Orwell en Navarra.

Deseo fervientemente salir de ésta con vida, aunque sólo sea para escribir al respecto. Aquí no es fácil enterarse de lo que ocurre fuera del ámbito de la propia experiencia, pero incluso con estas limitaciones he visto muchas cosas que tienen para mí gran valor (…) Espero tener ocasión de escribir la verdad de lo que he visto. Lo que se publica en la prensa inglesa es casi todo una serie de mentiras atroces; no puedo decir más a causa de la censura” escribe Orwell a Víctor Gollancz después de “tres o cuatro días de combates callejeros en los que todos estuvimos más o menos involucrados; en realidad, fue prácticamente imposible mantenerse al margen”. Se refiere, obviamente, a “los sucesos revolucionarios del pasado mes de mayo” o la conocida “Batalla de la Telefónica”, en que anarquistas y poumistas se enfrentaron a los estalinistas del PSUC y a los guardias de asalto. Ése es el Orwell que nadie quiere conocer: “1984” y “Rebelión en la granja” son obras maestras de la ironía, en el caso de la segunda, y de la crítica social más acerada, en ambas.

Aún recuerdo hace años, cómo un conocido me contó que al intentar entrar en el “paraíso socialista” en el cual algunos creímos tardíamente, le fue requisada por soldados rojos “1984”. ¿Razones?: “es anarquista”.

Eric Arthur Blair, George Orwell, de nuevo es noticia porque un particular “Big Brother” le pisaba más que los talones, la tinta de su pluma. Es noticia el hecho de que el servicio de ¿inteligencia? del Reino Unido o MI-5, le anduvo buscando las cosquillas durante ¡veinte años!

Los espías, muchos, no leen. Deberían. No obstante, llegaron a la sesudísima conclusión de que tal autor no era un “comunista ortodoxo”. Redoble de tambores ante tamaña conclusión. Ahí es donde recomiendo la obra a la que pertenece el extracto que inicia este artículo: “Homenaje a Cataluña”. Tal vez su lectura habría acabado con tanto tiempo (y dinero) invertido en el seguimiento. Orwell era de izquierdas (esa entelequia hoy, desgraciadamente, al igual que la “derecha”), indudablemente. Pero bien sabía que de manera siniestramente paradójica, el disparo de un “nacional” en la Guerra Incivil española, le salvó precisamente en su regreso a la retaguardia en Barcelona. Compatriotas o no de las Brigadas Internacionales, se volvían peligrosos enemigos que arrasaban contra todos aquellos militantes del P.O.U.M. (Partido Obrero de Unificación Marxista, de tendencia trotskista aunque rompieran oficialmente con dicho dirigente bolchevique exiliado), incluyendo para la ocasión a tétricos sicarios del que sería “el cerdo Napoleón”: el “padrecito de los pueblos” Stalin. Alexander Orlov, sabueso obediente y adiestrado por aquél fue, entre otros, el encargado de la pantomima que acabó con el secuestro, tortura y asesinato tras días de calvario, del dirigente poumista: Andreu Nin. No faltó de nada: incluidas prendas de los “nacionales” para simular un “rescate” de las manos de los chekistas del entonces NKVD (más tarde KGB), como demuestra en su libro José María Zavala: “En busca de Andreu Nin”. Pero Nin había sido claro: “Con Trotski rompí relaciones en 1934, sin que eso signifique que no haya recibido cartas suyas desde entonces, dirigidas a la sección o incluso a mí personalmente, pero en tono ceremonioso. Niego una y mil veces que sea un espía fascista al servicio de Franco, como se me imputa”.

En esas épocas Orwell lo sabía ya: las diferencias, los debates y los matices, no eran más que traiciones y excusas para el sectarismo imperante impuesto desde el centralismo moscovita. Pero Orlov era brazo ejecutor implacable. Lo justo hasta oler las intenciones de su amo el cerdo Napoleón, las cantidades ingentes de adrenalina que soltaba conforme iba asesinando a todos aquéllos que supieran de sus miserias, le puso en alerta. Huye a los EE.UU tras amenazar al pequeñajo pero siniestro Yezhov con tirar de la manta: “Tengo las fotografías y los nombres auténticos de los que participaron en el caso Nikolai”.

Caso Nikolai”: cínico nombre para la operación. Aún así, tuvo el camarada Orlov un mejor final que el reservado para el dirigente nacido en El Vendrell, Tarragona. No hay duda. En España, como bien vería Orwell, la maquinaria de trocear y de propagar seguiría haciendo de las suyas. Mundo Obrero pontificaba: “La fuga del bandido Nin”. La hipocresía elevada a su enésima potencia. Andreu Nin muere desollado sin reconocer ni una de las falacias que se le imputan.

Hoy, Orwell, vería con cierto sincero deleite, que las diferencias internas de cualquier partido son solventadas de manera menos cruenta. Hoy, pues, se habla sutilmente de que alguien tuvo una “muerte política”. Hoy, Orwell, en Pamplona, en Navarra, no se sentiría perseguido, observado. Pero sin duda, sentiría que ciertas directrices inobjetables del omnipresente y sacrosanto Partido, al ser incuestionables, no dejan lugar más que al blanco o negro: o conmigo o con los otros. Orwell vería, no sin razón puesto que en una partitocracia vivimos, un “Big Brother” en cada partido. En Pamplona, en Navarra, más que en ningún otro sitio.

Nota: artículo publicado hoy día 6 de septiembre de 2007 en «Diario de Noticias» de Navarra en la sección: «Tribuna Abierta«.

Acerca de epicuro

Alumno de todo, maestro de nada...
Esta entrada fue publicada en Sin categoría. Guarda el enlace permanente.

2 respuestas a Orwell en Navarra.

  1. Iñaki ha sido un placer desayunar con tu artículo. Aquella borrachera de sangre que fueron los años de la guerra civil dieron cobijo a mucho miserable. Algo que sigue ocurriendo hoy cada vez que la guerra arranca como un incendio en cualquier parte del mundo. Lo importante es mantener intactos tanto el idealismo como la capacidad de ver y decir la verdad aunque nos vaya mal esta sinceridad. Pero resulta que los grandes partidos navarros son simples migajas.

  2. Epicuro dijo:

    Muchas gracias: que desayune alguien leyéndome y que digiera como es debido tanto artículo como desayuno, es un honor.

    Un afectuoso saludo, amigo Javier.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *