El impublicable foral.

Veía esta misma mañana –día ocioso que llevo- uno de los vídeos más vistos del famoso Youtube: en ella hay una increíble y cruenta lucha entre búfalos, leones y hasta un cocodrilo.

Pasaban los minutos (ocho dura el mencionado vídeo) y más metafóricas me parecían dichas imágenes. Será que hoy me toca estar así. Metafórico día. Conforme se iban produciendo los terribles efectos de cómo varios leones conseguían reducir (huelga decir que violentamente) a un cachorro de búfalo, más me parecía el mismo a cierto dimisionario político navarro: rodeado agresivamente por leones que, tal vez, representaran a la prensa, a opositores o a miembros de su bando: Ferraz o vaya a saber Vd.

Pero sin comerlo ni, sobretodo, beberlo, aparece fugazmente de un río cercano un cocodrilo (¿el asesor puesto por la central de Madrid al que ahora defiende dicha “presa” de chistes de tira cómica en otro periódico?) que salva, sin querer, finalmente al animalillo. Pobre. El caso es que se va liberando éste de cargos, perdón, de feroces leones. Al final, al unísono y en un alarde de valentía sin parangón, los búfalos acaban arremetiendo uno a uno contra los leones haciéndolos retroceder en una imagen inusual: no sé si eran los chicos de la derecha o los transversales de la Plaza del Castillo.

Tengo varias malas costumbres de las que, por supuesto, me enorgullezco. Una de ellas es tragarme debates de investidura como el de esta mañana. El Parlamento, me equivoqué, no es un circo: perdonen las molestias. El Parlamento es pura selva: el menos pintado acaba de portavoz de su grupo sin saber hacer la “o” con un canuto y el más avezado y con más capacidad intelectual acaba relegado a ser perseguido por una manada (obviamente hablo de Alli en su época, o ¿en quién pensaban Vds., canallas?).

De todo lo que ocurre estos divertidos días en Navarra, lo que más me divierte es la falta de diversión: el político no sabe reírse generalmente de sí mismo. Así nos va.

Pero el verdadero problema es que al ciudadano, hay que decirlo, empieza a sucederle lo mismo: ¿cómo abstraerse uno de los comentarios de café que ha escuchado con cierto estupor estos días? Sobre todo me enternecen aquéllos tan sumamente cándidos como para no creer en que lo que sucede: es. De facto. Bueno, miren: la fe hay que dejarla para la parroquia, mezquita o sinagoga. La política es algo mucho más frío, gélido diría, inmoral y enojoso (no ahora, siempre), en donde casi siempre prevalece –salvo en la valerosa manada de búfalos, pero los cuernos metafóricos los carga el diablo- el interés individual sobre el colectivo. Los llamados derechos históricos son una rémora carlistoide y una milonga al lado de los derechos inalienables individuales. La historia, como lógicamente ocurre con la fe, no puede convertirse en algo sacralizado. Escuchar referencias a Gamazo, a los “derechos históricos” y demás como he tenido que hacer esta mañana, me producen carcajadas. Sanas. Eso sí.

También podríamos hablar de la guerra civil entre agramonteses y beamonteses en estas tierras en plena ocupación castellana en el siglo XVI: lo que se tuvieron que reír los facinerosos del Conde de Lerín, el Duque de Alba y el siniestro Cardenal Cisneros (“Prefiero el olor a pólvora que el olor a incienso”). Dejen de decir tonterías, por favor: la historia de Navarra está llena de estupideces, contradicciones y de valerosas pero quijotescas acciones. Así es el humano. La historia no se halla en el éter. Seguramente en unos años –y si los dioses del Olimpo quieren- venga una nueva hornada de muchachos que digan: “¿En qué clase de embrollo gilipollas se metieron nuestros mayores? ¡Pero si hubo quien mató o justificó el asesinato con la excusa de una legalidad que negaban o de unos derechos históricos que ni siquiera existían ni les convenían!”. Y reirán. Espero. Porque mucha fe no poseo.

Pero la jungla tiene su propio ritmo: los cachorros del PSN (alguno de mi edad, ejem, ejem…) no han podido despedirse desde la sede de los mayores de su manada…

Mañana seguirá la lucha por la supervivencia del “yo toco poder”.

Debieran resucitar, con tanta fe impregnando la política actual es posible, a Félix Rodríguez de la Fuente para retransmitir los aconteceres de la jungla del final del Paseo de Sarasate ¿Se imaginan?:
El maaacho iiiibérico, entre los riiiiscos que pueblan la península…”.

Pero ya dicen filósofos contemporáneos y sabios donde los haya: las metáforas las carga el diablo.

Imagen: el nuevo Parlamento de Navarra. Quién sabe si en cualquier momento se verá aparecer a un «animal político», a la manera aristotélica: of course.

Acerca de epicuro

Alumno de todo, maestro de nada...
Esta entrada fue publicada en Sin categoría. Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *