la primera acepción, tan diferente de la definición política actual. El repliegue sobre sí mismos tuvo las consecuencias predecibles: un régimen que lo ve y lo oye todo. Era 1962. Hoy, 2007, Internet, los aparatos de telefonía y las cámaras digitales, juegan malas pasadas. Los señorones de vestuarios marciales interminables, que impusieran una economía “estabilizada” y decretaran, agárrense, el “nirvana socialista”, no quieren ahora más «filtraciones» sobre sus desmanes.

Lean lo que dice el filósofo y antropólogo Antonio Escohotado que ya conociera aquellas tierras hace tiempo.

Aung San Suu Kyi, virtual ganadora con su Liga Nacional para la Democracia (LND), de las únicas elecciones de 1990, envejece en su domicilio. Miles de opositores corren peor suerte: tortura, persecución y pudrirse en la cárcel no son mejores opciones.

No, nada para a militares con ganas de enfrentamiento civil. Menos con unos compatriotas monjes: el enemigo es facilón. Fáciles de domesticar a base de «plomo». Lo que para Homero en la «Ilíada » era dominar con el “cobre”, en Rangún, ahora, se soluciona todo con “plomo” lleno de vida propia…que tan efectivamente la quita.

Pero en una cosa sigue actualísimo aquel divino ciego del siglo VIII a. C.: Néstor, el viejo caballero y sabio Néstor, en pleno horror en una guerra lejana e interminable, habla así a sus compatriotas: “Sin familia, sin ley, sin hogar, existir debería todo aquel que desea la lucha funesta intestina”.

Homero sigue vivo. Los militares birmanos en el poder y en la calle: no saben de él. Muertos en vida: apilan y coleccionan cadáveres de compatriotas. La peor lucha es la «lucha funesta intestina«.

P.S.: Para todo aquel que desee un pequeño momento de lectura, dejo un enlace aquí al número 35 de la revista de ciencias sociales: Aposta Digital.. En él publican un ensayo-homenaje de quien suscribe, sobre el recientemente fallecido filósofo: Richard Rorty. Espero que sea de su agrado.

Acerca de epicuro

Alumno de todo, maestro de nada...
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