Comenta Savater en su “autobiografía razonada”, de título: “Mira por dónde”, que lo que más disfruta de un viaje: es el regreso. El saber que llega a su hogar. Siempre me ha interesado la acepción inglesa del término “home”, hogar. Siempre se me ha antojado mucho más amplio el concepto a nuestro habitual llegar a “casa”.
“Home”, el hogar, implica por su definición una vuelta al calor de la santa intimidad del individuo. La que debería ser, imperativamente, imperturbable. Donde uno se recoge para recordar, tal vez con nostalgia pero con el regocijo de saberse ya en “tierra firme”, el viaje pasado. La vida es un viaje. Aventura. Hagamos que proliferen en ella los viajes, digamos, físicos, para hacerla más viva aún.
Es el regreso el que nos acoge cuando atravesamos el umbral de nuestro moderno monasterio. En mi caso: mi biblioteca. Nuestros viajes –sean de la índole que sean- deberían ser una intensa aventura. Es Ulises queriendo volver a su hogar –en peores circunstancias- en la Odisea, quien nos debería parecer, sin consideraciones metafísicas hoy, el prototipo de regreso. Hasta el regreso es una aventura (miren si no los aeropuertos).
Así, vuelvo a este blog, para ser acompañado por quien desee compartir conmigo el regreso de aquellos que, agradeciendo la aventura del viaje ya pasado, vuelven la mirada hacia los dioses del Olimpo con una gratísima lectura siempre aplazada en mi caso.
Vergüenza debería sentir. Mas no lo hago: regreso a Homero.
Hoy, mi hogar, es Homero.
Buen regreso a todos.
Saludos muy afectuosos amigo Epicuro.
Regreso a Cartago es el título de un ficticio libro que esconde muchas verdades que el gran Paul Newman hace público ante esa cuadrilla de inquisidores periodistas en el filme EL PREMIO. Regreso a Cartago es sin duda un gran título que, creo, evoca una gran connotación de «fin de trayecto» el hecho de saber que has concluido un camino que, según mi punto de vista puede dar paso a otra etapa. Creo que es bueno pensar cómo podemos acabar ese camino de la vida, en mi caso probablemente volviendo a casa habiendo cumplido una misión, que mucha veces empeñados en encontrarla la vamos labrando día a día. Volver a casa es saber dóde está tu sitio, y ese es el camino más dificil, ser consciente de ello, por circunstancias tan ajenas como afines a mi persona (Ay Ortega y Gasset: Yo soy yo y mis circuns…) creo saber dónde esta mi sitio. Y sé que lo más honroso es «volver a casa» despúes de un largo periplo. Ese periplo que Ulises nos marcó de forma elíptica para terminar donde comenzó, volver siempre fue tan romántico como eterno y yo soy un romántico.
El fuego del hogar aguarda y entorno a él nos esperan aquellos que entre lágrimas de amor recordamos. Todos esperamos ese día… Hasta entonces seguiremos navegando por los mares de Homero.
Un abrazo amigo Iñaki–
«Guardándome del temporal, navegando voy por el mar de la vida, buscando una playa donde acabar mi tiempo«: llegué a escribir inspirado en un bonito paseo por el Cantábrico, allá por mis 22 primaveras. Lejanas se me antojan ya, hoy. Muy lejanas. El viaje de regreso continúa, no sin pasión.
Un afectuoso abrazo, amigo y compañero de viaje Marco. 😉